(N/A: Reproducir el vídeo donde aparece la ★)Hundió el paño blanco en el recipiente lleno de agua fría. Los estrujó con todas sus fuerzas y comenzó a pasarlo lentamente desde el dorso de su mano hasta el hombro, desde su frente hasta el final de su cuello, repitiendo la acción por su otra mitad. En el ambiente solo se podía oír su pesada respiración.
Remojó el paño una vez más y continuó con sus desvestidas piernas. ¿Cómo es que podía utilizar un pantalón corto cuando afuera el cielo se caía bajo una tormenta? Al llegar a su pie descalzo se encontró con una herida, estaba seguro que fue por aquella botella que dejó caer minutos atrás. Remojó el frío paño una vez más, limpió aquella herida y fue a su baño en busca de algo que pudiera servirle para curar, hallando un pequeño botiquín.
Con mucho cuidado revisó que ningún cristal quedará allí, luego desinfectó y vendó.
Lanzó un pesado suspiro y se miró a sí mismo, también debía curar su propia herida. Lo hizo, y al terminar comenzó a limpiar y ordenar toda la casa. Su pie aún dolía al pisar, pero no le importó, sintió la necesidad de dejar todo lo mas impecable posible, como si hiciese lo mismo con el corazón de la persona que dormía profundamente en el sofá.
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Su cabeza comenzó a aniquilarla ni bien comenzó a tomar un poco de conciencia. Abrió levemente sus ojos encontrándose en total oscuridad. Con el enorme peso que sentía en sus hombros consiguió sentarse mientras una manta caía a un lado a la par de su movimiento. Miró el gran ventanal a su lado y descubrió que la noche ya se había adueñado de la escena. Encendió el pequeño velador a su lado, consiguiendo cegarse así un poco, pero al poder acomodarse a la leve claridad, sus ojos captaron medio cuerpo recostado sobre la pequeña mesa del living. Oikawa estaba durmiendo allí.
Su corazón se detuvo por unos segundos, intentando recordar como es que él había terminado allí, consiguiendo solo recordar el momento en el que la tercer botella se había adueñado de su sangre y pequeños flashback le mostraron que había actuado como una maldita idiota. ¿Realmente había intentado seducirlo? Se recostó una vez mas, cerrando sus ojos y dejando ir un leve suspiro mientras que su antebrazo obstruía cualquier rayo de luz sobre sus pupilas.
Después de unos minutos lo intentó de nuevo. Se puso de pie y con la misma manta que antes cubría su cuerpo, arropó a Toru. No intentó despertarlo, simplemente se dirigió a la cocina y otro suspiro escapó de sus labios al ver lo impecable que estaba todo después de la tormenta de esa tarde.
Preparó algo de té y se sentó sobre la mesada mientras esperaba que el agua hirviera en la hornalla, una mala costumbre suya, pero fue en ese momento en el que descubrió su pie vendado y recordó lo que había pasado.
« — ¿¡Acaso quieres caer en un coma alcohólico!?
— ¡Ojalá lo hiciera! »
★
Y en ese momento su propia mano voló directo a su mejilla derecha. Eres una mierda, Natsu. Te estás convirtiendo en lo mismo que se llevó a tu familia.
— ¿Estás bien? —la voz de Oikawa bajo el marco de la puerta la sorprendió. Sus ojeras acompañadas de aquella manta que ella hacia unos minutos atrás había dejado sobre sus hombros, siendo sostenida con una de sus manos aún cubriendo su espalda.
Himura esquivó su mirada inmediatamente y se bajó de la mesada dándole la espalda para volver a depositar sus ojos sobre la pava que estaba silbando hacia rato. Apagó el fuego, sirvió ambas tazas que se encontraban a su lado. Tomó la bandeja y al darse vuelta, el castaño estaba más cerca al punto de casi rozar su cuerpo. Su pulso se heló y sus labios temblaron en un intento de mandarlo a la mierda como siempre hizo y en un intento de fuerza suprema para no romperse de nuevo.
Él tomó acción primero, tomando la bandeja de sus manos y depositándola una vez mas sobre el frío mármol, dio un paso adelante dejándola sin escapatoria y colocando sus tibias manos a cada lado de su rostro. Una vez más se sintió totalmente indefensa y débil. Normalmente estaría rompiendo alguna de sus piernas o compitiéndole verbalmente, pero en ese mismo momento no se sentía con las fuerzas para siquiera sostener la línea que unía sus pupilas.
Sus pulgares viajaron directo a sus pestañas bajas, limpiando un camino de agua salada que no había sentido estaba allí. ¿En qué momento había comenzado a llorar? Maldita sea, Natsu ¿Qué pasa contigo? ¡No puedes mostrarte así de frágil frente a él! Se burlará el doble de siempre.
Esperen ¿Cómo es qué...? Sus brazos rodearon su cuello, atrayéndola a esconder su rostro en el hueco que formaban su cuello y hombro. Estaba abrazándola.
Débilmente, la morena elevó sus manos, mientras su cabeza decía una y otra vez "Aléjalo" y su corazón se ablandaba como hacia mucho tiempo no lo había hecho. Sus manos se unieron en su espalda aferrando las fuerzas de ese cálido abrazo y rompiendo a llorar una vez mas. ¿Cuándo fue la ultima vez que había recibido una abrazo así? Se sentía tan sincero, tan sanador, tan honesto; que simplemente no podía creer que la primer persona en hacerla sentir de aquella manera haya sido la misma persona que se había encargado de molestarla y complicarle la existencia con su simple presencia los últimos tres años.
Una vez que consiguió regular su respiración gracias a las leves caricias que Toru le brindaba a su espalda, se despegó de él y limpió el rastro que habían dejado aquellas lágrimas.
— ¿Por qué estás haciendo esto? — fue lo primero que salió cuestionarle.
Toru sonrió, con un brillo peculiar en sus pupilas que hicieron espejo en las suyas. No le respondió, en su lugar tomó ambas tazas de té que aún humeaban y se dio la media vuelta.
— Éstas son para nosotros ¿verdad? Muchas gracias. Vamos a beberlas antes de que se enfríen.
Ella comprendió que él no tenía intención alguna de responder, pero sabía que su mirada estaba llena de curiosidad y moría por cuestionarle todo, pero no iba a hacerlo, porque ese Oikawa Toru no era el que ella conocía.
La televisión fue encendida para opacar el incomodo silencio de la sala. Sólo música se reproducía a altas horas de la noche. Ya no era incomodo bajo sus ojos, era cálido. Sus miradas iban y venían entre sí y las tazas ya vacías de té. Himura ya no podía soportar esa distancia donde una mesa los separaba después de ese abrazo que acababa de unir todas sus piezas rotas.
— Toru... — lo llamó y él se atragantó con el último sorbo que le estaba dando a su taza. Era la primera vez que ella lo llamaba por su nombre de pila y con una dulzura que nunca había oído salir de sus labios— Gracias.
Y el muchacho sonrió de una manera que ella nunca había visto antes. No recordaba ver esa sonrisa cuando estaba rodeado de chicas. Ni siquiera podía compararla con un partido de voleibol ganado. No sabía como describirlo, pero era hermosa.
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Intenta odiarme... | Oikawa Tooru
Fanfiction"Del amor al odio hay un solo paso" "Del odio al amor hay un solo paso" Que ilusos los que nos creemos fuertes ante aquel dicho. √ Algunos de los personajes de esta historia pertenecen a Haruichi Furudate ® Portada editada por @helen-word