1 | Regreso a Casa

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Ocho meses después...

Es curioso cómo la gente dice que no cambiamos. Somos quién somos desde que nacemos hasta que nos morimos. Pero yo sé con certeza que he cambiado. No soy la misma chica que era hace ocho meses. A menudo me pregunto si ella todavía existe en algún sitio profundo dentro de mí. Pero con el paso del tiempo, ella parece más y más distante. Como si fuese simplemente una memoria de una vieja amiga que solía conocer. Tengo miedo que algún día ella desaparecerá para siempre, y todo lo que quedará es esta cáscara de persona en la que me he convertido.

Pasé la mayor parte del año pasado viviendo en Londres con mi hermano mayor Leo y su familia. No me pude quedar en Madrid después de lo que pasó. No pude enfrentar a mis padres, a Nico, y mucho menos a Adrián. Así que con la excusa que reprobé mis últimos dos cursos de la preparatoria, le dije a todos que no estaba lista para la universidad y necesitaba tiempo para mí misma.

Por suerte, mis padres estuvieron de acuerdo y pude completar los cursos en línea en Londres. Me tomó tres meses, pero al menos pude graduarme oficialmente de la preparatoria. Bien por mí. Mi universidad tampoco tuvo problema que difiriera un semestre. Honestamente, me sorprendió que no revocaran mi carta de aceptación con calificaciones tan horríficas mi último año y estaba agradecida que tendría una segunda oportunidad.

Me gustaría poder decir que pasé los últimos meses en una búsqueda espiritual para reencontrarme, pero eso nunca pasó. Realmente sólo pasé mis días ignorando emails y llamadas de teléfono de Madrid y ayudando a mi cuñada Mia en la casa con mis sobrinos adorables. Creo que ellos fueron los que me salvaron sin saberlo. Al menos me mantuvieron humana.

Pero ahora todo eso está detrás de mí y es hora de poner mi vida de vuelta en orden. No me podía quedar alejada por siempre y necesitaba reasumir mi vida. Si nada más, sólo necesito completar mi educación universitaria y luego podré empezar una nueva vida en alguna otra parte, muy lejos de todos, y nunca más tendré que pensar sobre lo que pasó.

Al pagar el taxi y dirigirme hacia los portones imponentes de la casa en la que crecí, no puedo evitar el escalofrío que corre por mi cuerpo. Claro que mis padres estarían en el medio de un viaje a dios sabe dónde así que no están en casa. Nico había ofrecido recogerme en el aeropuerto, pero le dije que no se preocupara. Lo último que quería era estar atrapada en un viaje de carro silencioso con él en el que trataría de sacarme respuestas interminables.

Lo que no esperé era que me estuviese esperando en el escalón de la puerta principal. Parece que ha estado sentado ahí un largo rato porque le toma tiempo para levantarse y estirar sus piernas. No creí que fuese posible que se pusiera más grande, pero se ve absolutamente masivo.

Se dirige hacia mí con bastante rapidez, pero se para a unos pasos antes de alcanzarme. Ocho meses realmente es mucho tiempo, y se siente como una eternidad que ha pasado de que vi a mi mellizo. Sus ojos están llenos de preocupación e inquietud, su expresión cautelosa al titubear enfrente de mí.

Siento un nudo en la garganta de inmediato y mis ojos se vuelven llorosos. Se siente como si fuéramos desconocidos y me aterroriza. ¿Ya nada será igual?

Nico me sorprende al cerrar la distancia entre nosotros y envolver sus brazos musculosos alrededor de mí, abrazándome en silencio. Dios, realmente lo eché de menos. Si no tengo cuidado, voy a acabar teniendo un colapso total enfrente de él.

"Estoy tan contento que regresaste, hermanita," susurra. "No te atrevas a hacerme eso de nuevo."

Respiro fuerte y asiento con la cabeza al separarnos. "Trataré de no," susurro de regreso.

"Bien. Te ves terrible, por cierto."

Logro soltar una risa. Sé que me veo terrible. "Gracias por recordarme."

Persiguiendo A SofíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora