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Mi familia consistía en: mamá, papá, y yo. Nunca supe si tenía algún hermano perdido o algún familiar más de, lógicamente, mis abuelos, cuyas personas jamás conocí. Estaba convencida en que vivía en una burbuja, mi vida parecía ser perfecta. Salía a vender lo que crecía en nuestra huerta y jamás volvía tan tarde a casa, ya que mis padres me decían lo peligroso que era volver en la noche. Nunca supe por qué y jamás quise preguntar, hasta que ocurrió tal tragedia.

Mi padre solía contarme cuentos de los cazadores de demonios, me contaba cuántas respiraciones existían y que las personas pueden crear de las suyas si ninguna es compatible de las anteriores es compatible con su cuerpo. Yo los admiraba, y me gusta oír las historias de los cazadores, en especial las de Yoriichi.

Recuerdo la espada que reposaba sobre una repisa de madera en la sala de estar, pero jamás pregunté por ella, ya que pensé que era de algún ancestro o alguna reliquia o regalo que mis padres atesoraban.

-Katsumi-chan, no me queda mucho tiempo, lo presiento, así que escucha con todo detalle lo que te voy a contar.

-Entendido. -dije con tristeza.

-Hace siglos existió un clan, el clan Akai, ellos adoraban a un Dios, más bien, a un dragón rojo que servía como prosperidad a las tierras que cumplían sus peticiones. Ese clan era especial, todos nacían con el cabello rojo y ojos del mismo color, además de tener la marca del dragón en sus espadas o frentes.

Mientras me lo contaba, no podía dejar de comparar la historia con el clan Tsugikuni.

-Hasta que una joven conoció a un hombre de cabello púrpura grisáceo. Tacharon a esa mujer como traidora y la exiliaron del clan Akai, pero a ella no le importa mientras estuviera al lado del hombre que amaba. Como muestra de su amor, la joven quedó embarazada de gemelos; uno salió con el cabello rojo al igual que sus ojos, mientras que el otro era la copia exacta de su padre, pero lo curioso del último gemelo, es que sus ojos cambiaban de color cuando llegaba a cierto clímax o a un punto de la pelea en la que estaba furioso y no se dejaba vencer. Aquellos gemelos crecieron sanos y salvos, y se incluyeron a la brigada de cazadores de demonios.

La abuela hizo una pausa para tomar agua.

-Conocieron a los del clan Tsugikuni, y llevaban una buena relación, pero ninguno fue capaz de ejecutar el aliento solar, lunar o sus derivados, por lo que decidieron crear el aliento del dragón rojo, en honor a su madre. Pelearon durante años, tuvieron su familia, y fallecieron en la tranquilidad de su hogar. -rascó su ceja-. Y así esa respiración se mantuvo hasta cierto punto del clan Akai.

-¿A qué se refiere? -cuestioné mirándola fijamente.

Tokito estaba a mi lado, parecía escuchar con atención la historia.

-Yo tuve dos gemelos; Taeyang y Hak. -dijo y yo abrí mis ojos por la grata sorpresa de escuchar el nombre de mi padre ahí-. Y te preguntarás, ¿por qué tu padre nunca te dijo de mi existencia? Eso fue porque Taeyang no quiso exponerte en el mundo de los cazadores de demonios por el peligro de lo que trae.

-¿O sea que mi padre fue un cazador de demonios?

-Así es, fue un Pilar, el Pilar del Dragón Rojo. Hak, su hermano gemelo, no pudo usar ningún aliento, su espada nichirin jamás cambió de color y dejó su sueño de ser un cazador, pero jamás fue envidioso con su hermano, por lo que lo apoyó hasta llegar a la cima de los espadachines más fuertes, pero se retiró cuando naciste tú.

-Eso... no lo sabía. -comenté algo decepcionada.

Kukiko sonrió.

-Yo me casé con un chico de origen coreano, pues nuestro linaje ya se había dispersado completamente y nunca pensamos que volveríamos a tener a alguien con los ojos rojos del clan Akai, y tú... aunque naciste con los ojos cafés como tu madre, no te das cuenta a la hora de pelear que éstos cambian de color.

-¿Y eso aplica aunque tenga mi ojo izquierdo ciego?

-Claro -me sonrió-, ya que cuando uno los tiene rojos, ve un mundo que no puede ver nadie más.

Mordí mi labio.

-Katsumi-chan, mi nieta, aprende la respiración del dragón rojo y mata a todos los demonios. Me gustaría estar viva para presenciar lo sucedido, pero lamentablemente mi hora ya llegó. Lucha con la espada de tu padre y sé fiel al clan Akai, ¿entendido?

Comencé a llorar. Este momento parecía tan irreal que dolía.

-También anda a visitar a tu tío al pie de esta montaña, puede que él te cuente más cosas de las que no alcancé a contarte. Eres fuerte Katsumi-chan, los del clan Akai, confiamos en ti. -sonrió y la habitación se llenó de un frío escalofriante.

Abracé el cuerpo inerte de mi abuela y lloré tranquilamente su muerte hasta que llegaron algunas personas del pueblo y Katsuki para llevarse a Kukiko de aquí. Tokito, quien estaba a mi lado, me abrazó y yo recibí su abrazo. Me hacia bien sentir ese cálido abrazo de compasión y amor.

-Fue bueno que hayas venido. -dijo Katsuki a mi lado mientras observaba cómo enterraban a mi abuela-. Quería contarte todo desde que te vio ese día, y esperó hasta que pudo cumplirse su deseo.

-Gracias. -dije en un susurro.

-De nada, prima. -soltó y yo le miré con una sonrisa.

Al final descubrí que sí tenía familia y me alegraba saber que había cuidado de ella.

-Oye, Katsuki-chan. -le comenté-. No le digas a Keiji que somos familia, ¿si? Puede que más adelante, pero quiero que me recuerde como la chica que le salvó ese día, ¿puedo contar contigo?

-Claro.

Keiji se acercó a mí con unas pequeñas lágrimas en sus ojos.

-¡Katsumi-chan, quédate aquí! ¡Todavía me tienes que enseñar a usar la espada!

Me agaché a su altura y apoyé las manos en sus hombros.

-Pronto va a oscurecer, lo mejor sería que lo dejemos para otro día. -me puse de pie y él alzó su mirada-. Neesan va a venir a verte cuando pueda. Lo prometo.

Él me abrazó y yo le recibí el abrazo con gusto.

-¡Te quiero!

-Y yo a ti, pequeño.

Me despedí de todos los del pueblo y Tokito y yo emprendimos viaje hacia nuestra finca. Hacia nuestro hogar.

"NIEBLA" muichirou tokito x Lectora [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora