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Martes 25 de octubre de 2005, día de escuela.
Ya habían pasado 3 semanas desde que Kazutora estaba libre, seguía quedándose en casa, mi madre decía que no tenía problema con eso.

La escuela estuvo como siempre, aburrida. Era hora de almuerzo y estaba comprando algo para servirme cuando Baji se acercó a mí.
—Hola,__.—dijo a mi lado, también estaba comprando algo para merendar.
—Baji, ¿qué tal?—
—Todo bien, nada más quería preguntarte cómo ha estado Kazutora.—dijo rascándose la nuca.
—Bien, bastante bien. Al fin y al cabo, sigue siendo un niño.—admití.
—¿Qué quieres decir con eso?—sonaba extrañado.
—Me refiero que, los primeros días si fue extraño, frío y no hablaba mucho, incluso peleamos.—reí al recordarme el golpe que le di—Pero estamos bien ahora, en lo más profundo de su ser, sigue siendo él.—
—Ah...sí, supongo.—sonaba algo extrañado aún—Cuídalo por favor.
—¿De qué?—alcé una ceja, dije que era un niño pero no es un bebé para cuidarlo.
—No sé qué estoy hablando, lo siento. Sé que estará bien contigo.—sonrió, ya había terminado de comprar—Adiós, __. ¡Gracias!—
—Adiós Baji.—me despedí para salir también de la pequeña tienda de comida dentro de la escuela para irme a mi salón.

Estas semanas que Kazutora llevaba en casa, no habíamos tenido más peleas ni inconvenientes, uno que otro regaño porque llegaba tarde a veces pero nada más, era porque se juntaba con sus amigos.
Por otro lado, habíamos estado bastante cariñosos, muchos abrazos, muchos te quiero, mucho roce pero poca acción. Sinceramente llevaba esperando desde el día en el mirador que me besara, pero no lo había hecho y yo tampoco me atrevía a hacerlo. En más de una ocasión estuvimos a punto, pero en una llegó mi madre justo, en otra sonó su celular y así... De todas maneras, me siento feliz solo con el simple hecho de tenerlo a mi lado.

Salí como siempre a las 15:30, estaba saliendo de la gran puerta de la escuela cuando noté una moto en frente. Unas manos se posicionaron sobre mis ojos.
—¿Quién soy?—preguntó una voz que evidentemente reconocía.
—Kazutora, sé que eres tú. Dejaste tu moto.—apunté apenas quitó sus manos.
—Rayos, no funcionó.—rió suavemente—Tu madre me dijo que podía venir por ti.
—Muchas gracias.—dije subiéndome a la moto antes que él—¿Qué esperas?—dije extrañada.
—Saludaré a Baji y regreso.—me avisó mientras se alejaba en dirección al pelinegro que venía saliendo también.
Me quedé sentada en la moto, parecía que yo la conduciría al estar sola.
Iban maestros que me hacían clases saliendo también del recinto, me miraban extrañada y yo simplemente reía por sus expresiones de sorpresa.
—Ya volví.—dijo sonriendo mientras se subía adelante de mi.
—¿Dónde me llevarás a pasear?—dije bromeando.
—Es sorpresa.—dijo serio.
—Oh, yo solo bromeaba.—
—Yo no.—soltó una leve risita, algo escondía este chico.
Nos fuimos por calles que no conocía, así que solo me dediqué a observar.
—Al bajarte, te vendaré los ojos.—advirtió.
—Está bien.

Nos bajamos en plena calle, por lo que no sabía a dónde me llevaría. Vendó mis ojos y luego me guió por al menos 2 minutos caminando, hacia no sé dónde.
—Llegamos.—dijo quitándome la venda.
Estábamos frente a un ¿local? de no sé qué, parecía abandonado. En la entrada se veía un grafiti de un ángel sin cabeza, tal como el de la chaqueta que llevaba siempre.
—¿Dónde estamos?—pregunté extrañada, el lugar no era muy agradable a decir verdad.
—Entremos.—me tomó de la mano y me llevó.

Mi buen amor [Kazutora Hanemiya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora