Capítulo 33

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El vuelo de regreso, a pesar de ser corto, se sintió como una eternidad

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El vuelo de regreso, a pesar de ser corto, se sintió como una eternidad. Aterrizamos en Dublín alrededor de las tres de la tarde puesto que tan solo duramos un poco menos de cinco horas en Londres, y a pesar de no haber dormido en la noche anterior ya no estaba cansada, la ansiedad se había encargado de alejar el sueño.

Dillon decidió de camino a su casa que la mejor opción sería regresar a Clifden y ninguno de los tres nos opusimos. Una vez llegamos subí a mi habitación y comencé a empacar, no mucho después mi puerta fue abierta por Dillon.

Estaba consciente de que él quería decir algo, pero al momento de ver sus ojos no pude contenerme y no lo dejé iniciar.

—¿Sabes? Creí que estabas demente la primera vez que te conocí, y cuando te ví en mi escuela pensé que serías un problema. —comencé a hablar—. Pero estaba mal, siempre me sacaste de cada problema que creaba —alejé mi mirada de la suya bajando mi cabeza—. Lamento haber sido tu problema.

—No, no lo hagas —dijo al instante en el que pronuncié mi última oración.

—¿Que?

—No te despidas —pidió—. No te despidas como si no fueses a estar mas aquí, por que te aseguro que seguiré sacándote de problemas —aseguró acercándose dos pasos hacia mi—, y por que te aseguro que seguirás siendo mi problema.

Ninguna palabra pudo salir de mi boca y Dillon se percató de ello. Se acercó más a mí y abrazó con fuerza, sin importarle que no le correspondiera el abrazo de vuelta.

—Gracias —susurré una vez pude reaccionar.

Dillon me observaba a la vez que empacaba y cuando finalmente terminé de hacerlo me acompaño hacia en la entrada, en donde sus pertenencias residían y Eithne y Darren nos esperaban.

Estaba completamente lista para volver a casa a pesar de quitar días de nuestro viaje a Dublín. Ya no era asistir a la fiesta de padre de Dillon y ver si juntábamos información que Gwenhwyar había dejado en la ciudad, los secretos, sorpresas y la advertencia de la chica habían acabado totalmente con la emoción que inicialmente teníamos en descasar en la mansión de Dillon durante la semana.

Al momento en el que la mano de Dillon tocó la perilla de la puerta principal, fuimos detenidos por la señora Whelan, la ama de llaves. Dillon se alejó de la puerta y caminó hacia la señora Whelan.

—Lamento intervenir en tan inoportuno momento, pero su padre desea hablar...

—¡¿Mi padre está aquí?! —le interrumpió Dillon, expresándose con asombro.

La señora Whelan asintió.

—Lo está y me envió a pedirle...

—Dile que lo lamento pero que no tengo ningún tema de conversación pendiente —interrumpió Dillon nuevamente—, y que no pude aplazar más mi estancia por asuntos pendientes en casa.

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