Adrián
Estoy sentado en la isla de la cocina con Nico, los dos comiendo huevos con pan tostado como normalmente hacemos en las mañanas. Ninguno de los dos hablamos ya que estamos demasiado ocupados comiendo y es demasiado temprano para llevar a cabo una conversación de todas maneras.
Aunque hoy en verdad tenemos algo de qué hablar, pero estoy tratando de evadirlo lo más posible. Todavía estoy tratando de asimilar el hecho que ella está aquí ahora. Nico no ha mencionado nada después del incidente de desmayo de ayer y claro que yo no voy a tocar el tema.
Veo un movimiento de reojo y alzo la vista para ver a Sofía caminando dentro de la cocina dudosamente.
"¡Hola niña!" Carmen, la empleada, la saluda con entusiasmo. "¿Cómo dormiste?"
"Bien. Gracias Carmen," ella responde, pero no se ve bien ni parece que haya dormido bien.
Toma asiento junto a Nico y mira hacia su plato. "Hola," le dice en voz baja y no reconoce mi presencia.
"Hola hermanita. ¿Lista para tu primer día de universidad?" él le pregunta con extra entusiasmo. Sé por un hecho que solamente está tratando de mejorar el estado de ánimo.
"Sí, supongo."
Ella recoge su tenedor y empieza a picar los huevos alrededor de su plato. Parece que está por tomar un bocado, pero arruga la nariz y lo hace a un lado. En vez, agarra un plátano de la cubierta de cocina y lo pela. Luego procede a cortarlo con un cuchillo en pequeños pedazos y sólo se come unos cuantos bocados.
Sé que no debería estar mirándola tan obviamente pero no lo puedo evitar. Se ve tan diferente ahora. Entretengo la idea que pueda estar enferma. La manera en que se desmayó ayer tan fácilmente, todo el peso que ha perdido, y la manera que está picoteando su desayuno como si fuera veneno me lleva a la hipótesis.
De repente mira hacia arriba y me atrapa mirándola. Tomo un trago rápido de mi jugo de naranja para tratar de neutralizarlo, pero me está mirando como si tuviera una cabeza extra creciendo de mi hombro. Como si estuviera fuera de lugar.
Sé que le debe parecer extraño que estoy aquí, pero no lo es. Al menos ya no. He estado viviendo aquí por los últimos cuatro meses y aunque me guste o no, esta es mi casa ahora. Así es como empiezo mis mañanas todos los días. Me despierto, tomo desayuno con Nico, voy a clase, entrenamiento de fútbol, y regreso a casa. En los fines de semana normalmente tenemos un partido seguido por una fiesta en donde mayormente termino ligándome a una chica por la noche. Pero ella no ha estado aquí para saber todo eso.
"Nos deberíamos ir," Nico se voltea a decirme.
"Sí," gruño. No puedo evitar mi mal humor.
"¿Quieres manejar? Se me olvida a quién le toca."
Siempre nos tomamos turnos en manejar. Normalmente maneja a quién le dé la gana o no esté por quedarse dormido. Inmediatamente sacudo la cabeza. "No, estoy cansado."
No es una mentira. La verdad es que no pude dormir mucho anoche. No que normalmente duerma bien, pero anoche fue especialmente pesado. Pero la razón que no quiero manejar es porque no quiero terminar con Sofía junto a mí en el asiento de pasajero.
Nos levantamos para irnos y Carmen nos entrega un almuerzo empacado a cada uno al salir de la cocina. Todavía se siente raro que nos trata como niños pero igual aprecio el gesto y le agradezco al salir.
Una vez en el garaje, Sofía rápidamente se sube atrás en el coche. Normalmente le diría que se sentara al frente, pero parece muy determinada en sentarse atrás y no estoy por empezar un argumento con ella.
ESTÁS LEYENDO
Persiguiendo A Sofía
RomanceNo es fácil ser la única mujer en la familia Durant. Y menos cuando todos te ven como la bebé de la familia, a pesar de tener un mellizo quién es solamente dos minutos mayor que tú. Pero más difícil de todo es esconder un amor platónico por el mejor...