2⬜

664 48 10
                                    

La vida a veces puede ser tan cruel. Aparenta ser perfecta, pero en un momento, esa perfección desaparece y viene oscuridad. Oscuridad en la que no sabes qué viene después o qué hacer.

Mis ojos se abrieron a causa de la luz del sol, me dolían mi costado izquierdo, pero no era tanto como ayer. Hice una mueca e intenté ponerme de pie para ir a cerrar la ventana, pero alguien me detuvo.

—No intentes moverte, la herida de tu costado se puede abrir. —era una voz monótona, resultaba aburrida a mi parecer.

Desvíe la mirada a mi lado y pude observar unos ojos verde menta que estaban perdidos por toda la habitación. Esos ojos... ¿acaso fue el chico que me salvó?

—¿Te molesta la luz? —preguntó mirándome esta vez.

—Ah, sí.

Él asintió y se puso de pie para cerrar la cortina. Tenía el cabello bastante largo y lacio, incluso más precioso que el mío. ¿Cómo se lo cuidará? ¿Debería preguntarle?

Ignorando mis pensamientos, bajé la mirada a mis manos y suspiré. Estoy segura que tengo los ojos hinchados de tanto llorar la pérdida de mis padres. Ellos eran tan únicos, los admiraba mucho. No tenerlos será que todos los días que despierte, se conviertan en una agonía y sean solitarios.

Han arrancando una parte de mí, la parte más importante, y no será lo mismo desde ahora.

—He ido a tu casa, creo que esto te pertenece. —dijo el chico entregándome una horquilla de flores de cerezo. La horquilla de mamá.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y la tomé con sumo cuidado para luego apretarla contra mi pecho. Me daba igual tener la miraba fija de ese chico sobre mí, era lo único que podía tener de mamá ahora.

—También he tomado esa nichirin y la han mandado a afilar.

—¿Eh? —pregunté mirándolo. Limpié mis lágrimas.

—Tenías una nichirin en tus manos, ¿no? Estaba bastante astillada por lo que la he mandado a afilar.

—Ah, ya veo. —dije algo confundida—. Eso es... muchísimas gracias.

Él simplemente asintió y se puso de pie.

—Cualquier cosa, llama a Kocho-san. Creo que vendrá a verte en...

—Hola hola. —dijo una mujer entrando a la salita. Era súper bonita y tenía una sonrisa amable—. ¿Cómo está la paciente?

—Bien, mi costado ya no duele tanto. Gracias por atenderme.

—De nada. —sonrió—. Te he traído la comida, debes tener hambre. Lamento lo que sucedió en tu casa, Tokito-kun me lo contó. Mi más sentido pésame.

—Tokito... —miré al chico que estaba de pie mirando a la nada—. Ah, gracias, creo que la vida te pone obstáculos que hay que ir superando, ¿no?

—¡Así es! Por cierto, yo soy Kocho Shinobu, pero puedes llamarme Shinobu, y él es Tokito-kun.

—Encantada de conocerlos. Mi nombre es Tsukishima Katsumi, de todas maneras pueden llamarme por mi nombre.

Shinobu-san me sonrió y comenzó con la revisión. El chico de ojos color verde menta se había ido sin despedirse, según Shinobu-san fue porque tenía una misión y es algo desorientado.

—Listo, dentro de 1 ó 2 días, habrá un pequeño entrenamiento, ¿si? Estimo que tu herida sanará pronto ya que no fue tan profunda. Katsumi-san, ¿qué piensas hacer cuando terminemos con esto?

Se formó un gran silencio ante su pregunta. La verdad es que no lo sabía. Quería volver a casa y quedarme ahí para seguir cultivando las frutas y verduras para luego venderlas y mantenerme de alguna u otra forma. Pero... ¿qué haré en la soledad de mi casa? Tampoco puedo quedarme tanto tiempo aquí, ya que esto es una especie de hospital, por lo que las camas no sobran ni faltan.

—Yo... lo estoy pensando.

—Katsumi-san, dada tu situación, lo más preferible es que te unas a la brigada de cazadores de demonios.

Abrí un poco más mis ojos.

—¿Cazadores de demonios? —pregunté con vergüenza—. Pensé que aquella institución sólo existía en los cuentos que mi padre me contaba.

Shinobu-san me sonrió con ternura.

—Los cazadores de demonios llevamos existiendo desde la era Sengoku, nuestro trabajo es aniquilar a los demonios con una espada especial llamada nichirin, sumando una técnica que puede ser heredada o creada por uno. Somos una brigada oculta ante los ojos del gobierno, pues básicamente no muchos creen de la existencia de estas criaturas. Katsumi-san, muchas personas se unen a esta institución porque sus familias le fueron arrebatadas a manos de ellos, otros por dinero u otros simplemente porque su familia lo lleva haciendo desde hace mucho.

—Yo... la verdad no sé qué decir. Anoche tuve una espada en mis manos y no fui capaz de aniquilar a ese demonio pese a verlo devorar a mis padres.

—Es normal que de primera te de miedo o te sientas culpable de estar matando a algo que antes fue un humano, pero tienes que pensar en que ese demonio ha comido humanos por años y lo seguirá haciendo si no le damos fin. —me sonrió y se puso de pie—. Puedes pensarlo todo el tiempo que quieras, y si no te sientes a gusto con la idea, puedes negarla y seguir con tu vida. Pero ten en cuenta que es tú decisión y luego debes aceptar las consecuencias.

Asentí en silencio y bajé mi mirada.

—Sí... muchísimas gracias, Shinobu-san.

Ella me sonrió y salió de la habitación. Miré la bandeja sobre mis muslos y comencé a comer en silencio. Se había enfriado, pero está muy sabrosa.

Una lágrima solitaria cayó por mi mejilla e hice una promesa. Me uniría a los cazadores de demonios y no derramaría ninguna lágrima más.

"NIEBLA" muichirou tokito x Lectora [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora