Epílogo

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Diminutos rayos del sol atravesando las persianas iluminaban de manera tenue mi habitación, permitiéndome ver el pacífico rostro de un Dillon durmiente

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Diminutos rayos del sol atravesando las persianas iluminaban de manera tenue mi habitación, permitiéndome ver el pacífico rostro de un Dillon durmiente. Eso se había convertido en un hábito cada mañana, despertar primero que él y tan solo observarlo hasta que el sol llegara a su máximo y anunciara que la noche había sido sustituida.

Pegué mi cabeza en su torso, mirándolo por extensos minutos.

Se miraba aterradoramente en calma que me parecía un delito interrumpir su sueño, incluso si significaba llegar tarde a una clase o alguna entrevista.

Por momentos el sueño me ganaba y volvía a quedarme dormida, y otras veces era atrapada cuando despertaba, pero sin importar que, nunca quería moverme.

—A veces me asusta que pases tanto tiempo mirándome —escuché a Dillon decir con voz mañanera.

Sonreír al ser descubierta, mas no me moví.

—Siempre tienes la opción de ir a tu departamento.

Sonrió, abriendo los ojos. Ambos sabíamos que no había importancia en mi respuesta.

Dillon pasó su mano por mi espalda acercándome aún más a él. Quería volver a dormir y no despertar hasta tarde, quería quedarme en esa posición por el resto del día con Dillon, pero era imposible.

—¿Lista para hoy? —asentí en su pecho— Gran día.

—Lo es —murmuré.

Elevé mi cabeza para ver su rostro, encontrado su mirada sobre mí. Ambos sonreímos y Dillon depositó un beso en mi frente.

A veces era imposible preguntarme si era posible que momentos así fuesen eternos, querían que lo fueran, es lo que mas ansiaba.

—¿Qué es lo que pasa por tu cabeza? —preguntó, sonriendo de manera exorbitante.

—No quiero levantarme, quiero quedarme así —me quejé sin pena, haciéndolo reír.

Sus labios bajaron hacia los míos depositando un corto beso.

—No puedes llegar tarde a tu graduación, tus padres te matarán.

Lo sabía perfectamente, gran día, gran evento, y por suerte, el ultimo antes de un largo descanso.

Me preparé para darle la razón, para decirle que solo me dejara estar así cinco minutos más antes de empezar con el gran día que tenia por delante, mas nunca pude hacerlo.

Mi corazón dio un vuelco al escuchar dos familiares voces gritar mi nombre desde la sala. Los ojos de Dillon se llenaron de pánico y saltó de manera inmediata de la cama intentando buscar su ropa.

—Poppy y Olivia —mencione sus nombres en voz baja recordando el plan que habíamos armado la noche anterior después de salir el bar.

Las dos, quienes contaban con una copia de la llave de mi departamento, vendrían para traer mi vestido para la ceremonia que Eithne envió desde París, justo a las siete de la mañana.

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