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Sonreí satisfecha cuando vi al demonio desaparecer por completo. Los niños se acercaron a mí y me dieron las gracias por protegerlos, y estaba apunto de hablarles, cuando una tos me invadió. Tambalee, a la vez que llevaba mi mano a mi boca para sostener la sangre que salió de allí.

—¡Katsumi-chan! —gritó Katsuki acercándose a mí para sujetar mi cuerpo, a la vez que sacaba un pañuelo de su kimono y lo ponía en mi boca para limpiarla.

—Estoy bien, estoy bien.

—No, no lo estás. Vamos, sube a mi espalda.

Subí a su espalda pidiéndole disculpas por dejarlo lleno de sangre, pero él simplemente rechazó mis disculpas.

—No te disculpes, nosotros deberíamos perdirte una disculpa por haberte dejado en este estado.

—No... no digas eso. Es mi trabajo, si muero después de haber vencido al demonio, me sentiré satisfecha de haber realizado bien mi labor.

Cuando llegamos al pueblo, ya era de día, y todas las personas que estaban ahí me recibieron con aplausos y con agradecimientos de haber salvado a sus hijos, nietos o sobrinos. Otras personas... simplemente lloraron la muerte de los niños que no logré rescatar.

—Señorita, deje que limpie sus heridas.

—No se preocupe, estoy bien.

—Esas son heridas muy graves. —dijo la señora—. Entren, Katsuki-kun, por favor trae una cubeta de agua.

El chico le hizo caso y yo me quedé con la señora quien me subía las mangas de mi traje con suma delicadeza, pero aún así el raspe me dolió un poco. Los cortes de mis brazos y piernas no eran para nada superficiales ni tan profundos, pero el hecho de tener pequeños cortes, arde. Es como cortarse con papel.

—Gracias señorita, el pueblo realmente está muy agradecido con usted.

—No tiene que agradecer nada. —dije y apreté mis puños—. Yo... me siento mal por no haber rescatado a los demás niños.

—No te sientas mal, es parte de ser un cazador, no siempre podrás salvar a todas las personas que atrapan los demonios, y hay que aprender a vivir con eso siempre.

—Abuela, ¿acaso usted...?

—Aquí está la cubeta. —dijo Katsuki entrando a la habitación.

—Gracias, hijo.

La señora comenzó a limpiar mis heridas y sentí algo de ardor al sentir el agua fría en contacto con las heridas abiertas.

—Fue una dura pelea, ¿eh?

—Sí, Katsumi-chan fue tan valiente hasta el final, estoy completamente agradecido con ella por salvar a mi hijo y a esos niños. —mencionó Katsuki con una sonrisa orgullosa.

—También te agradezco, Katsuki-kun, sin tu ayuda y la de esos niños no hubiera podido cortar la cabeza de ese demonio. Todos aportamos en algo. —le sonreí y las mejillas de él se teñiron de rojo.

La señora me dio una medicina y también vendó por completo mis piernas y parte de mis brazos. Parecía una momia, pero era por precaución a una infección.

—Katsumi-chan, ¿no? —asentí—. ¿Por qué no te quedas a comer?

—Oh no, no podría aceptar eso. Tengo que volver a casa, no quiero preocupar a mi maestro. —sonreí—. Agradezco su oferta, pero prometo pasar de vez en cuando por aquí.

—Bueno chiquilla, es tú decisión, y sé que no puedo hacerte cambiar de opinión, eres igual a tu padre.

Alcé una ceja.

—¿De dónde...?

—¡Katsumi-neesan! —exclamó Keiji corriendo hacia mí.

—Keiji-kun, me alegra que estés bien. —le recibí el abrazo delicado que me regalaba—. Cuídate, ¿si?

—¿Eh? ¿Te vas?

—Tengo que irme porque me están esperando en casa, pero prometo venir a verte cuando quiera.

—¡Katsumi-neesan es fuerte, yo quiero ser como Katsumi-neesan!

Sentí mi corazón muy cálido, así que lo abracé con todas mis fuerzas, ignorando el dolor.

—Ya lo eres, eres fuerte por soportar ese infierno.

Me despedí de todos y salí del pueblo para comenzar a andar a pasos lentos hacia la finca de la niebla. Me dolían mucho las piernas con cada paso que daba, y me sentía fatal; tenía fatiga y un leve mareo que a veces me hacía cerrar los ojos.

—Katsumi-chan —dijo alguien delante mía, pude reconocer sus ojos dorados—, vamos, te llevaré a la finca. Gracias a los dioses por haberte encontrado aquí en medio camino a una misión.

—No, no te preocupes por mí, vayan a su misión, no quiero que lleguen un minuto tarde por culpa mía. —suspiré—. Nos estamos viendo, Rengoku-san.

—¡No! ¡No es de hombres dejar a una mujer malherida en medio de un camino! —infló su pecho, sonriendo con orgullo.

—Está bien. —lo poco que lo conocía, sabía que no podía hacerle cambiar de parecer; su determinación era muy grande.

Rengoku me tomó en brazos al estilo nupcial y me permití cerrar los ojos pese a que él no se calló en ningún momento en todo el camino. Era realmente apasionado y hablaba con mucha rapidez y soltaba carcajadas. Yo le respondía las simples preguntas que él me hacía, incluso hablamos de comida y eso me emocionó mucho. ¡Incluso me invitó a comer!

—Oye, Katsumi-chan.

—¿Si?

—Puede que seas menor que yo, y que entiendas poco del tema del amor, pero... ¿qué hago si alguien que amo se enoja mucho conmigo por querer protegerme?

Su pregunta provocó que abriera mis ojos y lo mirara, tenía la mirada triste y sus labios temblaban levemente. Sinceramente, no sabría que responderle, de solo pensar a Rengoku en una discusión amorosa se me hace algo imposible, pero supongo que como toda pareja, siempre habrán diferencias.

—No entiendo mucho la situación, pero creo que debe arreglar las cosas con esa persona. No es bueno asistir a misiones dejando cosas inconclusas que luego dejan a esa persona con un cargo de consciencia. Nunca sabemos si vamos a regresar vivos de las misiones. —suspire—. Hay que esparcir esa niebla del orgullo que nos ciega.

—¡Entiendo, entiendo! ¡Vaya, parece que te he subestimado por ser menor! Al parecer los menores llegan a ser más maduros que los adultos. Tokito-kun y tú harían una buena pareja.

Casi me caigo de sus brazos.

—¡¿Pero qué dice?! —le grité y él estalló en carcajadas.

Llegamos a la finca y me dejó con mucho cuidado en el suelo. Realicé una pequeña reverencia.

—Muchas gracias, Rengoku-san por darse la molestia de traerme hasta acá.

—¡No fue ninguna molesta, Katsumi-chan! Fue muy divertido hablar contigo. —acarició mis cabellos—. Hablaré con Hiriko-chan una vez regrese de la misión.

—Entiendo, suerte entonces y que regrese a salvo. —le dije y él asintió con una sonrisa para luego irse.

Entré a la finca y dejé mi espada en la entrada para luego buscar a Tokito, pero no estaba, así que decidí darme una ducha, curar mis heridas, y dormir lo que no pude dormir anoche; esta misión me había dejado agotada.

"NIEBLA" muichirou tokito x Lectora [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora