Prólogo

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Nunca pensé que mi último año de la preparatoria me parecería una lata. Especialmente no las últimas semanas. La gente siempre habla de que es el mejor momento de sus vidas, y guardan las memorias más dulces de él. Desearía poder decir lo mismo. Pero la verdad es que no lo siento así.

Cambio rápido de canales en mi televisor por lo que debe ser la quinta vez, y finalmente me quedo en una repetición de Enredos de oficina. Sonrío un poco al ver que es la escena con los dos Bob. Bueno, esto tal vez pueda funcionar. Dios sabe que necesito algo para mejorar mi mal humor.

"¡Sofía! ¿Estás ahí abajo?" Nico grita.

Tengo que contenerme para no gritar. Mi mellizo querido siempre escoge los peores momentos para aparecerse y molestarme.

"¡Sé que estás ahí, así que no trates de fingir que no me escuchas!" él continúa.

"¡Vete!" le grito de vuelta. Dios, ¿por qué tiene que ser tan fastidioso?

Escucho sus grandes pasos bajar hacia la sala de televisión y lo trato de ignorar. "¿Te estás escondiendo otra vez, princesa?"

"Sólo estoy viendo una película," murmuro, sin molestarme en alzar la vista hacia él.

Todo eso cambia cuando decide pararse enfrente de la tele y bloquear la vista de mi programa. "Mueve tu trasero, vamos a salir," él me dice.

Trato de mirar sobre su cuerpo robusto, pero es un ejercicio fútil. Siendo el jugador de fútbol que es parece crecer más cada día. Desde que ingresó al equipo de la universidad este año, no puedo creer cuántos kilos de más ha subido.

"Estoy perfectamente bien aquí, gracias," le digo.

"Esto es una mierda, Sofía. Es tu último año de la preparatoria. ¿Qué estás haciendo?"

"¿Qué parece? Estoy viendo mi maldita película. Ahora salte de mi vista, estás arruinando mi parte favorita."

"Eres imposible a veces, ¿sabes eso? Haz lo que quieras," dice antes de irse enojado.

Me encojo de hombros, viendo que se dio por vencido tan rápidamente. Normalmente me da más pelea, pero quizás su paciencia ya se está acabando. Bien.

Me acomodo nuevamente para ver la película. Peter está por ser hipnotizado cuando escucho pasos detrás de mí nuevamente. Estupendo, ¿qué quiere ahora? Tal vez canté victoria demasiado pronto.

"¡Por el amor de dios, sólo déjame en paz! ¿No puedes ver que estás arruinando mi parte favorita?"

"Pensé que la parte de los dos Bob era tu parte favorita."

Me congelo al sonido de su voz y trato de encogerme más abajo en el sofá. Esa voz no pertenece a Nico, sino a Adrián, el mejor amigo de mi hermano y mi amor platónico desde que tengo 15 años. Maldición. Pensarías que me acordaría que él prácticamente vive en nuestra casa últimamente.

Se deja caer casualmente en el sofá junto a mí, lo cual me obliga a mirarlo. Desearía que no lo hubiese hecho. Algunas veces su buen parecido duele demasiado mirar. Todo desde su cabello castaño ligero, sus ojos color chocolate, hasta sus abdominales perfectos que he tenido la mala fortuna de admirar demasiadas veces durante los últimos años.

"Hola, princesa," me dice con una sonrisa alegre.

Ah, ¿y cómo me pude olvidar de ese indiscutible acento americano? Es demasiado para que una chica lo maneje, mucho menos una chica mitad británica como yo. Cuando habla, es como escuchar a un actor de Hollywood en la pantalla grande.

"Por favor no me llames así," le contesto de inmediato. Nunca me gustó el apodo, mucho menos viniendo de él.

"Lo siento. Se me olvida. Toda tu familia te llama así y se me queda en la cabeza."

Persiguiendo A SofíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora