Prueba 13: LLEGADA [+18]

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Y pensando, que sinceramente, te quiero así 

『Y pensando, que sinceramente, te quiero así 』

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Para empezar, Gustabo tenía la espalda ligeramente encorvada, con una mano tapando sus labios y con la otra se aferraba al lavamanos que había enfrente de él. Por detrás sentía el aliento de Horacio directamente en su nuca y la mano de este insertada por dentro de sus pantalones. Asfixió un gemido entre sus dedos al percibir la fría mano colándose entre la pretina de su bóxer, tratando de no jadear audiblemente, aunque todo estuviese resultando en un martirio.

Eso que estaban haciendo recluidos en el baño de la oficina del menor era un método poco ético y poco convencional de escaparse de una junta con la LSPD, pero, de momento, a ninguno parecía importarle. Como mínimo, tenían el pestillo asegurado e intentaban ser lo menos ruidosos posible, en caso de que alguien se pasara por ahí. 

La oportunidad para retirarse surgió de forma espontánea. Por lo regular, las sesiones eran precedidas por Horacio gracias a su cargo como director y sólo en contadas veces, podía delegar el trabajo a alguien más. Esta fue una de esas veces. Estaba ahí, en la cabecilla de la mesa, escuchando. La junta con los policías se había extendido media hora del tiempo acordado, porque como siempre, había más puntos en desacuerdo que a favor, independientemente de lo que sea que se estuviese abordando.

—Esto no está yendo a ninguna parte —había dicho el de cresta, masajeándose el entrecejo. Gustabo yacía en su puesto de la vez pasada; es decir, a un costado suyo—, ¿podemos acelerar el proceso?

—Estamos intentando ser rápidos —argumentó un policía, exasperado. 

—Ya nos salimos del horario establecido.

—No hay nada más importante que esto, de momento —rebatió Volkov desde su asiento.

Gustabo alternó miradas entre ambos, sin aventurarse a decir nada. Estaba irritado pero sentía que era mejor apartarse de problemas laborales que no le interesaban demasiado, sin contar que el breve lapso que tenía de haberse reintegrado al FBI no le daba mucho impulso aún a hacer objeciones. Por todo consuelo, se atrevió a apretar con suavidad la rodilla del menor. Aunque acabó retirando el agarre, para evitar cuchicheos.

Irina carraspeó, llamando la atención de todos.

—De hecho —comenzó a decir, con suavidad—, el director Pérez tiene unos papeles importantes que llenar que no pueden esperar más. Y después, una reunión con la señorita Evans.

Horacio alzó una ceja, ni negando ni afirmando. Esa era una media verdad. Tenía papeleo, pero nada urgente y sí, después llegaría Evans del aeropuerto en compañía de Conway para concertar una pequeña charla entre todos. ¿Podía quedarse? Sí.

¿Quería hacerlo? No.

—En ese caso creo que el Supervisor García y yo deberíamos retirarnos.

『GUSTACIO +18』ESTOICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora