Un Puente De Amor

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Los meses pasaban rápidamente. Teresa veía su vientre crecer cadevez más, al principio, asustada, pero también feliz y emocionada de la que estaba formándose allí. Ahora, mientras comienza a preparar dos tazas de té, la pequeña se mueve feliz en su panza de cinco meses, y ya no se siente asustada, Patrick la ayudó mucho con eso. Y así como los meses pasaban, también la construcción de su hogar. Se sorprendió de lo rápido que habían avanzado. Las habitaciones principales ya estaban terminadas, cocina, baño, habitación del bebé y habitación matrimonial. Ahora, solo falta la sala de estar y una pequeña biblioteca-oficina. La ayuda voluntaria de Stan ayudó mucho, aunque Patrick se sintió en la obligación de pagarle; luego se sumó Jimmy, y por último, tuvieron una visita sorpresa muy agradable de Tommy, quien pudo al fin tomarse unas vacaciones como casarecompenzas. Annabeth estaba muy feliz con su nuevo tío y ayudó mucho a su tía con las compras.

Con las dos tazas humeantes, se acerca a la puerta de entrada de su hogar, la cual está abierta. Su esposo se encuentra sentado en las escaleras de madera nueva, recientemente barnizada y pintada de marrón caoba. Teresa se acerca a él, caminando silenciosamente con sus pies descalzos. Patrick, que ha estado sumido en sus pensamientos desde que se despertó, sonríe al percibir su presencia llegar a él.

-Buen día. -Saluda él, todavía mirando hacia la naturaleza que tiene a su frente.

-Buen día. -Ella se acomoda a su lado izquierdo y le pasa la taza de té. Él sonríe, toma la bebida en sus manos y se da un beso pequeño en los labios. Ambos contemplan el lago y los patos por un momento en un silencio cómodo. Teresa bebe algunos sorbos y deja su taza a un lado en la escalera, para entrelazar sus dedos con los de él. Patrick suspira de satisfacción y sus labios la besan en la cien, en su mejilla y en su nariz.

Ahora es ella quien suspira satisfecha, feliz, y su cabeza cae en el hombro de su esposo.

-¿Viste el amanecer? -Pregunta ella después de otro silencio.

-Sí. -Le da un sorbo a su té. -Si no te gustara dormir tanto, lo hubiéramos visto juntos.

-Debes comprender que en este estado no puedo levantarme tan temprano. -Bromea.

-¿Usa a nuestro bebé para excusarse? Eso es muy bajo, agente Lisbon.

Ambos ríen un momento. Patrick le da el último sorbo a su bebida y deja la taza a un lado, para luego abrazar a su esposa por la cintura. Él comienza a besarla ruidosamente por todo su rostro mientras acaricia su vientre. Ella ríe, la felicidad ilumina su mirada esmeralda y Patrick solo puede perderse en esos ojos. Teresa suspira, roza su nariz con la de él, y tantos sentimientos la atacan, que no puede reprimir sus palabras.

-Yo siempre veo el amanecer cuando te miro a tí, Patrick. -Murmura en sus labios, sonrojándose pero sin arrepentirse de ser tan cursi.

-¡Que lindo ver tu lado cursi, Teresa! -Dice medio en broma, medio en serio.

-No arruines el momento, maldita sea. -Dice fingiendo enojo.

Él sólo puede reír tiernamente. -Te amo. -Dice, y se ríen cuando comienza a moverse. -Las amo. -Enfatiza.

-Nosotras también.

-¿Iremos de compras hoy? -Jane rompe otro silencio. -He visto algunes excelentes sillones en internet.

Ella arquea una ceja. -¿lnternet? ¿Desde cuándo usas internet? Mejor dicho, ¿desde cuándo sabes usar internet?

-¿Por quién me tomas? No soy un inútil.

-No dije que seas inútil. -Sonríe. -Pero a tu edad es complicado que sepas siquiera cómo encender una computadora.

Jane finge estar lastimado y se lleva una mano al corazón.

-Teresa, me hieres.

-Si te hiere lo que digo es porque es verdad. -Él la mira boquiabierto, fingiendo asombro, mirando la diversión en el rostro de su esposa.

-¿Me llamas viejo a mí? Yo todavía no me he encontrado una cana. -Eso le valió un golpe en el hombro, bastante fuerte.

-Cállate. -Teresa hace un pequeño puchero y toca nerviosamente su cabello. -Fue un caso aislado.

El se ríe un poco. -No hay necesidad de sentirse mal por eso, me gustan tus canas.

-iLo dices como si tuviera muchas! -Exclama, con su ceño fruncido y fingido enojo. Él la vuelve a atrapar en sus brazos y le da un largo beso.

-No somos tan viejos, sabemos lo que hacemos. -Comenta, acariciando su vientre, luego levanta una ceja -¿No?

-¡Janeeee! -Le da otro golpe en su hombro, entendiendo su doble sentido.

Patrick se ríe y sigue besándola, salpicando pequeños besos en su cuello y hombros. Ella lo abraza y comienza a besarlo en su rostro, con sus manos masajeando sus rizos, luego hunde su nariz en el cuello de su esposo, oliendo su precioso aroma.

-Mmm. -Roneonea ella. -Te amo, mi viejo. -Murmura contra su cuello. Él sonríe.

-Te amo, mi vieja canosa. -Eso le valió otro golpe, esta vez en las costillas, que hizo reír a ambos.

El creciente vientre yace entre los dos, como un puente, un puente de amor que los conecta más allá de lo que cualquiera puede explicar.

-Entonces, viejo, vamos a prepararnos para ver esos excelentes sillones. -Anuncia. -Pero primero, comida.

-Sip, nuestra linda bebé necesita alimentarse.

Se levantan y tomados de la mano, entran a su hogar, para preparar y disfrutar de un rico almuerzo.

The Mentalist ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora