Capítulo 19

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Mi vida comenzaba a tomar la ruta de la normalidad, a la vez que se decaía de cansancio. Mi enfoque en las cosas relacionadas con la magia empezó a disminuir y la vida escolar que me haría entrar a la universidad de mis sueños era lo que había decidido priorizar.

La entrevista con Cambridge había elevado mis esperanzas a pesar de notar nulas emociones por parte de la persona responsable de formularme las preguntas. Me sentía confiada al igual que mis padres, y el mejoramiento en mis calificaciones respaldaban mi seguridad. Aun así, el agotamiento que mi cuerpo sufría era extremo, y el levantarme cada mañana lo era aún más difícil.

Dillon mantenía su mano sobre mi espalda obligándome a caminar a su ritmo a pesar de estar arrastrando los pies. Artes, la clase previa, había recargado mis energías al permitirme dormir toda la hora ante un documental del surrealismo que la profesora se encargó de proyectar, pero no fue lo suficiente para las dos horas de física que me esperaban.

—¡Estoy cansada! —me quejé con Dillon tratando que me permitiera ir más lento.

—Vamos tarde para la clase —volvió a repetir por tercera vez.

Todos parecían conversar de manera despreocupada en los pasillos, después de todo era nuestro último receso. Pero a Dillon no le importaba, estaba convencido de que llegaríamos tarde.

Justo al abrir la puerta del salón el timbre comenzó a sonar, y Dillon y yo fuimos los últimos a los que el profesor les permitió pasar.

Al cruzar mirada con él, un "te lo dije" se vio reflejado en su mirada presumiendo que estaba en lo correcto.

—Estuvieron cercas —nos hizo saber Darren desviando su mirada hacia los compañeros que tocaban la puerta implorando su entrada al salón.

—Ela no se daba prisa —me culpó.

—Estoy cansada —reiteré con el mismo sentimiento del cual no negaba sentir—. Mis horas de sueño se están acortando. Estoy tratando de subir mi promedio y de no pensar en nada peligrosamente mágico —me excusé.

Era un desastre a comparación de ellos dos. A Darren simplemente no le estresaba ninguna asignatura, y su negocio de tareas, proyectos y exámenes le había dejado ganancias muy generosas. Dillon parecía muy relajado con todo. Y, por otro lado, yo me desmoronaba cada mañana.

—No entiendo cómo es que Dillon están en la misma situación y tú eres un desastre —dijo Darren, mirándonos a ambos.

—Yo me organizo —respondió Dillon.

Cerré los ojos por unos segundos y después concentré mi vista en la pizarra. Me negaba a discutir la perfección de Dillon.

El profesor comenzó a anotar los problemas que había dejado de tarea con las respuestas correctas. Miré hacia mis tareas, y al notar que cada una de ellas estaban bien escondí mi cabeza entre mis brazos.

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