Aceptándome

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NOTA DE LA AUTORA

Adivinen quién no ha podido editar..  O/ Mi universidad a detenido sus actividades, así que no quise seguir dejándoles en suspenso. En la tarde me encargaré de terminar el trabajo.

Bien, ahora cambiamos de perspectivas. Vemos todo desde el punto de vista de un mortal, de Tyler y sus regresiones.

Les dejo un poema:

 El hombre imaginario

vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario

De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios

Todas las tardes tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios

Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario

Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario.


Nicanor Parra.

Tyler

No sé que me ha pasado. Estoy mareado y confundido. Mis pies descansan sobre la nieve y de repente me recorre el frío. Estoy solo en medio de un bosque que comienza a perder la luz. Los árboles desnudos de cualquier color parecerían tenebrosos, pero en mi estado, ningún sentimiento puede atravesar el sentimiento de dolor que como una punzada me invade.

Perdí a mi hija. No fue el resultado de mi ADN, pero sí de mis noches sin dormir cuando tenía días de nacida y de mis lágrimas cuando la vi por primera vez. Comienzo a caminar sin saber muy bien qué hacer ni donde estoy; eso para decir la verdad, no me importa mucho ahora, como tampoco lo hace la chica extraña que asegura que soy la salvación del mundo.

Recuerdo el día que la enseñé a andar en bicicleta, la primera vez que fue al colegio y el día que volvió con un dibujo de mí con ella en un auto de policía. Tenía tantas cosas por vivir con ella; quería ponerme celoso en su adolescencia al ver a un chico a su lado, llevarla a fiestas y enseñarle a defenderse de cualquier pervertido. Todo eso, todos sus sueños quedaron truncados por la maldita rubia que solo me dio una alegría con nombre de niña.

Mi caminata por el bosque me ha llevado hacia la civilización. Estoy en un pequeño pueblo aislado con varias cabañas pegadas una a la otra. Si no fuera por el frío, fueran pintorescas. Hay varias personas pasando por las pequeñas y angostas calles del asentamiento, visten largos abrigos verdes, azules y rosas con botas para la nieve.

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