Capítulos IX

470 75 69
                                    

Despierto por la mañana, estoy sola.

Me sigo sintiendo como si un camión hubiera pasado por mi cuerpo repetidas veces, pero al menos no me siento como si un avión hubiera caído sobre mí y luego explotado conmigo abajo.

Mi cabeza duele, pero eso no es impedimento para los malditos gritos de Charlotte, ¿Cómo una niña de seis años puede tener cuerdas vocales tan agudas y fuertes? Bueno, lo de agudas lo sé, todos los niños son así, ¿Pero lo de fuertes? No lo sé.

—¡Ellie!, ¡Ellie!, ¡Ellie!

—¿Qué?, ¿Qué, ¿Qué?

—Estoy muy muy enojada contigo—dice cruzándose de brazos.

—Y eso se debe a

Espero a que me diga, pero no entiende que me debe responder cuando le digo eso.

A veces olvido que es una cría.

—¿No me preguntarás por qué?

Lo hice niña idiota.

Aun así:

—¿Por qué?

—¡Porque nunca me diste golosinas! ¡Me lo prometiste!

—¿Qué? ¿Cuándo?

—¡¿Acaso eres Dory?!

—¿Dory?

—¡La de memoria corto plazo!

Y recuerdo.

—Bien, ¿conoces el juego del silencio?

—No, ¿Cuál es ese?

—Para empezar, es muy complicado, solo personas geniales y fuertes mentalmente pueden lograrlo. El juego consiste en permanecer en silencio lo más que puedas. Lo sé, nivel imposible—estaba por decir que no, lo vi en su cara, asique añadí—la que aguante más se gana golosinas.

—¡Quiero jugar, quiero jugar, quiero jugar! —saltaba y me irritaba.

—Si sigues así no lograras ganar, Shhhhhh—Dios, ¿Qué hice para merecer esto?

—No ganaste el juego, Charlotte. Así no vale.

—En el juego no, cabeza de chorlito.

—Cuando me pedisiste que no le dijera nada a papi.

—¿Pedisiste? ¿No será pediste?

—Sí, sí, eso.

Y vuelvo a recordar.

—¿Ellie? —se da la vuelta.

—¿Sí? —la miro.

—Buenas noches, espero que nunca te vayas—corre hacía mí y me da un ¿abrazo? Wow.

—¿Charlotte?

—¿Qué pasa?

—¿Puedes no decirle a tu padre que llegué a esta hora? Te daré un chocolate y gomitas.

Sus ojos se agrandan demasiado, es sorprendente.

—¡Claro!

—¿Recuerdas ya?

—Lo hago, ¿y qué con eso?

—¡Me debes golosinas!

—¿Ahora?

—¡Ahora!

—Sé que los niños son pequeños y no entienden muchas cosas, ¿pero no vez que estoy enferma?

Saltar al vacío ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora