Sentimientos

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Una semana había pasado desde aquel incidente donde Madara y Obito dejaron de dirigirse la palabra debido al asunto de la ojiperla cautiva por el Uchiha más indomable de todos. Madara se negaba a dejarla ir así como así, el pretendía hacerla sufrir al hacer su vida imposible pues la única culpable de la muerte de Shisui era ella. Obito por otro lado no podía aceptar la idea de que ese demonio la hiciera llorar, por alguna razón no la podía sacar de su mente, el sentía el deber de protegerla pero ella lo seguía rechazando en cada intento por acercarse.
Luego del altercado se decidió que Hinata ocuparía la vivienda de Shisui, sólo Mikoto y la abuela de Obito podían visitarla pero ningún Uchiha se acercaría a ella por nada.

Hasta ahora todos habían cumplido, nadie de ellos se acerca a ella, tampoco ella asoma la nariz fuera de esa casa, es como si no se encontrara ahí dentro.

Itachi quién regresaba de una misión se detuvo al pasar justo frente a la casa, la miró muy de frente y frunció el ceño. ¿Porque Hinata tenía que pasar por toda esta locura de los Uchiha?, "Tan solo deberían dejarla ser libre", eso pensó pero al mismo tiempo el tampoco la quería lejos, aunque sonará algo desquiciado, le traquilizaba saberla cerca.
En ese momento Hinata salió con un hermoso vestido blanco con corte en "A" hasta la rodilla, una coleta alta y unos botines negros. Ella lo vizualizo y sonrió sinceramente de una manera gentil, luego de unos segundos se acercó a él para quedar justo frente a frente.

—Hola Itachi San.

—Hinata.

Ella acercó su mano de manera lenta a su mejilla y apartó lo que parecía ser restos de hojas secas —Veo que vienes de una misión.

—Si.

—Me alegra que regreses con bien.

Hinata se giró y comenzó alejarse de pronto —¿A dónde vas?

—Voy a tomar el té con la abuela.

—¿Y si te encuentras con Obito? Tengo entendido que principalmente el y Madara tienen prohibido acercarse a ti.

—El está de misión, adiós.

Hinata bebía el té sentada a la mesa de la abuela de Obito, con ella y Mikoto eran las únicas con las que sentía paz en el distrito. Dio un sorbo a la taza humeante cuánto fijó su mirada en una fotografía enmarcada con un antiguo diseño. Se levantó de su lugar y se acercó para tomarla entre sus manos y mirarla mejor. Un niño sonriendo mientras abrazaba una fotografía de una mujer, era lo que observó la ojiperla, no tiene que ser muy lista para darse cuenta de que se trataba de Obito —El está sonriendo en esta fotografia.

La anciana se puso de pie y se acercó a ella para luego tomar la fotografía y sonreír —El era un niño felíz e inocente. La mujer de la foto que sostiene es su madre, el esperaba que volviera un día de del lugar donde había ido, así que pasaba los días memorizando su rostro para reconocerla cuando fuera el momento.

Hinata bajó la mirada cuando la anciana derramó una lagrima —Entiendo.

—Después, Obito creció y se dio cuenta de que ella jamás iba a volver, comprendió lo que significa morir y desde entonces se volvió un hombre de aura oscura que entrenaba incansablemente para nunca perder una batalla y seguir viviendo.

Hinata volvió a su taza de té y tomó lugar en la silla.

Más tarde cuando salió de la casa de Obito, en el camino se encontró con el que llegaba herido de un brazo que sangraba demasiado —¡Dios mío! ¿Que pasó?

Obito se detuvo y la miró con el rostro preocupado —No te interesa, para ti es mejor si muero yo, si muere Madara o cualquier Uchiha, ¿eso dijiste no?

La protegida del Clan UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora