Capítulo 3: "Te necesito".

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Tenía la respiración tan agitada que casi no podía respirar, pensé que se me saldría el corazón, mi pecho ardía. No había dormido en toda la noche como siempre me pasaba, nadie sabe lo que me pasa porque nunca le he contado esto a nadie, eso solo lo sé yo, me reservo mis cosas. Pensé que era tiempo de levantarme y prepararme para asistir a clases. Miré mi teléfono y eran las cuatro de la mañana, tenía que quedarme así hasta esperar el amanecer, cerré mis ojos intentando conseguir el sueño, pero no lo conseguí. Mi primera clase era a horas tempranas de la mañana. Me quedé acostado solo pensando y ya cuando el sol se colaba por mi ventana a las seis de la mañana, decidí levantarme.

Comencé a preparar panqueques con tocino y huevos, ya listos tomé un plato y los vertí. Ya preparado para desayunar, tomé un vaso y jugo de naranja, me sentía orgulloso de poder preparar mi propio desayuno, era una de las pocas cosas que sabía hacer. Terminé y fui directo a mi cuarto e hice mi cama, cepillé mis dientes y luego entré al baño retirando mis bóxers.

¿Creían que por ser hombre no era ordenado o no sabía preparar un simple desayuno? Se equivocan, damitas.

Tomé una ducha de alrededor 30 minutos, sí, ya sé, saben eso de cuando los hombres tardamos mucho en el baño, haciendo ya saben qué.

¿Que soy un cerdo? Bueno, eso ya lo había escuchado.

Somos un asco y aún así no pueden vivir sin nosotros.

Salí y miré el reloj, eran las 6:45, me vestí rápido con los primeros pantalones negros que encontré, una camiseta y viejas botas.Deslicé mis dedos para peinar mi cabello y dejarlo al descuido.

No necesito peinarlo, aún así todas caen.

Como el polvo de anoche.

Disfrutaba haciéndolas gemir a todas mi nombre y halando su cabello, es que yo era un hombre con necesidades y un fuerte apetito sexual, lo admito, muchas veces llegaba hasta el punto de ser un narcisista.

Lisa ya se había marchado y no lo había notado. Se marchó mas temprano de lo normal hoy, ella siempre espera a que me levante.

Es mi hermana pequeña, por cierto, la única mujer que realmente vale la pena.

Tomé mis llaves, mi mochila, condones —por si las moscas—, me reí para mis adentros. Aseguré la puerta dejando mi casa, fui al garage y me introduje en mi Porsche negro de 2014, tenía una pequeña obsesión por los carros negros. Me tomó mucho conseguirlo, no hay una cosa que le encante más a las chicas que un novio con auto, a excepción de que yo no tengo novias, sino amigas con derecho o tías, da igual, como les quieran llamar.

Encendí mi carro haciendo rugir el motor, amaba ese sonido, dejando el camino atrás de mi casa. Estaba pensando en qué haría en la universidad, solo se escuchaba el motor de mi auto ya que no encendí la radio, no tengo tiempo para escuchar la estúpida música que hace soñar a muchos mientras el mundo se desmorona ahí afuera.

No me imagino saltando y gritando una canción. Ni que fuera marica.

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