5 𝑑𝑒 𝑛𝑜𝑣𝑖𝑒𝑚𝑏𝑟𝑒, 2002 (𝑃𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑎 𝑃𝑎𝑟𝑡𝑒)

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5 de noviembre 2002

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5 de noviembre 2002

Estimado diario: todo iba más o menos como debía ser.

Seré sincera: al final decidí que lo mejor sería mantener una relación más cordial con Greta. No sé, no es algo que me haga feliz. No es una decisión que se sienta bien tampoco. Sólo lo hago para ganar tiempo, pues sé que de esa manera mantendré Agatha ocupada conmigo y así dejará de atosigar a Lennie.

Empero, a la emoción inicial de Greta porque le había dado una oportunidad, le advino un miedo irracional al qué dirán y me rechazó.

Así, sin más.

Recuerdo que esa tarde volví un poco triste a mi habitación. Me largué a llorar en la cama como una estúpida, preguntándome qué mierda estaba haciendo ahora que todo me salía tan mal.

Mejor dicho, ¿por qué Dios parecía odiarme de esa manera? ¿No había nada que le gustara de mí, acaso?

Esa tarde, Lenore salió antes de sus clases porque le había dicho de ir a comprar algo a la ciudad más cercana. Iba a ser sólo nuestra salida, sin nadie de por medio. Nos íbamos a divertir como en los viejos tiempos y, si ocurría algo, dejaría de fingir que no me agradaba y nos daría el gusto.

Recuerdo que largó sus pertenencias cuando me vio y éstas cayeron pesadamente al suelo. Quizás presentaba un aspecto más deplorable que de costumbre; ya hasta me costaba mucho sonreír en las fotos del trabajo. Con mucha paciencia, se sentó a mi lado en la cama, me tomó la mano y acarició mis dedos con una suavidad tan propia de ella.

Le expliqué qué era lo que estaba pasando, pero no le dije cómo se originó todo y cuáles eran mis propósitos. No era justo hacerlo porque sabía que se haría cargo de todo, como siempre. No obstante, necesitaba largar toda la frustración que vengo acumulando desde hace meses.

Quizás sí tiene razón y soy una egoísta de mierda.

Pero en ese momento, sólo pedí por favor que me escuchara.

Durante mi precario discurso entre improperios y una lista de sentimientos negativos, no dijo nada. No me puteó, no golpeó mi rostro, no se sacó de las casillas.

No, fue algo muchísimo peor.

La vi resignada.

Secó mis lágrimas con sus dedos y besó mi frente, antes de fundirnos en un abrazo de oso al que respondí desesperada.

Curioso, ¿no?

Greta Thompson, la chica que aseguró que yo le gustaba, que se impuso para que le prestara atención y logró acorralarme, ahora se había asustado y me había dicho que lo mejor lo dejáramos en nada. Con eso, se llevó mis deseos de darle una vida más normal a Lenore, lejos de los escándalos, de los dolores de cabeza, de Agatha intentando casarla y largos etcéteras.

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