Adrián
Estoy besando a Sofía. Sofía me está besando. Estamos besándonos. Es una combinación de besos que nunca pensé que sentiría, especialmente después de los eventos de esta noche. He esperado casi cuatro largos años para esto y es hasta más increíble de lo que pensé.
Puedo sentir el aire lentamente llenando mis pulmones con cada beso y creo que estoy respirando por primera vez. Ella no me está robando la respiración, ya ha hecho eso incontables veces en el pasado. Esta vez me la está dando, respirando vida dentro de mí.
Me está dando vida de nuevo.
Se la llevó con ella cuando se fue, y ahora me la ha otorgado una vez más. Es un regalo y un honor con el que me ha presentado. Nunca me sentí más vivo que en este momento. Y nunca quiero que se acabe.
La siento temblar contra mí y me sacude hasta la médula. No quiero alejarme de ella pero sé que debe estar congelada. Yo estoy congelado y ella es de la mitad de mi tamaño así que eso no puede ser bueno. Nuestra ropa está completamente empapada por la lluvia y su cabello prácticamente se siente como hielo. Lo sé porque no puedo parar de correr mis dedos a través de él aún con la ligera quemadura en mis yemas.
Todo se está moviendo tan rápido y necesito ir más despacio. Todavía hay tantas cosas sin decir entre nosotros. Hemos estado titubeando alrededor de ello desde que regresó, pero hoy finalmente culminó y vino a la superficie como una reacción química. Lo último que quiero es presionarla y asustarla. Esto ya se siente como un paso enorme y no lo puedo echar a perder.
Gradualmente traigo mi euforia a un fin y descanso mi frente contra la suya. Ella suspira y puedo sentir su desilusión. Ella tampoco quería parar.
"Estás temblando, chiquita," le digo. Se siente como siglos desde que alguno de los dos habláramos.
"Ah. Lo siento," dice sin aliento. "Tus jeans están helados."
"Perdón, no me di cuenta." Claro que se estaría congelando. Está sentada encima de mí con piernas descubiertas debido a sus pequeños shorts súper sexy que trae puestos. Rápidamente la muevo y la coloco a mi lado en el asiento trasero. Busco las llaves del coche que tiré en nuestro apuro para entrar, y cuando las encuentro me inclino al frente del carro para ponerlas en el arranque y prender la calefacción en alto.
Ajusto las ventanillas de atrás para que le dé el aire caliente, pero aun así se ve bastante fría. Tiene sus manos envueltas alrededor de sus brazos y está tiritando. La alcanzo y froto sus brazos de arriba para bajo pero sé que eso no va a funcionar. Tiene muy poca ropa puesta y la mayoría de su piel está expuesta.
"¿Quieres sentarte al frente? Creo que pueda estar más caliente," le ofrezco.
Ella rápidamente sacude la cabeza. "Me gusta aquí atrás," sonríe.
"Me gusta también." De ahora en adelante nunca podré mirar a esta camioneta de la misma manera, especialmente al sentarme aquí atrás.
De repente recuerdo que mi bolso de fútbol está en la cajuela, listo para entrenamiento mañana. Me reclino para buscarlo y rebusco dentro de él mientras que Sofía me mira con curiosidad.
"Estás de suerte. Tengo todo el equipo. Sudadera, playera, y shorts de gimnasio. ¿Qué prefieres? ¿O quieres todo? No te preocupes, está todo limpio."
Ella me sonríe. "La sudadera, por favor. Tú quédate con el resto."
"¿Estás segura? ¿No quieres los shorts?"
"No, tú los necesitas más que yo. Los míos sorprendentemente están bien. Supongo que sí son un poco pequeños," dice sonrojándose.
"No me verás a mí quejándome," contesto, pasándole la sudadera.
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Persiguiendo A Sofía
RomanceNo es fácil ser la única mujer en la familia Durant. Y menos cuando todos te ven como la bebé de la familia, a pesar de tener un mellizo quién es solamente dos minutos mayor que tú. Pero más difícil de todo es esconder un amor platónico por el mejor...