Deja Que Ocurra

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"Los peores momentos de la vida, son quienes nos hacen la persona que somos en la actualidad".

El doctor salió hace unos minutos y dijo que mi hermano ya se encuentra estable. Le hicieron un lavado y se encuentra mejor. Menos más y lo encontré a tiempo porque la sobredosis era una bastante grave.

-¿En qué piensas, papá? -le pregunto a mi padre que se encuentra junto a mi.

-En que vamos a hacer con Harold -responde viéndome a los ojos.

-¿Cómo que, qué vamos a hacer con Harold? -inquiero molesta.

-Si, Hanan. Si no te has dado cuenta tu hermano está mal, necesita ayuda -me contesta tenso.

-¿Y por ello lo vas a internar? ¿Así de simple? -interrogo indignada, viendo por donde va la conversación.

-Amor, es lo más sensato -intenta razonar-. A Kevin le sucedió lo mismo y esa fue la decisión de su mamá.

-A mí me importan tres pepinos lo que Margaret haga con sus hijos -me levanto furiosa-. En vez de pensar en querer internarlo, piensa mejor en cómo sacar tiempo para pasar más tiempo con tu hijo.

-Cálmate, Hanan. era solo una opción -intenta tocarme y se lo impido retrocediendo.

-No, es que ni siquiera debería cruzarte esa opción por la cabeza, papá -le digo-. Cuando uno está mal, uno necesita de alguien que esté a nuestro lado, no que nos encierren como a unos caballos.

-Entiendo tu punto, hija. Pero hay cosas que se me salen de las manos -dice cogiéndose la cara con frustración.

-Papá, entiendo tu preocupación -me siento de nuevo a su lado y recuesto mi cabeza en su hombro-. Pero hay muchísimas más soluciones y más efectivas que internarlo. Tal vez, no veremos avances de inmediato, pero cuando uno se encuentra en una situación difícil lo que más quiere es el apoyo de su familia y seres queridos para salir del mal momento, no aislarlo.

-Tienes razón, pero imaginar que no hubiéramos podido llegar y estuviera muerto, me pone mal -cuando nuestros ojos chocan solo puedo ver el miedo plasmado en ellos.

-No eres el único. Yo también tengo miedo, papá. Pero más miedo me da enviarlo a alguno de esos lugares y que salga peor -le digo y él asiente.

-Está bien, hija -me abraza-. Ya resolveremos de otra manera.

-Gracias -le respondo-. Voy a comprar café, ya vuelvo.

Voy hasta la cafetería de la clínica, pido dos café y unas galletas de chocolate para pasar el rato. Camino de vuelta hasta donde mi papá y cuando llegó mi interior estalla en ira. No solo por ver a Margaret y sus dos hijos aquí, si no que también han llegado todos los amigos de mi hermano como Ezra, Ruslan, Liam, Deenve, Ishiro y hasta la misma Lilo los acompaña.

-Voi Ragazzi -«Ustedes» digo en italiano y todos voltean a verme-. ¿Qué hacen aquí?

-¿Cómo que, qué hacen aquí? Hanan, por dios. Estos son sus amigos y mi familia -responde mi padre.

-Verdammter, Papa -maldigo en alemán porque sé que conoce el idioma.

-Verdammt nichts, Hanan -«Maldición nada, Hanan» me reprende mi padre.

-Ich will niemanden in der Nähe meines Bruders sehen -le digo «Que no quiero ver a nadie cerca de mi hermano».

-Vor weniger als fünfzehn Minuten hast du mir gesagt, dass er bei den Leuten sein soll, die ihn lieben, und jetzt fällt dir das ein? -me recrimina usando mis propias palabras en mi contra «Hace menos de quince minutos me dijiste que él debía estar con las personas que lo quieren, ¿Y ahora me sales con esto?».