EXTRA-Prueba 15: PENSAMIENTOS

2K 187 51
                                    

Previo a Estoico.

.෴.෴.෴.෴.෴.෴.෴.෴.෴.

『En la soledad de su remolque, Gustabo ahoga sus penas con una lata de cerveza, mientras piensa en todas las cosas que no se atreve a confesarle a Horacio』

『En la soledad de su remolque, Gustabo ahoga sus penas con una lata de cerveza, mientras piensa en todas las cosas que no se atreve a confesarle a Horacio』

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

.෴.෴.෴.෴.෴.෴.෴.෴.෴.

Afuera hace frío, Horacio. Yo no llevo abrigo, aunque perfectamente pude haberme conseguido uno. El rojo, ese que tanto te gusta, por ejemplo. La calle tiene movimiento; a un costado podrías encontrar dealers ofreciendo drogas y al otro, personas corrientes que llegan del trabajo a casa. O jóvenes que se meten a un bar, desobedeciendo a sus padres. En estos momentos, me siento así: como un adolescente haciendo algo indebido.

Llego al Market 24 horas que está cerca de mi nueva casa y abro la puerta con el dorso del brazo. Para variar, hay aire acondicionado. Pero, si tanto tiempo aguanté en la calle sin algo que me calentase, un día más no es nada. A chuparla.

Reviso, automáticamente, el frigorífico del área de bebidas. Mi visita aquí no es casual ni accidentada; de hecho, es lo único voluntario que hago en muchos días. Vaya manera de usar mi libertad en emborracharme, también te digo. Así, leo por encima las marcas y precios de los vinos y las cervezas, buscando tu favorita. A mí, en lo personal, me disgusta. Es muy amarga y me gusta lo dulce, pero de alguna forma me hace pensar que seguimos teniendo algo en común.

—¿Tarjeta o efectivo? —me pregunta la cajera, que a leguas está cansada. Comparto el sentir.

—Efectivo.

Si estuvieras aquí, me harías burla. Te gusta mucho alardear de tener dinero y, a cada que puedes, presumes una tarjeta de crédito. Yo soy más de dar lo que traigo encima, por si en el futuro el dinero escasea. Quizás por eso, cuando éramos más jóvenes, yo administraba el hogar. En ese tiempo aún podía serte útil, ¿recuerdas?

—Ejem... —carraspea la señorita, agitándome el ticket de compra en la cara—. Aquí tiene.

Tomo el papel, la bolsa con mis bebidas y doy media vuelta con torpeza. Eso es algo que odio de mis medicinas. Desde que las tomo, percibo que mis reflejos, movilidad y atención, se oxidan. Me concentro menos, me irrito con facilidad, a veces, el sueño artificial no me deja salir de la cama. En un inicio, cuando aún estaba en el psiquiátrico, me planteé dejarlas. Quería escupirlas, pero no podía. En una balanza de beneficios y riesgos, el malestar y todo lo que conlleva es un paseo por el parque. Lo soporto y lo soportaré, mientras eso mantenga en cintura mi problema. 

Pienso, además, que un poco de la culpa la tienes tú. El que esté tan perdido y descompuesto, quiero decir. Cada vez que pienso en ti, recibo un disparo dentro de mí; como una ráfaga de tristeza. Parece que, cuando te tengo en la mente, un botón se pulsa, y, si te soy honesto, lo amo y lo odio a la vez. Remordimiento mezclado con cariño, es lo que siempre resalta. 

『GUSTACIO +18』ESTOICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora