Prueba 5: CATARSIS

3.7K 348 201
                                    

Esperando un aviso, te enfrentaste al mundo

『Esperando un aviso, te enfrentaste al mundo』

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

.෴.෴.෴.෴.෴.෴.෴.෴.෴.

La campanita sonó tres veces, y las tres veces, entró alguien distinto a la taberna. Gustabo se dividía entre poner atención en la impresión que cada persona le diera o perderse entre la gran cantidad de bebidas alcohólicas que se mostraban en el aparador.

—Nunca había estado en un lugar así —comentó, balanceando el ginebra en su jarra cervecera. Sorbió la espuma que intentaba escaparse por los bordes y parpadeó extrañado cuando reparó en que Horacio, al contrario de estar escrutando el entorno, estaba viéndole a él. Hasta tenía una mano sujetando su mentón—. ¿Estás poniendo atención?

—Me gustan tus pecas —declaró este, achinando los ojos. 

Gustabo hizo un mohín.

—Pero céntrate, cojones. Es más, tú deberías ser quien esté atento a cosas importantes.

—Estoy atento a cosas importantes y bonitas. Como tú.

El mayor estaba familiarizado con que el corazón le martilleara. Algunas veces sucedía en ataques de pánico, otras cuando estaba nervioso, pero esta fatiga respiratoria era hormigueante, agradable. Se robaba las palabras de su garganta y con ellas formaba un nudo rebosante de emociones. Y cuando Horacio le decía cosas así, dejaba de pensar con sensatez.

—Tenemos... —tuvo que hacer una pausa para tragar con fuerza—, tenemos que hacer algo, ¿recuerdas?

—Lo tengo cubierto. El tabernero sabe que estoy aquí, solo estamos esperando que no haya muros en la costa. De paso, evaluamos el terreno, dándonos una idea del tipo de personas que vienen aquí —Horacio tomó de su propia bebida y al acabar, dejó su jarra sobre la barra. Tamborileó los dedos en la superficie, con una sonrisa que no le podía quitar nadie.

 El local era rústico. Visualmente, remontaba a un escenario sacado de alguna película a vísperas de navidad, sin serlo, claro. Había enormes barriles con un dispensador insertado de los que se servían las bebidas. Los muebles tenían ese aire desgastado vintage que casi transportaba en el tiempo a otras épocas. 

Horacio se dejó llevar por eso, haciendo un rebobine mental a su vida. A cierto punto, se tiene noción de cuando se ha envejecido. Y no es que fuese alguien tan mayor, pero sí era un adulto, al que le costó madurar, en cierto sentido. Pensó que, Gustabo había madurado con rapidez, y también contrastó, con pesar, que fue obligado a ello por las circunstancias en las que vivía.

Ese tren de ideas no hizo más que afianzar su seguridad de estar encaminando bien el futuro de ambos. Y eso estaba bien, se dijo. Si Gustabo sentía que no podía sólo, él se encargaría de ser su apoyo, aunque no se lo pidiese. Si su amor, en su renuencia a aceptar ayuda ninguna, se tragaba su sentir, él le insistiría para que confiara. Verlo frente a él, con la poca luz que se colaba desde afuera de la taberna, intentando respirar tranquilo por sus amagos de coqueteo, era como tocar el cielo.

『GUSTACIO +18』ESTOICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora