Es 1462, Leonardo Da Vinci está sentado en la terraza de la pintoresca Florencia, Italia. Tiene un cuaderno en manos y mira la gente de la época, que pasa por las calles en ese instante para distintos puntos; hogares, a hacer mercado y a sus trabajos.
Y estaba ahí, comenzó a dibujar aquel rostro perfecto que no pudo ignorar. Sus ojos oscuros y nariz perfilada que resaltaban entre el tumulto de gente. Era él, con un cuerpo cincelado y manos de alfarero. Se dedicaba al arte, aunque él era arte por sí solo.
Entre una de muchas caricaturas, de la infancia de Da Vinci, Tyler estaba inmortalizado; sus rasgos perfectos, su mirada penetrante, su alma que no quiso ser cambiada de cuerpo, que quedó marcada. Ahora sé como llego a los dibujos de aquel célebre artista, lo que no sé, es ¿por qué?
Claro que hay almas marcadas, almas que perduran en la tierra con la misma forma. Esas que los humanos dicen que deambulan por el planeta, no son almas muertas, son aquellas que vivieron algo tan fuerte, que les faltó cumplir algo importante, que necesitan de alguien, mueren y vuelven a la vida, en otra parte del mundo, sin recordar nada pero con el mismo cuerpo, con la misma forma. Son pocas, contadas de hecho, pero las hay.
Cierro el diario que he visto tantas veces y miro a Pamela aún dormida. No me he decidido a despertarla, en cambio, he viajado a cárceles de máxima seguridad, a recoger presos condenados a muerte; pasé por algunas iglesias, a recoger almas que según aparentaban eran santas y cometieron los actos más crueles. El mal se viste de seda.
— ¿No es tiempo de hacerla despertar? —Alelí aparece en el tragaluz con un alma, es de una niña temerosa.
Ignoro su pregunta y me acerco a la pequeña.
— ¿Cómo te llamas? —es una moribunda. En alguna parte del mundo, está agonizando. Es caucásica, ojos achinados; debe tener como 9 años.
— ¿Por qué estoy aquí? —su voz suena temerosa. Viste de rosa. Alelí la mira con piedad, y sé que no pasará de aquí. Veo que ha sido brutalmente atacada por su padrastro, violada y acuchillada. Su cuerpo está en el ático y él espera por la madre de la niña detrás de la puerta.
Alelí asiente y hace lo que comúnmente efectúa con los niños: le tiende su mano, toma la forma de su madre y la reasigna. Esta niña, será una policía exitosa en Estados Unidos. Será fuerte y protegida por Alelí. Ella suele apadrinar a las almas de niños asesinados.
Me quedo mirando a Pamela y aparezco en una playa de Florida. Sé que hay un alma por recoger aquí, porque siento la pesadez que para Pamela, debe ser normal.
Se identifican las almas por su peso, porque sentimos cuando se sienten perdidas al salir de un cuerpo. Saben que están muertas, pero algunas no saben el porqué y tienen millones de preguntas. Hay distintas formas de sacar las almas, de hacer que un cuerpo se desvanezca, pero no hay ninguna de destruir un alma. Es por eso, que existe el ciclo que yo protejo y llevo adelante.
Siento al alma cerca, está en esta playa, quizá en el mar. Miro a mí alrededor y la encuentro: La rubia y esposa de Tyler. Su alma está sentada en lo alto de una roca donde le golpean las olas. Se suicido.
Pongo mi mano sobre el hombro del ente y éste voltea. ¿Por qué era el trabajo de Pamela reasignarla?
—Ya era hora —suelta con ironía—, así que tú eres Pamela.
Me quedo congelada. ¿Cómo sabe de nosotras? Los humanos han decidido creer en religiones que hemos difundido, queremos pasar desapercibidas.
— ¿Te suicidaste? ¿Por qué?
La miro a los ojos. Veo su vida en mi cabeza.
Era la más popular en su escuela, todos decían que tenía un futuro brillante. Se graduó y comenzó a estudiar para ser abogada. Fue ahí donde conoció a Tyler; ahí donde su sueño fracasó. Sus padres no podían mantener la escuela de derecho, se fugó y comenzó a trabajar en bares. Stripper. Una noche, las cosas se salieron de tono y se embarazó luego de un trabajo con dos tipos; Tyler uno de ellos.
Tuvo que dejar la escuela de derecho y guardar un gran secreto. Con el tiempo, enamoró a Tyler y se casaron. En el fondo, Tyler sentía como su esposa se alejaba, pero nunca prestó atención; siempre pegado a su trabajo.
Me quedo helada al ver lo siguiente: La niña. La niña que mataron.
Resultó ser, que luego de muchos años, se descubrió que aquella niña no era hija de Tyler, sino de su amigo, con el cual, la mujer pasaba las noches en las que Tyler trabajaba. La rubia, al ser descubierta por Tyler una noche y enferma con cáncer, quiso dárselas de mártir y le pidió a su amante que secuestrara a su hija. Sería bien remunerado. Pensaba que Tyler volvería. Él no la abandonó por el trabajo, quiso que sus padres creyeran eso y al amar tanto a la pequeña, los dejó cuidando de ellos. Tyler necesitaba estar solo.
Lo que no esperaba, era que la matara. Esa tarde, al llegar a casa y darse cuenta de lo que había impulsado a ser, al saber que Tyler la odiaría y que estaba desahuciada, se suicidó.
—Sí, mentirosa, manipuladora, asesina… —rodó los ojos— Ya llévame.
— ¿Cómo lo sabes? —no pude resistirme a preguntar.
—Mi esposo —soltó ahogada— Antes de irse, dijo que Pamela vendría por mí.
ESTÁS LEYENDO
Balance
Ficción General¿Qué pasaría si te dijera que soy la causa de tus problemas? ¿Me matarías? ¿Y si te digo que no puedes matarme? ¿Qué tal si te pido que lo hagas y acabas muriendo tú? ¿Y si te digo que estuve en el año 1800 y te conozco desde entonces? ¿Qué pasaría...