Prueba 7: RECÍPROCO

3.2K 321 93
                                    

Te encontré sincero... Y mi amor no es el mismo

 Y mi amor no es el mismo』

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

.෴.෴.෴.෴.෴.෴.෴.෴.෴.

—¿Dónde está Horacio? —preguntó Gustabo.

—Está en entrenamiento de los agentes novatos. No quiso que fueras tú, porque te toparías con Volkov y es algo que se puede evitar aún —le respondió Dante.

—No le voy a hacer nada.

—No es por eso, Gustabo. La verdad es al contrario, la señorita Evans puso mucho énfasis en que tratásemos de no dejarte a solas con él. O cerca, para el caso.

Dante regresó a ver a Gustabo, que callado hasta hace un instante, ordenaba papelería y evidencias en cajones de metal junto a él, luciendo pensativo.

Por la mañana, el director Pérez avisó que estaría ocupado, para que alguien lo relevara en la vigilancia del rubio y, como todos los demás también estaban hasta el cuello de trabajo, se ofreció sin chistar para ir a la casa de Horacio y acompañar a Gustabo. 

—¿No había nadie más que tú? —le había preguntado el de cresta al verlo tras su puerta, con un voz amable, pero en sus ojos se notaba que no le daba gracia que estuviera a solas con su encargo.

Entendía porqué y era de lo más cómico: Antes, cuando a penas había conocido al dúo caótico, Dante le comentó a Horacio como algo casual que estaba considerando invitar a salir a Gustabo. Este lo miró con enojo e incomodidad, le puso largas y lo dejó hablando solo. A lo mejor creía que aún albergaba esas intenciones por el rubio de ojos celestes y por eso era tan hostil.

—Nop, yo era el único libre.

Pareciendo disgustado, Horacio tuvo que ceder y partir.

Entre tanto, Dante había esperado en la sala a que Gustabo despertase (cosa que fue cuestión de cinco minutos) y atravesara el umbral de su habitación de huéspedes.

—¿Hola? —saludó el rubio, tallándose los ojos para disipar la somnolencia residual, dirigiéndole una sonrisa extrañada—, ¿vienes en plan de príncipe a rescatarme de mi confinamiento?

—En efecto, querido. 

—Que guay, siempre quise un príncipe barbón.

—Vístete rápido —contestó Dante, con una sonrisa afable—, que voy a llevarte a desayunar antes de llevarte al trabajo.

—Estoy en cinco —anunció, regresando por donde había venido.

Comieron juntos en un restaurante casero que quedaba a una cuadra de su lugar de trabajo y al terminar, fueron a la sede.

『GUSTACIO +18』ESTOICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora