Capítulo XII

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Camino por la baranda de mi puente favorito, un pie mal puesto y caigo, no importa para que lado, de todas formas, terminaré en el suelo del bosque. No lo haré, claramente.

Creo que este lugar se convirtió en mi zona segura, es tranquilo y me distrae de los malos pensamientos, la casa de John me asfixia y los malos momentos en la escuela me deprimen. Venir aquí es un tanto relajador, las hojas de los árboles se mueven perezosamente de un lado a otro, el lejano lago se ve tranquilo, los animales...ni siquiera los veo.

Mis brazos están puestos en un ángulo de 180° para evitar caerme con el viento, es de noche, por lo cual éste es más fuerte.

Cierro mis ojos al momento de sentarme, he estado jugando por demasiado tiempo y la adrenalina por pensar en caer ya me está pasando la cuenta.

Cuando eran las nueve de la noche, aproximadamente, salí de mi casa, no lo aguante, asique esperé que estuvieran todos ocupados con alguna cosa y salí por mi ventana, luego de eso caminé como es costumbre y llegué al puente, mí puente.

Es irónico como escapaba del dolor y terminé encontrando más aún, al menos no es el mismo dolor que antes.

Recuerdo los sentimientos que tuve en ese entonces, lo digo como si hubiera pasado mucho, pero no. La traición es latente y el dolor lo es aún más.

Denomino tres situaciones como mi primer, segundo y tercer infierno:

El primero fue la situación con mis padres.

El segundo fue culpa de un grupo de personas.

El tercero y último fue por causa del segundo, el colegio y las personas en general. Los adolescentes pueden ser crueles a veces.

Creo que si algunas de las personas que conocí aquí escuchara lo que pienso me diría estúpida, tengo inseguridades, muchas inseguridades, a decir verdad, una de ellas son las amistades, siento que no les agrado, que un día estarán y otros no, que se ríen de mí a mis espaldas y que nunca seré suficiente como par tener de los buenos. Siento que no soy importante para ellos porque ella me hizo así, ella me hizo desconfiar de todos, lo peor es que no fue solo ella, fueron ellos.

¿Cómo las personas pueden ser tan crueles? Lo que hicieron fue asqueroso, pero lo que yo hice lo fue aún más.

Esa noche la chica que iba por ahí me salvo, ¿pero a que costo? Una persona menos en esta vida.

A mi alrededor empieza a escucharse ruido, aunque sé que tipo de ruido es.

-Estabas enojada, decepcionada, triste y no sabía que hacer. Perdona.

-¿Cómo me encontraste? -digo sin voltear.

-Sé a donde irías. Te conozco hace poco, sin embargo, me fijo en los detalles, como, por ejemplo, ahora estás triste, ¿me equivoco?

Arrugo la nariz y contesto:

-No, no lo haces.

-Eres fácil de descifrar algunas veces, ¿pero otras? Otras son imposibles, no sabría que hacer o decir, generalmente no sé que piensas. Ni siquiera sé porque vives aquí, solo sé que vivías con tu madre, que le pediste venir y ella accedió, llegaste a la ciudad hace poco, prácticamente de la nada.

¿Eso es verdad? Bueno, sí, ¿pero de verdad me puso atención cuando le hablé? Estábamos bebiendo mientras hablábamos, creí que se le olvidaría algo al menos, que no querría pensar en eso. Mi cabeza dolió todo el día después de esa noche, y no supe si fue por el alcohol, pastillas o por la deshidratación de tanto llorar. Creo que, por todas, ahora que lo pienso, fue un milagro no haber muerto, de todas formas, no fue como si hubiera tomado mil pastillas y mil botellas.

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