CAPITULO 12 ( RECKLESS )

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POV Isabela

—Ya déjenla, no vale la pena.

Esas fueron las últimas palabras que le dije. Desde entonces, no hemos vuelto a hablar. Lo cual, la verdad, me parece perfecto.

Me estaba alistando para ir al colegio, como siempre, sola. Mi madre no estaba en casa, tampoco me sorprendió. Después de desayunar rápido, tomé mi mochila y salí de casa.

Para colmo, salí al mismo tiempo que Paula. No era lo que necesitaba esta mañana. Al principio pensé que intentaría hablarme, pero no lo hizo. Solo miró al suelo y pasó rápidamente a mi lado. Parecía... triste. Aunque, sinceramente, ya no me importa.

Sacudí la cabeza, ignorando esa imagen, y seguí mi camino. Cuando llegué al salón, un grupo de chicas me llamó. Se disculparon por haber compartido el video y haberse reído de mí. No parecían sinceras, pero igual acepté sus disculpas. No vale la pena desgastarse con ellas.

Al comenzar la clase, la profesora recordó la tarea en grupo. Había olvidado completamente que mi compañera era Paula. Lo último que quería era hacer algo con ella. Sin pensarlo, levanté la mano.

—¿Diga, señorita Rojas? —preguntó la profesora.

—¿Puedo presentar el trabajo sola?

—Le recuerdo que la tarea es en pareja —respondió ella con tono autoritario.

—No veo el problema en hacerlo sola.

La profesora me miró, cruzando los brazos.

—O lo entrega con su compañera, o pierde la materia.

—Está bien, como quiera —resoplé, dejando caer mi mano.

POV Paula

Salí del colegio sin rumbo fijo, solo quería despejarme. Mi relación con Isabela estaba rota, y cada vez que la veía, la culpa me consumía. Caminé hasta un parque cercano y me senté en una banca. Me sentía sola, incluso con toda la gente alrededor.

Mientras me perdía en mis pensamientos, una voz familiar me interrumpió.

—¿Todo bien?

Alcé la vista y vi a Andrés, uno de los pocos que me hablaba últimamente.

—Más o menos —respondí con un suspiro.

Se sentó a mi lado, mirándome de reojo.

—¿Quieres un consejo de amigo?

—Si quieres...

—Deja de ser imbécil.

Lo miré incrédula.

—¿Qué clase de consejo es ese?

—El mejor que vas a recibir —respondió con una sonrisa burlona.

Rodé los ojos y solté una carcajada amarga.

—No lo creo, Andrés.

—Es en serio. Y sobre Isabela...

Mi estómago se tensó al escuchar su nombre.

—¿Qué pasa con ella?

—¿Por qué le hiciste eso?

Me encogí de hombros, intentando parecer indiferente.

—Por imbécil.

—¿Ves? Justo por eso te lo digo. Deja de serlo —se rió, pero sus palabras llevaban una verdad incómoda.

Me quedé en silencio, mirando mis manos. Tal vez tenía razón. Al final, solo asentí.

—Supongo que tienes razón.

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