─¡Ranpo-san! ─Llamó por séptima vez un adolescente de estatura promedio, ya sin tener una mísera idea de cómo conseguir que el mayor le mirara. El antedicho eventualmente entró en razón, inclinando su cabeza hacia un lado desde su asiento.
─Ah, Atsushi-kun. ¿Qué sucede? ─Él preguntó, sin ninguna expresión en especial decorando su semblante.
─Tenemos un caso, Ranpo-san. ─Replicó, como si se tratara de algo obvio. Pues por supuesto que lo es, no suele dirigirse a uno de los miembros más antiguos de la Agencia Armada de Detectives sin un fundamento relevante.
Edogawa mantuvo lo que en teoría sería el contacto visual, aunque no ya que sus ojos permanecen cerrados la gran parte del día, estirándose en su lugar como un felino.
─Esas cuestiones ya no me corresponden.
Nakajima parpadeó unas cuantas veces. ¿Qué acaba de decir?
De repente, todas las miradas presentes cayeron en el escritorio central del área común.
─... ¿Bromea, Ranpo-san? Vamos, no es divertido. ─Dudó un confundido Atsushi, limitándose a dejar marchar una risa forzada─. Este en particular será del interés de Ranpo-san, échele un vistazo.
El menor le extendió los papeles que contenían la información del caso pendiente, sin imaginarse que Ranpo acabaría apartándolas bruscamente con su diestra, causando que estas se resbalaran de las manos de Atsushi y se desordenaran en tierra firme.
Se puso de pie, apoyando sus manos en la mesa delante suyo.
─¡He dicho que no! Sin mis lentes no puedo usar mi habilidad, es decir que soy inútil para este y para próximos trabajos. ¡Resuélvanlo ustedes mismos! ─Dicho aquello, el detective abandonó la sala habitual de convivencia entre compañeros laborales, sin molestarse en cerrar la puerta al salir.
Dejando a cada presencia desorientada, Kunikida y Tanizaki se acercaron a cederle ayuda al hombre tigre, quien yacía más desconcertado que cualquiera ínterin recogía el papeleo dispersado en el suelo.
(...)
─¿No estás yendo muy lejos? ─Dazai posó su diestra en la cabeza de Ranpo, despeinándolo un poco aprovechando el hecho de que retiró su peculiar sombrero.
Edogawa se sentó en algún taburete aleatorio del parque más cercano. Buscaba respirar aire fresco, puesto que ya no es capaz de ocultar la sofocante sensación que le carcome estando dentro de ese edificio.
En el trayecto, parece ser que fue perseguido.
─Ah... Dazai, tal vez me vea inofensivo pero juro que te morderé si vuelves a tocarme. ─Osamu rio con suavidad, tomando asiento junto al mayor, aunque no sin antes preguntar. Ranpo accedió, le daba absolutamente lo mismo.
Respetaron el silencio que se formó entre ellos, oyendo el ruido del gentío vagar por las calles de Yokohama, escuchando de vez en cuando las fuertes risas de infantes jugando.
─Crees que nadie te entiende, ¿es correcta mi deducción? ─Consultó el castaño, ligeramente sonriente.
El pequeño hombre se permitió hacer ascender sus párpados, logrando así que pudiera apreciar el paisaje enfrente.
─Siento como si estuviera siendo rodeado por monstruos nuevamente. ─Confesó Ranpo, mirando hacia delante─. Pero no tengo miedo. Más bien, estoy en camino de convertirme en el único vestiglo.
El menor no estaba del todo familiarizado con los sucesos que marcan el pasado del solitario señero hijo de los tan estimados y difuntos ascendientes Edogawa, sin embargo, comprendía a qué se refería y empatizaba con sus sentimientos: mismos que hoy solo se hallaban en una tempestad infausta.
Pero, por muy ensimismado que estuviera en su propia realidad, donde buscaba constantemente resistirse y distanciarse de la verdad, es verídico que Ranpo ha cruzado el umbral que divide lo correcto de lo incorrecto. Por ello, la pregunta inicial de Dazai tiene respuesta.
Ranpo está yendo demasiado lejos.
─¿Cómo te sentirías mejor? ─Inquirió.
─Si tuviera mis gafas...
─Pero eso no es posible. ─Le interrumpió, siendo claro y conciso─. Ranpo-san, seré franco contigo: esto no puede seguir siendo aplazado. Así como tenemos inminencias a la vuelta de la esquina, en cualquier momento podrían avistarse nuevas amenazas aún más peligrosas que las anteriores. ─Hizo una pausa─. Por ello, debemos mantenernos unidos. Dime, ¿ese hombre no te ha salvado en más de una ocasión? Además... No creo que estés contento pisoteando el esfuerzo y la paciencia que el presidente depositó durante doce años en ti.
Se respetó un mutismo.
─No importa cuanto dolor seas capaz de sentir, cuando involucras a otros y los haces sufrir, inmediatamente eres el culpable.
Edogawa guardó silencio tras esas últimas palabras dichas por el ex ejecutivo de la Mafia. En cualquier otra ocasión, habría gritado de inmediato para silenciarlo o contradecirlo, sin embargo esta vez no fue ese el caso. Recapacitó en sus decisiones, enfatizó en sus actitudes erróneas y culminó suspirando.
Osamu miró al mayor.
─¿Qué harás, Ranpo-san?
No recibió respuesta.
El hombre de fanales esmeralda se puso de pie. Posteriormente, se colocó el sombrero.
─¿Ah? ¿A dónde vas? ─El más alto hizo ladear su cabeza.
─Iré a tomar responsabilidad de mis malos actos.
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Remordimiento
FanfictionLa acción más insignificante puede ocasionar una tempestad de emociones negativas.