DESTRÚYEME | Jack Ross

07

Mierda.

Corrí lo más rápido que pude, me había levantado tarde y estaba llegando 15 minutos tarde a mi primera clase.

Y si se preguntan que paso con la rub... Naya.

Nos ignoramos mutuamente, ni ella quiso hablarme, ni yo le hablé.

Tampoco tenía planeado hacerlo, mi orgullo no me lo permite.

Quite cualquier pensamiento relacionado con Naya de mi cabeza para concentrame en seguir corriendo.

Estaba a punto de cruzar la calle cuando un auto se paró de golpe frente a mi.

Un paso más y quedaba pegada en el suelo como sticker.

-¿QUE TE PASA? -Le grité a quien sea que conducía.

Bajo el vidrio y era nada menos que Ross.

-Pudiste haberme matado imbécil. -Dije un poquito -muy- enojada.

-Si quisiera matarte ya lo hubiera hecho. -Argh, era tan molesto a veces.

-¿Que quieres? -Pregunté viéndolo con mala cara.

-¿A donde vas?

Par de imbéciles respondiendo preguntas con preguntas.

-Sabes Ross, hay personas que están en una universidad para estudiar. -Perdón, si no era sarcástica no era yo.

Me puso mala cara y vio hacia adelante, pensé que se iría cuando habló.

-Sube. -¿Porque no me miraba cuando me hablaba?

-¿Eh? -Quería hacerlo enojar, lo admito.

-A veces no entiendo como puedes ser tan tonta. -Abrió la puerta del copiloto. -Sube, te voy a llevar.

¿Porque quería ayudarme? Ahhh, el iba a hacer que tenga un colapso.

No me negué, después de todo si seguía corriendo talvés ni llegaría a la clase, así que subí.

Tardó un momento antes de arrancar.

Nunca amigos, nunca me iba a sentir como estando en silencio.

-¿Puedo preguntar algo? -Dije viéndolo.

-No. -Pensé en lo lindo que se vería mientras lo estrangulaba.

-Genial. -Dije falsamente. -¿Que rayos le pasó a Naya ayer?

Se tensó al instante en que las palabras abandonaron mi boca.

-No sé.

-A veces me dan ganas de patearte la cara Ross.

-A mi me dan ganas de meterte algo en la boca para que no hables.

Enemies to lovers, ya me imagine toda una historia.

Que asco conciencia, callate.

Condujo como un maniático y en menos de cinco minutos ya habíamos llegado.

Abrí la puerta rápidamente y baje, él como siempre tenía la mirada al frente, antes de cerrar la puerta lleve mi mirada hacia el.

-Ey imbécil. -Llamé su atención. -Gracias. -Le sonreí, sin falsedad, era una sonrisa sincera.

El hizo un gesto con la cabeza y por primera vez me sonrió, y parecía una sonrisa honesta.

Cerré la puerta y corrí hacia mi salón.

-Buenos días profesor, lamento el retraso. -Dije entrando.

-Señorita Page, que sea la primera y última vez, siéntese. -Asentí y fui a sentarme.