Prueba 9: ATRAPADOS

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Nada te haría tan especial, discutir o hablar

『Nada te haría tan especial, discutir o hablar』

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Estaba nervioso, pero sentía una resaca metafórica agradable de felicidad.

Tanteaba el terreno, estaba atento a cualquier indicativo de descontento, culpa, o negación de parte de Gustabo, porque tal y como se lo expresó la noche que estuvieron juntos, no iba a dejar que se echara para atrás.

De momento, Gustabo caminaba tranquilo a la par suya, ingresando al cuartel del FBI para recoger una orden de cateo que los agentes de la LSPD pidieron les hicieran llegar; al no haber mucho personal desocupado que pudiera desviarse y nadie tenía ganas de empezar una riña con los policías, Horacio se ofreció para hacer el mandado, a pesar de ser su día de descanso.

Hicieron una pequeña fila para pasar por el detector de metales y, en todo ese lapso, tenían las manos tomadas a insistencia suya de aferrarse a la presencia del rubio.

—Horacio... —llamó Gustabo, por lo bajo.

—¿Qué sucede?

El rubio volteó a ver a todos lados y se acercó de puntitas para hablarle al oído.

—¿Por qué nos están mirando?

—¿Eh? —Horacio dio una repasada con la vista y, de hecho, identificó al menos a tres personas (contando a Irina, Arizona y Dante), que les sonreían cuando los veían—, no es nada. Quizás es porque te llevo de la mano e intuyen alguna cosa de nuestra relación.

—¿Y no te incomoda?

—¿Tomarte de la mano?

—No eso, que ellos sepan que te gusto.

Horacio se encogió de hombros.

—Ya lo saben.

—¡¿Qué?! ¿Por qué? 

—No es un secreto aquí, para ser honesto. Fue culpa de Collins, que trajo unas botellas en un descanso y me sacaron la verdad de por qué estaba tan triste —comentó Horacio, tomando de vuelta su cinturón que tuvo que retirar para que la hebilla de metal no encendiera la alarma molesta—, dicen que no paré de hablar de ti e incluso me ayudaron a encontrar tu paradero.

—Pensé que tú me habías encontrado para que siguiera las reglas.

—Y para protegerte, bebé. Eso era lo más importante.

—Siento que estás sacándolo todo de proporción, ¿sabes? —dijo Gustabo, haciendo eco de sus movimientos para volver a ajustarse su propio cinturón—, no es como si me fueran a secuestrar o qué se yo.

—Pero tener tantos ojos sobre ti de haber el escándalo, que alguien pudiera agarrarla contigo por lo que pasó en la iglesia... La gente tiene miedo y muchas veces no entiende ni te conocen como yo lo hago como para estar tranquilos con tu libertad fuera del asilo mental. Pedirían que te encerraran.

『GUSTACIO +18』ESTOICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora