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—Dess. —Volvió a llamar después de no obtener una respuesta a su pregunta.

—Yo... —Traté de hablar pero las palabras no salían de mi boca.

Su novia lo dejó y quiere follarte para olvidarse de ella.

11 palabras de una completa desconocida me habían hecho dudar de todo lo que él dijo que sentía por mí.

El nunca te va a querer... Te está usando...

Ahora la voz en mi cabeza ya no era solo una, eran muchas y me estaban atacando.

Las palabras de la rubia se repetían una y otra vez dentro de mi y sumado a eso las voces de mi cabeza seguían atormentadome.

Alejé las manos de Ross de mi rostro, me puse de pie y caminé hacia la puerta.

Escuché su voz detrás de mi pero no me detuve y salí casi corriendo del edificio.

Una vez estuve abajo, me subí al primer taxi que vi, cuando arrancó pude ver a Ross saliendo del edificio y buscándome con la mirada.

Antes de que pudiera encontrarme el taxi arrancó.

—Lo siento... —Murmuré aunque sabía que el no lo iba a escuchar.

Había avanzado unos cuando metros sin sobrepasar el terreno de la universidad.

Me bajé en un parque, estaba un poco alejado de los edificios así que era un buen lugar para estar sola.

Me adentré en el y ocupe uno de los columpios que adornaban el lugar, este chilló ante el movimiento y mi mente recordó algo sin que yo pudiera evitarlo.

¡Vamos Adi sube, será divertido! —La infantil voz del niño con cabello esponjado junto a hizo que sonriera.

—Pero...—Dudé un poco. —Tengo miedo churu. —Dije poco convencida.

El chillido de los columpios me había causado miedo desde que era una niña.

—Yo voy a cuidarte. —Dijo el acercándose a mi y tomando mi mano. —Palabra de churu. —Subió su mano libre a su pecho en señal de promesa.

Churu... en una de nuestras tontas peleas de niños, le había gritado churu por su esponjado cabello. No tiene sentido, lo sé, pero para yo de 8 años si lo tenía.

—Esta bien pero si muero volveré para arrastrarte conmigo. —Bromeé y ambos reímos.

El aún sosteniendo mi mano me guió y me ayudo a subirme a un columpio.

—No morirás Adi yo no le permitiré. —Dijo mientras  ocupaba el columpio junto a mí.

Adi... como de seguro ya lo notaron, el era muy malo para inventar apodos, así que uso una abreviación tierna de mi nombre, pero eso no impidió que amara que me llame así.

El recuerdo empezó a distorsionarse y le abrió pasó a otro.

—Que dices... es una broma ¿cierto? —Mi voz sonaba asustada y lo único que quería en ese momento era que el ahora adolescente de cabello esponjado frente a mi, dijera que es una broma.

DESTRÚYEME | Jack RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora