─¿Necesitas más café? ─Una joven consultó, sosteniendo una bandeja verticalmente con ambas manos, la cual no llevaba nada posado en la superficie. La expresión facial de ella indicaba únicamente preocupación.
─Necesito ver a Ranpo-kun. ─Él declaró, disolviendo el contenido del anterior pedido con una cucharita, visiblemente deprimido. Uno de sus ojos se visualizaba, de hecho ambos lucían hinchados y un bonus de cansadas ojeras, aún más marcadas que antes.
─Y lo verás, solo debes ser paciente. Si lo buscas ahora, te repelerá. ─Se sinceró Lucy, una antigua miembro de The Guild como Poe, permitiéndose suspirar frustrada.
Poe ha estado asistiendo durante días al café Uzumaki como invitado de la señorita Montgomery, aunque de por sí no era extraño verlo allí; tal como si fuera un miembro más de la Agencia Armada de Detectives, es un cliente recurrente desde que se convirtió en la pareja de Ranpo.
No obstante, Edgar ha visto a bastantes integrantes de la organización armada estos días, exceptuando a Ranpo. Es probable que supiera que él estaría presente en el local.
Maud se ubicó en el asiento delante del mayor, cruzándose de brazos con una clara tristeza incrustada en su semblante.
─Sabes que él te ama, ¿verdad? ─La fémina agregó, provocando que Poe le mirara con un ligero rubor posado en sus mejillas. Luego apartó la mirada, mostrándose deprimido.
─Ya... Ya no debe hacerlo más... ─Musitó, sin lágrimas para llorar. Apretó el agarre de sus propias manos entrelazadas, temblando y vacilante en el habla.
La de cabellos rojizos frunció el ceño, sus labios se curvaron hacia abajo y no supo cómo reaccionar. Por supuesto, estaba halagada de recibir la confianza del contrario, no obstante, habían temas en los cuales no podía aconsejarle.
Contemplar la fragilidad de un mayor le resultaba nuevo, y quizá por ello las palabras no salían.
Montgomery extendió sus manos al adverso, posando las mismas en la mesa, llamando la atención del hombre.
─Toma mis manos.
El escritor reveló signos de interrogación imaginarios ubicándose encima suyo, hasta que por fin captó lo que sucedía y accedió tímidamente al contacto.
Lucy se sorprendió al mínimo toque.
Está frío.
─Tienes que saber... Que quien ama realmente, no desestima los sentimientos propios ni ajenos. Ranpo-san necesita tiempo para decidir lo que hará, porque tampoco puede pasar por alto lo sucedido. Entiendo que desees verlo, arreglar las cosas y estar como antes; pero él no quiere eso ahora. Hoy no puedes hacer más que esperar que él se enfrente al peso de sus palabras y combata la incertidumbre. ─Ella sostuvo fuertemente el agarre, con el objetivo de transmitir seguridad al varón. Poe le escuchó de principio a fin, sintiendo cristalizados sus orbes.
Edgar abandonó su residencia porque necesitaba desesperadamente hablar con alguien, aunque solo se conformara con inhalar aire fresco, el recibir palabras de aliento le hicieron llorar de alivio por primera vez en esa semana y monedas.
Es decir, ¿Ranpo no lo odia? ¿Todavía hay esperanza?
Esa mínima posibilidad le motivó, pues aún si se tratara de un pensamiento iluso, quería aferrarse a él y por lo menos tener la oportunidad de pedir disculpas.
La mujer le sonrió, exhibiendo poco después sus fanales. Acto seguido, Allan notó, en suma; la belleza de la coloración verdosa de los orbes impropios. De alguna forma, le recordaron a la mirada verde esmeralda de Ranpo, no obstante, las gemas femeniles tenían una pigmentación respectivamente de un verde azulado.
Luego de tanto tiempo, Poe pudo esbozar una delicada sonrisa.
─Gracias. ─Pronunció en un susurro, mismo que fue oído por la presencia femenina.
Lucy se alegró al admirar su rostro, en la conclusión, animado y esperanzado. Para entonces, fue llamada por su superior para adelantar unos pedidos, lo que resultó en una despedida temporal. El escritor gesticuló un adiós con su diestra.
Karl, que yacía recostado en el regazo del estadounidense, mordió el dedo índice de Poe con ligereza. De ese modo el mapache le daba ánimos, y cumplía perfectamente su cometido. Cada gesto de su mascota le confortaba.
Poe acarició la cabeza de Karl. Se oían suaves kyu ser articulados por el animalito.
─Gracias a ti también, Karl. ─Dijo, sonriente, ansioso por ver cómo se desarrollarían los hechos.
Ciertamente solo quería ver a Ranpo y abrazarlo, sin embargo, por ahora no sería posible.
Edgar comenzó a beber lo que restaba de su café, pronto sintiéndose interesado por la llegada de una persona al local. Se volteó desde su lugar.
─¡Poe-san! ─El joven en la entrada exclamó, lo que hizo que el nombrado se sobresaltara. ¿Lo busca a él? ¿Para qué o qué?
El menor se acercó, y de pie justo delante del adverso, lo saludó con la mano ensanchando su gran y adorable sonrisa.
─¡Sabía que estarías aquí! ─El rubio se contentó, sin enterarse de que casi mata del susto al receptor.
─Ahh, Kenji-kun... ¿En qué puedo ayudarte?
─¡Ah, es verdad! ─Evidenció en su expresión su despiste el pequeño, aunque volvió a sonreír─. ¡El presidente quiere reunirse contigo ahora mismo!
Allan se quedó en silencio, casi en shock. Ambos se miraron mutuamente sin pronunciar una sola palabra.
─¿Eh?
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Remordimiento
FanfictionLa acción más insignificante puede ocasionar una tempestad de emociones negativas.