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Entré en la habitación y me dirigí a mi cama ignorando por completo a Naya. No pensaba hablar con ella, no quería hablar con ella, no cuando me esta culpando por algo que yo desconozco por completo.

Empecé a quitarme las zapatillas y se decidió a hablar.

—Dess... —Dijo y ni siquiera voltee a verla.

—Lo que tengas que decir, no es el momento. —Me quité la otra zapatilla y guarde el par.

—Dess yo de verdad lo sien—

No deje que terminara de hablar. —Estoy cansada de tus disculpas, Naya. Estoy cansada de que me culpes por algo que yo nisiquiera sé.

—Se que hice mal pero—

—Claro que hiciste mal, aunque seas amiga de Ross no eres nadie para meterte en su vida o en la mia. Si tan grave fue lo que pasó, ¿Por qué no dejas que lo supere?.

No pensé lo que dije, pero tampoco me arrepentía, no mentí, todo lo que dije fue cierto y ya estaba cansada de guardarmelo. Sabía que esto podía afectar o en todo caso terminar mi amistad con Naya pero necesitaba decirlo.

No respondió y yo fui a ponerme mi pijama, cuando volví estaba sentada en su cama y la ignore nuevamente.

Me recosté en mi cama y me dispuse a dormir.

—Lo siento... —Dijo en un susurro y por un momento quise ir a abrazarla pero si volvía a perdonarla así de fácil, ella iba a seguir teniendo la misma actitud hacia mi.

No le respondí y me quede dormida.

-

La luz que entraba por la ventana hizo que me despertara, busqué mi teléfono para ver la hora y aún  era muy temprano.

Pensé en seguir durmiendo pero terminé levantándome. Ya estando de pie me estire y volteé hacia la cama de Naya.

Ella no estaba, supongo que se fue temprano.

Me giré hacia el armario donde tenía mi ropa y empecé a buscar algo cómodo.

Escogí un pantalón flojo y una blusa que se pegaba a mi cuerpo. Fui a bañarme y me puse la ropa que había escogido.

Con la toalla en la cabeza camine hacia la cama, tome mi teléfono y llamé a mi familia, hace días que no hablaba con ellos.

Contestaron casi de inmediato y la voz de mamá dibujo una sonrisa en mi rostro.

—¡Cariño! —La emoción en su voz me hizo ensanchar mi sonrisa.

—¡Hola mami! —La saludé.

—Pasáron años desde la última vez que hablamos hija, ¿Por qué no has llamado?

Si le contaba lo que me pasó, todo sería un caos en casa y vendrían a verme de inmediato, los extraño pero no quiero que se preocupen.

—Nada en particular, solo... ya sabes, las tareas y las clases, me quitan todo el tiempo y la energía. ¿Como están las cosas por casa? —Cambie de tema estrategicamente.

—Igual que siempre nena, Joseph trabaja, tu padre igual y yo me quedo en casa.

—Seguimos con la rutina, ¿donde están Joseph y papá ahora? —Dije con curiosidad.

—Tu padre esta bañándose y Jo—

La voz de mi madre se escucho lejana y lo siguiente que escuche fue la voz de mi hermano.

—¡Dess! —Dijo él con emoción. —¿Como está mi pequeña hermana?

Mi relación con Joseph siempre fue buena, desde pequeños nos enseñaron a querernos y a cuidarnos mutuamente.

DESTRÚYEME | Jack RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora