Desconsolada, una chica de piel tan blanca como la luna lloraba en la oscuridad. Tenía en sus manos un collar de oro con una joya negra, parecida a una lágrima, la cual hacía de dije. La miraba una y otra vez, sostenía aquello con ambas manos, cerraba los ojos y dirigía sus palmas a la boca; rozando con sus labios y lágrimas la piedra negra.
Sabía que los habían traicionado, conocía la realidad de su vida: una chica hermosa en una aldea pequeña; su familia humilde y con grandes expectativas sobre ella. El día que el príncipe visitó la aldea y la escogió, la presión aumentó bajo sus hombros: su familia obtendría estatus, oro... dignidad, reconocimiento. Sentía que había hecho lo correcto hasta el día que él apareció en su puerta.
Raramente, aquella tarde llovió. El cielo y ella estaban de acuerdo en algo: aquellas horas eran tan tristes, que era necesario que uno de los dos se quebrara; ella no lo hizo, porque en los ojos de su acompañante, encontró la fuerza que necesitaba.
¿Qué le había atraído de él? Aquella seguridad que a ella le faltaba, sus miedos ocultos en las pupilas negras y comprimidas y, la sensibilidad que un día le arrebataron los hombres del pueblo.
Estaba entre el querer y el deber, esas dos palabras regían su vida, esa que creía insuficiente. Se dirigió al jardín del palacio, que se encontraba en el medio, justo donde la luna iluminaba todo y se arrodilló en el corazón de esa tierra: una fuente dorada con agua clara. Si el agua era dulce, se convirtió en salada, porque no existió medio por el cual, su desahogo e ira fueran detenidos una vez desatados.
Fue tanto lo que aprisionó la piedra en su mano, lo que gritó sin importarle guardia real o príncipe, lo que imploró al mundo que se la tragara y la fatiga que se le subió a la cabeza por el dolor de perder su amor, que la dueña de esa piedra; la que hizo esa lágrima negra e inmortalizó, apareció ante ella con el frio fantasmal de la noche.
―Nunca he logrado entender, porqué el amor es tan importante para los humanos ―habló una voz que dejó a Nefertari congelada en su sitio, sin voltear atrás.
Al ver la reacción lenta de la chica, la mujer asiática y de vestimenta negra se acercó a ella por las espaldas y habló ―: No suelo hablar con los vivos, disculparas mis modales. Me llaman: la muerte.
―La... ¿muerte?
―Debe ser escalofriante para una humana. Solo llámame Pamela ―sonrió como si fuera a ganar un premio por eso y luego se sentó en la tierra, al lado de la muchacha.
― ¿Quién te regaló mi lágrima?
La chica frunció el ceño, miró a la mujer a su lado y se levantó ―: Debo irme ―susurró poniéndose en macha. Pensó estar enloqueciendo por la pérdida. Aparte, debía rendirle cuentas al príncipe, a su pueblo y su familia.
Pamela sencillamente levantó un dedo y la arena bajo sus pies se convirtió en lodo.
― ¿Doy tanto miedo?
Nefertari comenzaba a respirar con pesadez ―: No sé de que hablas ―miró hacia abajo, al collar que su madre le había dado antes de partir de casa. <<De generación en generación en la familia>> Canturreo su madre mientras se lo ponía en el cuello.
Miro hacia la mujer que se acercaba cada vez más y se lo lanzó ―: Toda tuya.
Pamela la recogió y le sonrió con malicia a la chica ―: Esta es una lágrima de la muerte, muchacha. ¿Sabes lo valiosa que es?
―No me interesa. Solo suélteme... ―empezaba a desesperarse sintiendo el lodo subir por sus pantorrillas.
―Propongo algo ―Pamela miró a la chica como si fuera un pájaro atrapado que será comido por un gato― Tienes un deseo. Le hiciste un favor a la muerte...
― ¿Devolverte una lágrima no es recordarte lo que te hizo llorar?
Pamela la miró con furia, luego sonrió ―: Perdiste un ser amado hoy, ¿no?
Nefertari la miró con el dolor latente y bajó la guardia ―: ¿Eres quien se lo llevó? Mátame...―una lágrima brotó de los hinchados ojos de la chica― Llévame con él.
―No en esta vida, querida ―Pamela soltó una media sonrisa.
―Pero tengo ese deseo...
―Va contra la naturaleza. Creo que le haces más falta al mundo que a él ―bufó haciendo desaparecer la arena rebelde y viscosa de los pies de ella.
―Él me hace más falta que el mundo ―sollozó la chica mirando sus pies.
Pamela le lanzó el collar que fue atrapado por Nefertari con torpeza ―: Mientras tengas esto, lo encontrarás en la otra vida.
― ¿Qué le pasó? ―Tyler lloraba y se estremecía como si la muerte lo hubiera visitado a él también.
―Te utilizó...―Beberly observaba al cielo estrellado desde una trinchera en la franja de gaza― Sabía que Alelí escogería el alma que había marcado.
― ¿Qué pasó con Nefertari?
Beberly sonrió con desgana ―: Fue absorbida por Alelí...
―Entonces, la otra vida...―Tyler lo miró confundido.
―El plan original de Pamela era ese: Nefertari pidió que Pamela la matara. Lamentable, pero ella lo hizo justo cuando más bien le hacía al mundo; fue entonces, cuando su alma cansada por estar en presencia de la maldad del collar todo el tiempo, se desintegró en el cuerpo de la bondad del mundo... Y, te encontró; sin embargo, no fue para vivir para siempre...
― ¿Por qué yo?
―Eras perfecto para ella. No tendrías descendencia y el bien no se difundiría por el mundo. Estabas esperando tu final feliz ―Beberly miró a un Tyler herido que sin pensarlo dos veces, se esfumó.
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Balance
General Fiction¿Qué pasaría si te dijera que soy la causa de tus problemas? ¿Me matarías? ¿Y si te digo que no puedes matarme? ¿Qué tal si te pido que lo hagas y acabas muriendo tú? ¿Y si te digo que estuve en el año 1800 y te conozco desde entonces? ¿Qué pasaría...