Esclavo del amor

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¿ADIVINAN QUIÉN CUMPLIÓ AÑOS?


¡YO! Fueron 18 por lo cual, fueron días de farra, resaca y bueno: locura.


Ahora que sí estoy en mis cinco sentidos, me disculpo por tardar en publicar; no quería hacerlo con tanta adrenalina y demás hormonas en la sangre.


Hago esto, porque considero que merecen mis respetos, lealtad y estima. Sin ustedes, no sería nada.


Imagino que también entienden que los escritores tenemos una vida aparte. Pero bueno, reconozco que he descuidado la historia.


Algo que deben saber: Nunca la dejaré. No abandono proyectos ni los dejo amedias.


Sin más que decir: ¡FELICITÉNME!


Lamentando no hacerle caso a Beberly y maldiciendo por lo bajo, he aparecido en Egipto sin ella. Estoy en alguna parte del desierto; lo sé porque puedo sentirlo muy dentro de mí, es como si el mundo fuera una parte más de mi cuerpo.


Aún no logro entender lo que ha dicho aquella muchacha con los ojos totalmente grises. Tampoco, consigo comprender como puedo estar quitándole la fuerza vital a alguien tan poderosa como la chica con cabello blanco. El sol, que está partiéndome en dos y conspirando junto con el calor, me hace pensar en mi primer <<recuerdo>> Aunque no llego a saber muy bien, qué fue.


Nefertari. ¿Qué demonios? Aún sigo preguntándome si he estado alucinando o soñando todo éste tiempo. ¿Qué si sigo en la cama de hospital debatiéndome entre la vida y la muerte? Miro hacia el cielo y aparte del azul y el amarillo contrastándose y peleando por la supremacía, no hay otra cosa. La ausencia de nubes, me recuerda algo: la lluvia imposible.


Camino hacia ningún lugar sin saber mucho de lo que se debe hacer y sintiendo como todo lo que conocía se vuelve irreal. ¿Dónde está Beberly? ¿Se supone que debo buscarla? Mi franelilla blanca y descuidada por tanto tiempo sin cambiarme, recibe una ventisca repentina que alivia todo malestar provocado por el clima.


Me volteo para recibir un poco más de aliento y me consigo con el silencio embriagador que me transporta a la nada.


¿Así se siente la muerte? Le grito a un sin número de cosas que rodean mi espíritu. Una sonrisa que hiela lo que me debe de quedar de fluidos corporales en el cuerpo, me hace paralizarme. De repente, el paisaje cambia; ya no estoy en el deposito ―o eso sospecho― de algún lugar. Ahora, estoy en frente de una chica con rasgos finos y cabello negro como la noche.

 

― ¿Qué sucede? ―estoy asustado, pero no dejo que ésta persona que a penas conozco, vea mis sentimientos.

―Estas muerto ―dice sin más, con la empatía en cero.

 

― ¿Y ahora qué? ―miro a los lados mientras reconozco la aldea donde busqué a Nefertari.

 

―Pasarán cosas maravillosas ―suelta media sonrisa y me mira con fijeza― ¿Crees en la magia?

 

            La miro sin entender muy bien lo que quiere decir ―: ¿Qué si creo en...?

            ―La magia, humano ¡Magia! ―la última palabra la gritó y separó con todo y eco.

 

            ―Creo que estoy enloqueciendo ―las cosas comienzan a pasarme con rapidez ante los ojos. Mi vida se apresura a dividirse en episodios.

 

            La mujer que representa todo aquello a lo que le temo, sonríe de nuevo ―: humano tenía que ser.

 

            No sé muy bien a lo que se refiere, pero ahora mismo, hay mil cosas que me arrastran hacia las preguntas e interrogantes que esta mujer acaba de sembrarme.

            ― ¿Qué eres? ¿Quién se supone que eres?

            ―Eso no importa ―toma mi mano, la cual suelto al notar fría― Importa quien serás desde ahora.

            El miedo comienza a hacerse presente hasta en mi respiración ―: ¿Por qué no estoy en el lugar al que uno se supone que va luego de perecer?

            ―Porque ahora, serás esclavo del amor.

            ― ¿Quién es el amor?

            La mujer suelta otra media sonrisa y responde ―: Tú.

            El cielo sin nubes, de repente se vuelve nebuloso y el negro límpido invade cada parte del paisaje donde la conocí.

            ―Veras, todos tienen distintos cometidos en la tierra ―comienza a explicar una voz omnipresente― Pero, el tuyo, ese es especial. Alguien acaba de trastocarlo ―vuelve a reír.

            ― ¿Qué quieres decir? ―grito a la nada.

            ―Que desde ahora, permanecerás en éste cuerpo, esperando una y otra vez a tu amada. Una chica que acaba de hacer un trato sin precedentes ―la mujer aparece frente a mí de nuevo― Y sin saber que todo tiene un gran precio.

 

            Todo se torna negro y de repente, aparezco en alguna selva de algún lugar en mi forma más vulnerable: un bebé.

 

            ¿La deshidratación acaba de acabar conmigo? Me levanto de golpe de la arena y polvo que se meten entre las comisuras de mi cuerpo y me percato que aquella mujer, es solo una: Pamela. Pero, ¿qué sucedió con Lear? ¿Qué le hizo? ¿Esclavo del amor?


            Sacudo mi cabeza, pensando que nada de esto es real, jurando que despertaré con mi hija mirándome desde el sillón del hospital; llorando sin saber muy bien la razón y arrodillándome ante montones de tierra que se hacen pequeños en la lejanía.

            Necesito saber que nada de esto es cierto y justo cuando estoy a punto de convencerme, una mano toca mi hombro tembloroso.



            ―Responde todo ―amenazo sin voltearme y sabiendo que está ahí― Respóndelo o juro que me largo ahora mismo.

BalanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora