Un día de octubre, 2000
Pero, de todas las cosas ocurridas, puedo decir que hoy fue un día raro.
Para empezar, esta tarde tuvimos la noticia de que la clase de arte pasó de tener 159 alumnos a 160. La gran buena nueva que me hizo sonreír luego de tanto tiempo es que la alumna destacada que se había transferido era nada más y nada menos que Laura Mitchell.
Sus cabellos negros como la noche, ojos verdes y tez blanca lechosa, llamaron la atención de todo el mundo. Tiene pequitas, algo que no había notado con el bronceado. Es muy bonita y sus ojos se iluminaron de la más pura alegría cuando me encontró en el aula mientras subía las escaleras del aula magna.
Una vez que la profesora terminó de presentarla, corrió hasta donde estaba y me abrazó. Sentí cómo besaba mi ruborizada mejilla. Eso llamó la atención a mis compañeros que no dudaron en cuchichear y burlarse con la soberbia de siempre; pero Laura, con un gesto siempre animoso, se lamentó de que hubiera pasado muchísimo tiempo sin vernos después de las vacaciones.
Cuando llegó la hora del almuerzo y nos acercamos al grupo de Melody quienes dejaron de ser invitadas a fiestas apenas supieron de su relación conmigo, noté cómo ésta entrecerró calculadoramente sus fríos ojos celestes e hizo un mohín de disgusto con sus bonitos labios. Laura le sonrió de una forma extraña, como si se sintiera victoriosa de algún problema que arrastran quién sabe desde cuándo.
A pesar de la frívola bienvenida, Purity le hizo espacio en el grupo, como siempre que le presentan a alguna persona que cursa con ellas. A pesar de que intenté hacerles entender que estar juntas iba a ser un problema y que pasarían a ser parias gracias a mis muchos errores, recuerdo bien cómo Alice Biel, quien es famosa por disfrutar de los placeres de ser popular y jamás le dijo que no a una fiesta, tocó mi hombro, me miró fijo a los ojos y sonrió con dulzura y madurez.
―Ya tuvimos demasiada popularidad en la secundaria, tranquila.
Creo que la sorprendí cuando me eché a sus brazos sin dejar de llorar. Esa tarde fue muy reconfortante. Alice Biel siempre fue una princesa y sabe comportarse como una. Además, es divertida y Melody la adora a pesar de que tuvieron varios encontronazos antes de graduarse por su ya superada homofobia. Me confesó que me detestaba cuando estábamos en secundaria sólo porque escuchaba al resto y no pensaba por sí misma. Por ende, continúa asegurando que la gente me amará cuando se den cuenta de qué está hecha Justine Rodrick.
Dios mío, ¡sé que jamás será así!
Juro que hasta pensé que me tomaba el pelo o que lo hizo sólo para quedar bien. No obstante, me mira con un cariño enorme tal como lo hace con el resto de sus amigas, así que no logro dimensionar hasta qué punto esa chica puede llegar a decir la verdad.
Ahora que lo veo a la distancia, siento que fui una tonta al no querer ir a la entrega de diplomas y a la fiesta de fin de curso. Tampoco me acerqué a la fiesta de primavera. Sí, me arrepiento bastante porque me llevaba muchísimo mejor con ellas para ese entonces y hubiera sido una velada preciosa. Incluso me habían llamado a casa para pasarme a buscar, mas les mentí y les dije que estaba enferma.
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Los Mejores Días
Novela Juvenil¡Crecer es tan complicado! Por eso, en este diario pondré mis pensamientos, mis emociones, el problema que se vino cuando cumplí los diecisiete y, aunque sé que será difícil ocultarlo, mis esfuerzos de hacer lo mejor para que nuestro mundo no colap...