Capitulo 21 ( ¿Esta Mal? )

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POV Paula

—No me había dado cuenta de lo graciosa que eres, niña —dijo Jennie, con una sonrisa en los labios, mientras me miraba con un brillo de desafío en los ojos.

Fruncí ligeramente el ceño. —No lo soy —respondí con un tono un poco molesto, cruzando los brazos sobre el pecho, intentando no darle importancia.

Jennie se rió suavemente, pero había algo en su risa que me hizo tensarme. —En fin, mejor no discutamos. Hoy estamos aquí para celebrar.

Solté una risita irónica, buscando fastidiarla un poco. —Ah, verdad, hoy la anciana se hace más vieja.

Jennie me dedicó una sonrisa que no tenía nada de amable, y por un segundo, un escalofrío recorrió mi espalda. Esa sonrisa era más amenazante que cualquier otra cosa. Tragué saliva, empezando a sentir un poco de miedo.

—Dices eso una vez más y... —su tono seguía siendo tranquilo, pero la amenaza implícita me hizo levantar las manos en señal de rendición.

—Perdón —dije rápidamente, sin querer averiguar qué pasaría si la provocaba más.

Poison, que había estado observando la interacción con una sonrisa divertida, intervino con una risa ligera. —Un poco de vino calmará las cosas.

Jennie le lanzó una mirada de complicidad. —Tú sí sabes —respondió, guiñándole un ojo.

Suspiré aliviada cuando la conversación volvió a un tono más relajado, y la cena continuó con normalidad, aunque la tensión seguía latente en el aire.

POV Isabela

Al llegar a casa, dejé las bolsas en el suelo y me quedé mirándolas por unos segundos. El amigo de Paula me había ayudado a traerlas. No podía negar que fue agradable hablar con alguien, aunque fuera con él.

Subí las escaleras hacia mi habitación, cerré la puerta con llave y me dejé caer en el suelo, apoyando mi espalda contra la madera fría. Miré alrededor, el silencio de la casa era abrumador. Sabía que mi madre probablemente no vendría esta noche, como de costumbre. Aunque había traído cosas para la cena, no tenía ni la más mínima intención de cocinar. Tampoco de comer. No quería hacer nada.

Sentí mis ojos pesados mientras mi mente empezaba a vagar, sumergiéndose en recuerdos borrosos de momentos que parecían lejanos. Intenté recordar algo bueno, un instante en el que todo estuvo bien, pero solo encontré fragmentos rotos, imágenes vagas que me recordaban lo mucho que había cambiado. No siempre había sido así, pero ahora todo parecía una espiral descendente.

Horas más tarde, después de revolver en mi mente memorias amargas y pensamientos autodestructivos, algo se coló entre la oscuridad: el recuerdo de la primera vez que la vi a ella. No pude evitar que una pequeña sonrisa se asomara en mis labios. A pesar de todo, ella había despertado algo en mí desde el primer momento. Aunque... las cosas no habían salido bien. Nuevamente.

Me llevé una mano a la cara, riendo por lo bajo cuando recordé aquella vez que dormimos juntas y la saqué de la cama de una patada. —¿Debería patearla otra vez? —murmuré, negando con la cabeza. Qué estúpida.

Suspiré con una mezcla de tristeza y resignación. —Mi vida debe ser un asco si el recuerdo de ella es lo mejor que me ha pasado.

Pasaron algunos minutos más, dejándome llevar por esos pensamientos inútiles, hasta que, sin darme cuenta, me quedé dormida.

Un fuerte golpe de viento hizo que la ventana de mi habitación se cerrara de golpe, despertándome bruscamente. Me levanté, algo desorientada. —¿Cuánto tiempo llevo aquí tirada?

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