Estaremos Bien

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Está triste, muy triste. Todo su ser se convirtió en pequeños pedazos, y como siempre, tendrá que reconstruirse sola. Teresa Lisbon lidió con la tragedia desde pequeña. Todavía era una niña cuando su madre murió en manos de un borracho que conducía ebrio; era pequeña cuando tuvo que asumir el papel de madre y padre, y cuidar a sus hermanos menores. Porque su padre no pudo manejar la situación, no pudo contener su dolor, y se hundió en el alcohol, maldito veneno que destruye todo a su paso. Teresa recuerda las borracheras de su padre mientras mira el vaso de tequila vacío en su mano.

-No beberé más. -Dice y deja el vaso en una pequeña mesa de su oficina.

-No hay problema.

Patrick Jane también tuvo una infancia difícil, con una madre ausente y un padre estafador y abusivo, pero su tragedia vino mucho después. Por su culpa. Todos los días se mira al espejo sintiendo ese autodesprecio por lo que se convirtió, y al instante una congoja le estruja el corazón, anhelando ser alguien diferente, alguien normal, con aspiraciones y sueños normales, con un trabajo normal, una casa y un perro, o un gato tal vez. Pero no, su vida está atada a la sed de venganza, y esto le costó la vida a más de cinco personas.

La culpa lo carcome.

-Ya todos se fueron, Lisbon, deberías ir a casa y descansar.

-Sí, debería.

Quedan en silencio. Ambos están rotos. Samuel Bosco era un gran policía, de la vieja escuela, y Teresa lo admiraba demasiado. Todavía retumba en sus cabeza esas palabras en el hospital. Te amo, le dijo, y ella sabía que no era afecto fraternal, y lo correspondió, no por pena o lástima, sino porque, en el fondo, ese sentimiento estaba ahí, no de manera romántica, sino como un hermano mayor. Y Minelli, su gran amigo y jefe, Virgil Minelli, era lo más cercano a un padre que tuvo, y ahora se retira de su carrera. Se siente sola, despojada.

Pero mira a Jane de perfil, y todas sus penas pasan a un segundo plano. Realmente puede ver su culpa, la siente, y desea tanto quitar ese peso de él. Suspira impotente.

-No fue tu culpa, Jane.

-Lo sé. -Suspira pesadamente. -Lo sé.

-Entonces deja de pensarlo.

Jane no habla, en cambio, toma una bocanada de aire y carraspea la garganta.

-Deberías irte, Lisbon.

Pero ella bien lo que trata de hacer, lo ha visto muchas veces y sabe cuándo está a punto de llorar, y sabe que él nunca lloraría en público. Debería irse a casa realmente, son las dos de la mañana y no ha dormido bien en toda la semana, estuvo comiendo mal, sin embargo, no puede alejarse. Se desgarra por dentro, todo lo que ha ocurrido le aprieta el corazón, pero mucho más le duele ver a Patrick cargando con una culpa que no es de él. Solo hay un culpable, y ese es Red John.

-No te dejaré solo.

Él la mira fijamente un momento y ve cómo ella acerca una mano a su hombro, apretando suavemente. Y eso es suficiente para partirlo en dos. Comienza a llorar, vulnerable, desesperado. Jane la abraza fuerte, dando y buscando consuelo. Ella corresponde al instante, y lo mismo que él, dando y buscando consuelo, seguridad, algo de apoyo, algo de paz.

-Lo siento, Lisbon, lo siento. -Murmura entre sollozos. -Lo siento, realmente lo siento.

-Shh. -Ella le pasa la mano por la espalda, intentando calmarlo. -No fue tu culpa, Jane.

Se le rompe el alma, sintiéndolo tan frágil, que las lágrimas escapan de sus ojos de manera silenciosa. El corazón de Jane está abierto de par en par, para la única persona en el mundo que lo conoce realmente. Pero también sabe que ella está igual de triste, acaba de perder a dos influencias muy grandes, uno perdió la vida, otro se retiró.

Jane hunde la cara en su cuello, y siente el sollozo silencioso de Lisbon, mientras sigue acariciando su espalda, su nuca y cabello. De alguna manera se siente bien sus pequeñas manos en él, lo reconfortan, lo consuelan.

-Lisbon. -Murmura contra su cuello. -Soy una persona rota, no puedo decirte que todo estará bien.

-Lo sé, Jane.

Él se aleja un momento, apenas para mirar sus ojos esmeralda brillosos por las lágrimas.

-Intentaremos que todo esté mejor, ¿verdad?

Ella sonríe un poco, haciendo sonreír también a su consultor. -Sí, lo intentaremos.

Lisbon olvida por completo la distancia de jefe-consultor, acaricia su rostro, limpiando algunas lágrimas. Lo ve tan vulnerable, por primera vez sin la máscara, sin esa coraza que se pone siempre para que no vean la verdad de sus sentimientos. Le lastima, le duele verlo así. Entonces entiende que tiene que ser fuerte, por ella misma, por su trabajo, por su equipo, pero sobre todo, por él.

Le hace un gesto y Jane no duda ni un segundo, se acerca y acomoda la cabeza en su regazo, y Teresa acaricia sus rizos.

-Todo va a estar bien, Jane. Lo atraparemos.

-Lo haremos, Teresa, lo haremos.

Pronto Jane se queda dormido en brazos de Lisbon, quien como puede, se acomoda en el sillón, y antes de escapar al mundo de los sueños, le da un pequeño beso en la frente.

-Estaremos bien. Tú estarás bien, lo prometo.

Y hecha la promesa, se durmió.

The Mentalist ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora