Nota de la autora
Perdón por hacerlos esperar, pero aquí está: otro intrigante capítulo de esta historia. También es para decirles que entré a un concurso de cortos y publiqué el mio. Si gustas pasarte, está en mi perfil, se llama 'Reset'
La lluvia cae sin cesar sobre mí. Estoy en Egipto de 1320 y hoy es mi día de la mala suerte. Pocos días cae agua sobre estas tierras y, justo cuando el príncipe me manda a buscar a su futura esposa: llueve. Debo caminar hacia la ciudad natal de ella y llevarla al palacio.
La fulana agraciada del príncipe no me está haciendo nada hermoso el día; al estar en terreno desértico el camino comienza a hacerse dificultoso: tengo todas las de perder. Bueno, solo me queda mi empleo, el ser parte de la guardia real no está tan mal. Tengo tres comidas al día y vestimenta decente. Aparte, vivir en un lado modesto del palacio, lejos de las peleas que libran los otros por territorio, es algo reconfortante.
Les rezo a los dioses para que el camino de regreso sea mejor; lo último que deseo es a una futura princesa que me odie. Me gusta pasar desapercibido. Veo de lejos la ciudad a la que me dirijo y agradezco al tempestuoso cielo porque mi destino está cerca. Las edificaciones bajas y decoloradas me saludan a lo lejos. Hay pedazos de tela que cubren las entradas de los hogares y niños que juegan en los charcos bajo la lluvia.
<<Que no sea refinada ni una loca histérica>> Imploro antes de tocar la puerta de la dirección que se me dio. Quiero ir de regreso lo más pronto posible. Toco una vez y nadie sale. Un relámpago resuena a lo lejos y los niños que jugaban en los charcos, corren asustados mojándome justo en el momento en el que alguien abre la puerta.
Todo se ilumina de repente, sospecho que solo para mí. Una chica menuda con túnica blanca de seda y tez morena, aparece ante mí con sus cabellos negros tal como la noche.
― ¿Vienes por mí? ―reacciono de repente y me hinco ante ella.
―Oh, no. ―su toque me deja petrificado y renuente a hacerlo, me levanto― No soy nada aún, solo dime Nefertary.
― ¿Quiere que esperemos? ―impulso mi lengua a hablar mientras aparto la mirada para ver como cae la sorpresiva lluvia.
― ¿Cómo es que eres parte de la guardia real si eres tan desobediente? ―pasa a mi lado sorprendiéndome. Con el agua comenzando a arruinar su apariencia y cayendo en cuenta de lo desarreglado que debo parecer, me doy cuenta de que la chica acaba de agarrar el camino al palacio e impulso mis pies a perseguirla.
Me despierto de golpe. Aún tengo la llave y el heptágono en la mano. Me he dormido en el suelo del departamento.
Confuso, miro las cosas en mi mano y recuerdo el sueño que he tenido. No suelo soñar y de hacerlo, poco es lo que recuerdo; esto lo he sentido tan real… Me obligo a sentarme ya que mis pies duelen y la curiosidad me tortura.
―Beberly, ¿dónde estás? ―le pregunto a la nada mientras examino mis extraños tesoros. ¿Dónde abre estado ayer? ¿Qué serán estas cosas? Demasiadas preguntas para un simple mortal, ¿Por qué me he metido en esto? Creo que no me hizo falta con ser lo suficientemente estúpido.
Necesito respuestas, por eso debo encontrarla, solo que no sé donde buscar. No sé dónde pueda estar ni tampoco cómo transportarme. Puedo transportarme, recuerda mi cabeza. Entonces, mi hija regresa a mi cabeza y el dolor arrasa con parte de mí.
Me pongo de pie y comienzo a caminar por el suelo que aún conserva los vidrios. Un toque a la puerta me trastoca y luego el grito de alguien que conozco también: Mi jefe, el jefe de la policía.
― ¿Hay alguien en casa? ―me congelo. ¿Qué se supone que deba decir? ¿Cómo voy a explicar esto? Y de explicarlo, creo que necesito un tiempo fuera del sistema, del trabajo. Oh, Beberly, haz llegado solo para complicarme.
La puerta cae derrumbada por una patada y luego unos hombres entran apuntando. Reconozco a unos cuantos; entre ellos está mi compañero en la patrulla. Estoy en medio de la sala, esperando a que me pidan explicaciones. Sin embargo, pasan a mi lado directo a la habitación.
―Siempre pensé que estaba loco ―susurró uno de ellos viendo los vidrios destrozados.
―Y yo siempre supe que eras hipócrita ―le grité desde mi posición. Parece no escucharme e ignorarme porque toma tu radio y comunica ―: Oficial desaparecido y un gran desastre en su departamento. Comiencen con la búsqueda.
Todos salen de prisa y uno me traspasa. ¿Qué demonios? ¿He muerto? ¿Por qué no pueden verme?
No dudo que alguien haya llamado a la policía al ver éste desastre, pero ¿Qué me ha pasado? Me estremezco al pensar en mi posible fallecimiento, pero es entonces cuando recuerdo que Beberly puede hacer esto, que también puede transportarse y entonces me pregunto, ¿me estoy convirtiendo en ella?
Observo el heptágono y la perla, que ahora brillan naturalmente ante el sol. Hago girar al heptágono como si fuese una moneda y me quedo sorprendido al notar algo: cuando comenzaba a caer ha reflejado la cara de ella.
Me quedo mirando el extraño artilugio y noto que es de vidrio, pero ¿de qué clase? Creo estar volviéndome loco, pero al volver a repetir la hazaña reaparece Beberly entre una gran oscuridad.
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Balance
Художественная проза¿Qué pasaría si te dijera que soy la causa de tus problemas? ¿Me matarías? ¿Y si te digo que no puedes matarme? ¿Qué tal si te pido que lo hagas y acabas muriendo tú? ¿Y si te digo que estuve en el año 1800 y te conozco desde entonces? ¿Qué pasaría...