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Llevé mi mirada hacia mi hermano, él me sonreía, claro que lo hacía.

Él no lo sabe, nadie lo sabe, nunca le conté a nadie la verdadera razón por la cual me había distanciado de Ethan.

Para todos la razón por la que habíamos dejado de hablar es porque crecimos y tomamos caminos diferentes, pero... si ellos supieran.

Mi mirada seguía en mi hermano y al ver su sonrisa, tomé fuerzas de quien sabe dónde y sonreí.

─¡Princesa! ─Chilló mi madre mientras caminaba hacia mí. ─¡LLEGASTE! ─Dijo y me envolvió en un abrazo, ya saben, un abrazo de mamá, uno de esos que te reconfortan.

Pero este abrazo no me reconfortó en lo más mínimo, sabía que cuando la soltara volvería a la realidad, tendría que enfrentarme a esta situación, y honestamente no quiero. Lo que quiero es salir corriendo y desaparecer del mundo.

Tarde o temprano tendrás que afrontar esto.

Prefiero tarde.

─Hola mami ─Respondí cuando nos soltamos del abrazo.

Mi mamá se hizo a un lado, dejando que mi papá invadiera todo mi campo de visión.

─¿Como está mi pequeña abejita? ─Dijo papá, en otra circunstancia me hubiera avergonzado de que me llamara así, pero ahora no. Di dos pasos hacia el frente y le dí un abrazo.

Los extrañé tanto.

─Feliz ahora que volví a casa ─Dije y al igual que mi madre, mi papá se apartó de mi campo visión.

Las ganas de salir corriendo, me invadieron nuevamente, no tengo problema en saludar a mis tíos pero... a él.

Quier abrazarlo, quiero preguntarle donde a estado, si a estado bien, pero también quiero golpearlo, quiero gritarle en la cara que me hizo mucho daño.

Pestañeé rápidamente para volver a la realidad y puse mi mejor sonrisa para saluda a mis tíos. ─¡Tía Mayita, Tío Pepito! ¡Hace años que no los veo! ─Dije abrazándolos a los dos al mismo tiempo.

Ellos eran nuestra única familia, mi tío era el único hermano de mi mamá, mi papá era hijo único, por lo cual les tengo un cariño muy especial.

─¡Mi niña! ─Dijo mi tía. ─¡Mira que grande que estas! ─Completó mi tío.

Les dí una sonrisa y el momento al que no quería llegar, llegó.

Ellos se apartaron y la única persona que quedaba era él.

Lo ví atentamente y analice cada parte de él, sus ojos derramaban frialdad, una sola mirada suya era suficiente para que tengas escalofríos.

Ethan empezó a caminar lentamente hacía mi, y sentí la como la mirada de todos los presentes me perforaba.

¿Que hago? ¿Como lo saludo? ¿Le doy un abrazo? ¿Le doy la mano? ¿Chocamos los puños? ¿Sonrío?

Dale una cachetada.

No tuve tiempo de pensarlo porque él ya estaba justo frente a mí, la profundidad de sus ojos y la seriedad de su rostro, podrían asustar a cualquiera.

Pero no a mí.

─Hola. ─Sacudí mi mano en forma de saludo y él hizo un gesto con la cabeza.

Genial. No saludamos. Sigamos con las presentaciones.

Me dí la vuelta y di dos pasos para posicionarme a un lado de Ross.

Una sonrisa se formó en mi rostro pero se borró cuando lleve mi mirada a mi hermano. El alternaba sus ojos entre Ethan y yo.

DESTRÚYEME | Jack RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora