Un Corazón De Regalo

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Lisbon se despierta más temprano de lo normal. Se coloca de lado y se queda mirando la espalda desnuda de su novio, el subir y bajar de su respiración tranquila y sus cabellos rubios alborotados. Sonríe al recordar lo que habían hecho hace unas horas atrás, la noche de pasión que vivieron una vez más. De repente recuerda algo. Muy despacio estira su brazo hacia su mesita de noche, para tomar su celular. Mira la fecha. Cinco días. Quedan cinco días para el cumpleaños de Jane. Debo comprarle un regalo. Bueno, a él no le gusta mucho eso de festejar y regalos y todo eso.. pero si encontrara un regalo que lo impacte, que lo sorprenda... Entonces, en su mente, aparece como una película, los recuerdos de hace varios años atrás.

La taza yacía hecha pedazos en medio de la oficina del CBI, los agentes del FBI se estaban llevando todo, el sillón ya no estaba, ni los escritorios, computadoras, nada. El corazón de Lisbon se contrajo y un dolor insoportable se hizo presente en su pecho. Respiró profundo y refregó sus ojos con fuerza antes de que las lágrimas cayeran.

La taza seguía allí, nadie había reparado en siquiera barrer los pedazos. Abbott ya no estaba. Se paró frente a esos trozos y pudo ver reflejado a su dueño. "Señor Jane, soy la agente Teresa Lisbon." El recuerdo de cuando lo conoció y estrechó su mano se hizo presente. Su mirada perdida, su ropa desaliñada, su cabello alborotado... su corazón hecho pedazos.

Sin saber bien por qué, comenzó a juntar los trozos de la taza favorita de Jane, algunos agentes miraban sus acciones preguntándose qué estaba haciendo, pero a ella no le importaba, solo se concentró en ese acto de recoger los trozos de una taza sin vida, de un hombre sin vida. Se dirigió a la cocina, buscando una bolsita, un recipiente, algo para colocar los pedazos y cuando lo encontró, halló con cierta alegría el plato a juego, seguramente Abbott lo había dejado allí. Lo tomó sin dudar y lo guardó en su bolso. No sabía bien qué iba a hacer con eso, pero sabía que necesitaba tenerlo con ella.

-Buen día, amor. -Dice Jane, sacándola de sus recuerdos. Se da vuelta en la cama, tratando de abrir los ojos.

-Buenos días. -Saluda ella, seguido de un beso en los labios. Jane la rodea por su cintura desnuda y la atrae más a él.

-Es temprano todavía, ¿no? No sonó la alarma.

-Sí, faltan unas horas todavía para ir la oficina. -Ambos sonríen cómplices.

-Y bien, ¿qué podríamos hacer? -Ella no contesta, en cambio, comienza a besarlo con intensidad, con deseo. Ella se coloca arriba de él, sin dejar de besarlo, y él acaricia sus caderas.

Ella se separa un poco y lo mira, su cara de deseo, su cahello tirado para un costado, sonriendo sensualmente.

-Teresa, eres tan sexy. -Dice mordiéndose los labios.

Luego de un día bastante atareado en la oficina, están listos para volver a casa. Debaten si pasarán la noche en la lata plateada o en la casa de Lisbon, pero teniendo en cuenta que hoy estuvieron en la casa de ella, esta vez toca en la lata. En la madrugada, ella sonríe mientras lo ve dormir, y se imagina su reacción al recibir su regalo.

Al día siguiente, un par de horas antes de ir a la oficina, decide hacer una parada en su casa, y una vez allí, se dirige a su dormitorio. Es increíble que Jane no haya lo descubierto siendo que pasaron tantas noches allí. Bueno, en realidad cuando estamos aquí, solo descubrimos la cama. Sonríe con su propio pensamiento. En el último cajón de su mesita de noche, escondido en el fondo, toma una pequeña caja, donde se encuentran los trozos de la taza y su plato. Luego de unas horas, Lisbon mira con orgullo la taza completamente arreglada, entera.

Sonríe dulcemente y como aquella vez, vuelve a ver el reflejo de su dueño, con las piezas de su corazón Todos los momentos pasan en su cabeza, desde que lo conoció, los momentos de bromas, chistes, los momentos de tristeza, de enojo, de anhelo. Los momentos de confesiones, de besos, de pasión. Como una película, toda la historia pasa por su mente, tantos años. Sonríe y suspira, emocionada por lo que está taza puede significar.

 Sonríe y suspira, emocionada por lo que está taza puede significar

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-Me encantó el regalo, en serio, me sorprendiste. No pensé que tenías guardadas las piezas. -Dice completamente emocionado mientras mira una y otra vez la taza en su mano. Ella se limita a mirarlo mientras sonríe dulcemente.

-Dije que unos de estos días te sorprendería. -Se miran fijamente.

-Eres una mujer increíble.

-Sí, lo soy.

-¡Que arrogancia!

-Aprendí del mejor. -Ambos ríen.

-Ven. -Le hace un gesto con la mano para que se siente en su regazo. Ella, con una sonrisa, se sienta sobre él, quien la rodea por la cintura, y entrelazan sus dedos. Jane le da unos besos breves en su hombro y se quedan así, mirando el cielo. -Que linda noche, el cielo estrellado, excelente temperatura.

-Excelente compañía. -Lo interrumpe ella. Ambos sonríen y se quedan en silencio, disfrutando del calor del otro.

-¿Quieres escuchar música? -Pregunta Jane mientras se separan de un beso tierno. Ella asiente con una sonrisa.

Agarrados de la mano, entran al Airstream. Mientras él coloca la música, ella se sienta en la cama y se quita su saco, para estar más cómoda. Él se acerca y se sienta a su lado. Sin decir una palabra, se comienzan a besar, muy lentamente, disfrutando el sabor del otro. Con cada beso, la intensidad aumenta. Lisbon le quita la chaqueta, sin despegarse de sus labios, mientras él la acuesta en la cama, quedando encima de ella. Los besos pasan a su cuello, saboreando cada centímetro de su piel, mientras ella con dedos ágiles, desabrocha su camisa y se incorpora para que Jane le quite su blusa.

-Quiero ser tuya, Patrick. -Susurra a su oído.

-Serás mía y yo seré tuyo.

The Mentalist ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora