CAPITULO 5 ( UNA VEZ MAS )

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-ENCONTRE ESTA CANCIÓN Y ME DIERON GANAS DE ESCRIBIR. ENTONCES ESCUCHENLA Mientras leen, JJ Y PAULA CHINGUE A SU MADRE


Isabela y Paula están sentadas en el suelo de la habitación de Isabela. El ambiente está tenso; hay un silencio incómodo que parece durar una eternidad.

Isabela frunce el ceño, con los brazos cruzados y la espalda contra la pared. —Al menos podrías actuar como un ser humano.

Paula ladea la cabeza, fingiendo confusión. —¿Cómo así?

Isabela con tono sarcástico, sin dejar de mirarla a los ojos. —Primero quieres que te perdone y después me golpeas. Eres muy inteligente.

Paula sonríe con autosuficiencia. —Lo soy.

Isabela suspira, cansada y con una expresión de frustración. —Olvídalo, terminemos con esto rápido.

Paula cruza los brazos, decidida. —No, hasta que me perdones.

Isabela arquea una ceja con desdén. —Nunca. Mira, por mí no hay problema si reprobamos.

Paula: —¡Maldición! Está bien, empecemos.

Isabela resopla y asiente. —Bien.

Una hora después...

Isabela se pone de pie de repente, dejando caer un cuaderno al suelo . —Creo que lo dejamos hasta aquí por hoy —dice con evidente cansancio en su voz.

Paula revisa su reloj, sorprendida. —Aún es temprano.

Isabela responde con sarcasmo, tocándose la mejilla donde hay un pequeño moretón. —Estoy cansada, además tengo que ver qué hago con mi cara. Mi mamá no me puede ver así.

Paula da un paso hacia ella con una sonrisa conciliadora. —Puedo ayudarte.

Isabela niega con la cabeza. —No, gracias. Vete.

Paula insiste, dando un paso más cerca. —Déjame ayudarte.

Isabela suspira con frustración. —Ahhh... está bien.

Paula sonríe, visiblemente contenta. —¡Yei! —ríe suavemente.

Isabela rueda los ojos con fastidio. —Qué molesta eres.

Paula responde coqueta. —Hermosa también.

Isabela se burla, con sarcasmo —Lo que tú digas, Su Majestad.

Paula sonríe y se acerca a Isabela, examinando su rostro con atención. —En fin, déjame ver qué puedo hacer.

Isabela resignada. —Esta bien.

Paula, con movimientos cuidadosos, intenta arreglar el desastre que causó en el rostro de Isabela. Después de un rato, se echa hacia atrás para observar su obra.

Isabela se mira en un espejo pequeño. —Bueno, servirá por ahora.

Paula sonríe satisfecha. —De nada.

Isabela frunce el ceño. —¿De nada? ¡Si esto es por tu culpa!

Paula se encoge de hombros. —Detalles.

Isabela suspira, impaciente. —Ajá. Ahora sí, lárgate.

Paula finge estar dolida. —Cuánto odio... —ríe.

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