Prueba 1: CHOQUE

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Hoy me siento tan grande, por tenerte a mi lado

『Hoy me siento tan grande, por tenerte a mi lado』

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Gustabo despertó con abrupto, cuando varios toques repetitivos inundaron la estancia. Se levantó rápido; quizás demasiado, porque acabó apoyándose en un mueble para esperar a que la sensación de mareo se le quitara. 

"¡GUSTABO, ABRE LA PUERTA!", se escuchaba desde afuera. 

Teniendo cuidado de no trastabillar, el rubio tanteó pasos para llegar más rápido. Odiaba esos sonidos tan estridentes por culpa de la lata que conformaba su remolque, aunque el ruido molesto era mucho peor en días de lluvia. Además, reconoció la voz que le llamaba con tanto ahínco: Horacio. 

Desde que él se recluyó por casi cuatro meses en su nuevo "hogar" no había recibido visita alguna de su dúo dinámico. Tampoco es que pudiese culparlo por ello, porque al desaparecer un día de la nada solo dejó una nota en papel arrugado donde afirmaba que estaría bien, más no se molestó en poner dónde estaría, o con quién. Simplemente huyó de un monstruo metafórico, y parecía ser que este le había encontrado. 

"¡GUSTABO!" 

Se mordió los labios inseguro, pero abrió la puerta y, balanceando el peso de su cuerpo en un pie y luego en otro, esbozó una pequeña sonrisa tentativa. 

—Hola, Horacio —saludó como si fuera un día normal, como si no se hubiese esfumado 16 semanas completas. 

Esa evasión, al contrario de divertir al de cresta, lo enojó. 

—¿Tienes alguna idea —comenzó, adentrándose en la caravana sin ser invitado per se—, de todo lo que he hecho para encontrarte? ¡Joder! ¡Dejas una nota de mierda y te vas sin decirle a nadie! 

—Conway lo sabía —se defendió. 

—Sorpresa: él también se fue, lo llamaron a una misión. Le rogué para que me dijera tu paradero, pero no me dijo nada. 

—Yo le pedí que no le dijera a nadie —explicó Gustabo, detrás de su amigo. Intentó empujar con el pie un cúmulo de basura conformado por papeles llenos de garabatos que había hecho para desahogarse o notitas con sus pensamientos, para así poder ocultarlos bajo su cama. Horacio no se dio cuenta—. Fue una de las condiciones para decírselo a él. 

—¿Por qué? —inquirió el menor, con voz entre herida y enfadada. 

No puedo decírtelo. 

—¿Cómo que "por qué"? —Gustabo decidió utilizar un mecanismo de defensa básico: hacerse el ofendido. Dos podían jugar ese juego, ¿no?— Fue una decisión personal, no te lo tomes a pecho, cojones. 

『GUSTACIO +18』ESTOICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora