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Llego el día.

En tres días sería navidad.

Eso significa que hoy somos libres de salir de la universidad y volver el próximo año.

Así que justo eso es lo que haremos.

Ya solo estaba metiendo unas sudaderas en mi mochila, todavía tenemos mucho tiempo ya que nuestro vuelo sale en la tarde.

Supongo que les daré los regalos antes de que nos vayamos al aeropuerto, no quiero ver sus reacciones, tengo... miedo de que no les guste.

Terminé de meter mi ropa, cerré la mochila, la puse a un lado y me senté en la cama.

─¿Emocionada? ─Preguntó Ross desde el otro lado de la cama.

Giré para observarlo. ─Si ─Dije emocionada. ─Me emociona el hecho de que volveré a ver a Josh. ─Vi la confusión en su rostro y al principio no entendí pero luego recordé que jamas le dije el nombre de Joseph. ─Mi hermano, se llama Joseph pero lo digo Josh de cariño. ─Sonreí.

─¿Y...? ¿No te emociona que también veras a tus padres? ─Volvió a preguntar.

─Ah, si. Claro que me emociona pero... con Josh es diferente. ─Me giré hacia él y no dijo nada así que seguí hablando. ─Desde que tengo memoria, a sido él quien me cuidó, mis padres trabajaban casi todo el día para darnos lo mejor. ─Suspiré. ─El me daba de comer, me ayudaba a hacer mi tarea, jugaba conmigo, ya sabes, cosas que normalmente deberías hacer con tus padres. ─Esbocé una sonrisa. ─Le tomé tanto cariño, que cuando fue a la universidad tuve que visitar a un psicólogo porque estaba deprimida. ─Reí ante el recuerdo.

Noté como su mirada se había desenfocado así que hablé nuevamente. ─¿Y tú? ¿Como fue tu infancia?

Noté como cuerpo se tensó, busqué su mirada y cuando nuestros ojos chocaron, se relajó notoriamente.

─Fue... ─Dio un largo respiro. ─Difícil, esa es la definición perfecta. ─Una sonrisa de evidentemente dolor se formó en su rostro.

Me levanté de donde estaba y caminé hasta quedar sentada junto a él.

Al principio quise decirle que estaba bien, que no lo forzaría a decir algo no quiere, pero parece que no hizo falta decirlo.

─Prometo que te contaré, pero ahora tenemos que ir a comer y luego correr al aeropuerto. ─Se levantó de la cama y jaló suavemente mi mano dejandome de pie frente a él.

Cuando nuestros ojos se encontraron una sonrisa se formó en mi rostro, y en el suyo también.

Después de mirarnos como si estuviéramos hipnotizados por unos segundos, Ross me besó, su beso como siempre, fue suave y acogedor.

Puse mi manos sobre su nuca y él bajó las suyas a mi cintura.

Un golpe en la puerta hizo que nos separaramos de un brinco para luego reírnos como niños.

La puerta de la habitación se abrió dejando ver a Will del otro lado, su rostro se frunció en confusión cuando nos vio riéndonos como locos.

Un momento después él también empezó a reírse, supongo que se reía de lo ridículos que de seguro nos veíamos.

Finalmente los tres controlamos nuestro momento de risas y fuimos hasta la sala para comer.

Una vez que llegamos, Ross y yo nos sentamos en el sillón frente a Will y Naya, Sue como lo hacía usualmente se sentó en un sillón individual, empezamos a comer y yo empecé a pensar en como haría o como les daría los regalos.

DESTRÚYEME | Jack RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora