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Jack

No la amaba... estaba seguro de que no la amaba.

—Jack, ¿todo bien?  —Jen estaba junto a mi, hablándome y aunque la escuchaba, realmente no le prestaba mucha atención.

Habían demasiadas cosas en mi cabeza: La discusión con mi padre, Jen, todas las cosas de las que se había enterado, todas las cosas de las que yo me había enterado y lo que más me revolvía... Desireé. 

Mi Desireé.

Los recuerdos recorrieron en mis ojos como si de una película se tratase. La forma en que había empezado a odiar que mis manos la tocasen, como sus ojos huían de mi... como poco a poco había dejado de amarme.

Y lo merecía, lo merecía totalmente.

—¿Jack?

—No puedo, Jen. —detuve el auto, justo en frente de la residencia femenina. —Ya no quiero hacer esto.

Mi mente se llenó del recuerdo de hace unos minutos, ella diciendo que nunca había dejado de amarme. Que no se fue por qué no me amara, que todo fue una mentira.

Estaba totalmente consiente de que no era su culpa, que lo había hecho porqué quería mi bienestar.

Pero eso no cambió nada, ella se fue, mi gran amor se fue.

Y un amor más grande me encontró.

—Ya no te amo, Jen. —dije directamente.

Mis ojos se quedaron en el volante, no quería verla, no quería decirle que era mentira por qué no lo era, no quería dimitir a lo que mis sentimientos me exigían a gritos, 

—¡Ross! —La voz de Naya apareció desde fuera del auto. —¡Baja!

No pensaba obedecerla, en absoluto, pero levanté la mirada y los vi a todos justo ahí. Will, Naya, Mike y quien más me sorprendió: Sue con los ojos rojos y con los nervios saliendo de cada poro de su piel.

Me baje de inmediato.

 —¿Qué pasó? —pregunté bajando del auto.

La inquietud se sentía en la atmósfera, todos estaban totalmente nerviosos, lo cual causó que también mis nervios se activaran.

—¿Will, que pasó? —volví a preguntar, ahora más nervioso.

Un silencio desesperante se apoderó del lugar y sentía que si alguien no hablaba en los próximos 10 segundos, iba a matarlos a todos. 

—Lo sabe Ross. —habló Will. —Sue le dijo todo.

Nuevamente, los recuerdos volvieron a mi mente, uno a uno.

Todas las veces que le mentí, todas las veces que la engañe y como jamás sentí remordimiento de ello, por lo menos hasta ahora.

Me sentí idiota por haberla traicionado. Ella me amaba, ella me ayudó y estuvo conmigo en momentos en los que ni siquiera yo estuve; pero la confusión fue más grande y me dejé llevar por la costumbre de haber amado a alguien a quien hoy estoy seguro, ya no amaba.

Porque estaba seguro y eso terminaba de matarme. ¿Por qué solo estaba seguro de amarla en este momento? ¿Por qué solo me convencí de amarla cuando seguramente... ella ya no me amaba?

—¿Dónde está? —pregunté y nadie respondió. —¡¿Sue, dónde está!?

—¡No lo sé! —respondió ella.

Aunque en ese momento sentía que todo era su culpa por hablar, en el fondo sabía que no lo era, sabía que era mi culpa por haberles pedido que mintieran, que cubrieran los idiota que fui. Pero por lo menos en ese instante, me permití tirarle toda la culpa a ella y odiarla momentáneamente.

Le dediqué una última mirada de odio y me subí al auto para ir a casa.

Rogaba que estuviera ahí. Necesitaba verla, necesitaba pedirle perdón y decirle que fui un idiota, que lo había sido por tanto tiempo pero que ahora estaba seguro de que la amaba más que a cualquier cosa, que era mi más grande amor y que lo seguiría siendo por el resto de mi vida y de las vidas que me quedaran por vivir.

Por el retrovisor pude ver como todos subían a un taxi e iban detrás de mi. Me permití maldecirlos en voz alta, sabiendo que no me escucharían.

A lo lejos pude observar el edificio y aumente la velocidad sintiendo que si tardaba un segundo más, escaparía y no lo encontraría jamás.

Estacioné el auto de una forma tan brusca, que pude oír como ser raspaba en la acera pero no podía importarme menos.

En la entrada me encontré a mi abuela y ese fue otro golpe de culpabilidad. Ella le tenía mucho cariño a Dessi y estuvo tan en desacuerdo desde el momento en que se enteró, aquel día que fuimos al funeral de la abuela de Jen. Aunque también quería mucho a Jen y deseaba más que nada darle sus condolencias, ella sabía que yo no iba ahí mostrándole apoyo como un amigo.

Pero era mi abuela y sabía que siempre me apoyaría.

Asi que la culpa recaía totalmente en mí.

Subí las escaleras como un maniático y llegué a la puerta, saqué las llaves de mis bolsillo pero tomé un largo tiempo en reconocer cual era. Los nervios estaban presentes y lo hacían notar.

En cuanto abrí la puerta, fui directamente a la puerta de nuestra habitación, golpeé algunas veces y nadie respondió, incluso intenté abrirla pero estaba con llave. 

Ella estaba ahí, eso era seguro.

El sonido de la puerta principal llamó mi atención. Un sentimiento de ira me invadió al verlos a todos ahí, como si esto fuera algo que les importara cuando no era así. Esto no tenía que ver con ellos.

Golpeé la puerta nuevamente y nadie salió. Por la frustración, fui al refrigerador y saque un paquete de cervezas.

Nuevamente me sentí idiota.

Estaba alcoholizándome cuando debería estar insistiendo, rogando y pidiendo perdón en esa maldita puerta, incluso tumbándola a patadas si era necesario, pero no podía. La culpabilidad y el sentimiento de saber que lo había perdido todo, eran más grandes.

Por qué lo sabía. Sabía que este sería el final y aunque mi mente quería convencerme de lo contrarío, en este momento, yo, que deseaba el perdón más que nadie.

Sabía que no lo merecía.

No merecía nada de ella porque fui yo quien eligió perderlo todo.

 x x 

Capitulo para terminar de odiar a Jack. (Btw, eres un cabrón, con toda la extensión de la palabra)

Queda un capitulo y siento nostalgia. ¿Ustedes que sienten?

No se olviden de votarr y comentarr

Written by Atenea 🥀




DESTRÚYEME | Jack RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora