La mitad de la semana había pasado demasiado rápido. Atender la panadería durante las mañanas, y practicar mi magia en la tarde, con Gwenhwyar los días que me había impuesto y con Dillon el resto de los días, era simplemente agotador, tanto que en ocasiones olvidaba que eran vacaciones.
La mañana había sido una de las más duras que habíamos tenido en los cuatro días anteriores que habíamos comenzado a hacernos cargo de la panadería.
Por alguna razón, los miércoles eran los días en los cuales la panadería solía llenarse, y los pedidos telefónicos no paraban durante horas. A veces me preguntaba cómo es que mamá podía atenderlos todos sola y llegar a casa llena de energía cuando ni siquiera Dillon y yo podíamos mantener el ritmo dividiéndonos las tareas.
Salí de la cocina cuando me di cuenta de que la hora del almuerzo había llegado, lo que significaba, que podíamos cerrar la panadería por media hora. Le avisé a Dillon casi al instante, y cuando terminó de atender al último cliente dentro de la tienda, volteamos el letrero de abierto a cerrado y colocamos el seguro a la puerta.
—¡Al fin! —exclamó Dillon, dejándose caer sobre uno de los pequeños sofás individuales de las mesas—. Un minuto más y estoy seguro de que me hubiese vuelto loco.
—Intenta estar todo el día horneando hojaldres y pasteles —dije, tomando asiento frente a él.
Me había sorprendido en la mañana cuando abrir el refrigerador encontrado el triple de cantidad de pasteles que mamá solía dejar listos las tardes previas. Pero tan solo habían bastado tres horas para comprender el porqué de la excesiva cantidad de productos, y no fue hasta la cuarta hora después de haber abierto la panadería en que me vi obligada a empezar a hornear.
—¿Cuántos pasteles hiciste?
—Uno extra de limón, dos extras de chocolate y cuatro extras de pastel de frutas —le respondí.
Nunca logré comprender el porqué de la alta demanda del pastel de frutas. Al igual que en Inglaterra, en Irlanda parecía se igual de popular. Durante las fiestas navideñas, tanto como la familia de Poppy como la de Olivia, solían tener ese especifico pastel como postre principal. También era el más vendido en panaderías y supermercados.
—¿Sabes que me molesta del pastel de frutas? —preguntó Dillon.
—¿La fruta?
Ambos reímos.
—Si —respondió entre risas—. ¿Cuál es tu pastel favorito?
—Limón —respondí sin dudar— ¿Y el tuyo? ¿Es chocolate?
Dillon negó.
—Zanahoria.
No evité poner una cara de disgusto. Cuando era pequeña tenía categorizado al pastel de zanahoria como un postre para adultos, puesto que miraba a mi papá comerlo junto con una clásica taza de café expreso. La primera vez que me sentí lista para probarlo, a los doce, proclamé no volver a comer ningún bocado de cualquier pastel de zahoria al sentir las nueces, las pasas y las delgadas rayaduras de zanahoria.
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Hada Adolescente
خيال (فانتازيا)Ella Glendalough solo planeaba pasar su último año lejos de problemas, pero ser la chica nueva no es fácil, sobre todo cuando eres rescatada por alguien quien te asegura que eres un hada y que también resulta ser una. Dillon Fitzgerald no solo es nu...