1 de septiembre, 1999
En fin, entre otros temas, volvimos a la escuela. Recuerda que aquí, bien al sur, nosotros comenzamos a finales de julio y principios de agosto. Vamos a la contraria del resto del país más que nada por el clima y la tradición local.
En los recreos, solíamos estar con Miriam, mi amiga de siempre. Estas vacaciones, ni siquiera se acercó a casa ni respondió a mis llamados, inclusive cuando me vio en el súper con Lenore y llevaba el yeso. Quizás se enteró que fui yo quien la delató frente a su padre a través de Sammuel. Entiendo que mi actitud no fue demasiado buena, quizás hipócrita, pero de verdad estoy preocupada por ella. Algo me dice que está más apegada a otro grupo de chicas que no me agradan demasiado. Las que una vez te conté, amado diario.
Esa mañana, noté el mayor cambio de todos; ya que, al llegar al instituto, no me saludó. Lenore quedó con el abrazo en el aire. Recuerdo que se puso roja y luego, muy avergonzada, decidió rascar la parte posterior de su cabeza con una inocente risita.
Primero creí que era porque no nos había visto. Ella suele usar anteojos desde niña, algo que la acompleja mucho y ese día no los llevaba puestos.
Me despedí de Lenore. Le prometí almorzar algo muy rico. Ella me abrazó fuerte y susurró cuánto me amaba. Cubrió mi rostro un poco con sus manos pecosas y, aprovechando que estábamos solas, me dio un beso rápido en los labios.
No obstante, harta de tanta presión en casa y sintiéndome más a salvo en la escuela, no quise algo tan corto. La estreché contra mi cuerpo, cuando me aseguré que nadie nos vería. La escuela es grande, tiene alumnos de varios pueblos, pero nadie viene a este pequeño resquicio donde suelo estudiar entre clases. La apreté un poco contra la pared y noté cómo volvió a lamer mis labios. Suspiré y me imitó, mientras sus manos viajaban libres a través de la espalda.
Escuchamos un ruido.
Eran un par de chicos que se reían porque hicieron estallar un inodoro a unos cuantísimos metros de nosotras. Fuera de eje por la explosión, suspiré un poco nerviosa y nos separamos un poco.
Lenore, sonrió como si dijese: "Oops! Casi nos ven...".
Sin embargo, antes de marcharse, volvió a darme un beso en la comisura de los labios, justo en la puerta de mi aula. Ahora que se marchaba, sus mejillas estaban rojas como la sangre, gracias a lo que acababa de hacer. Tropezó con sus propios pies, pese a que caminaba mirando el piso. Intenté no reírme, aunque fue imposible. El dulce gesto de "Fuck you" que me hizo con el dedo sin dejar de avanzar, hizo que me carcajeara aún más.
Sonreí como una idiota.
El flirteo me encanta y ya no sé cómo ni cuándo me armaré de valor para hablar con ella sobre este tema tan delicado sin que me mande a la mierda o me acuse de que la estoy usando. Es seguro que dirá que ya encontré a otra persona con la que sacarme las ganas y que por eso quería olvidarla.
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Los Mejores Días
Ficção Adolescente¡Crecer es tan complicado! Por eso, en este diario pondré mis pensamientos, mis emociones, el problema que se vino cuando cumplí los diecisiete y, aunque sé que será difícil ocultarlo, mis esfuerzos de hacer lo mejor para que nuestro mundo no colap...