Capítulo siete

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Ranpo caminó directamente de su localización hasta la residencia del escritor, por supuesto, se perdió cuando quiso regresar porque nadie atendía. Su pésima orientación le jugaba en contra en los momentos más cruciales.

Él acabó sentándose en el escalón intermedio que daba como destino la puerta de la mansión delante suyo. Pronto oscurecería, y ciertamente ya no tenía caso intentar volver. Olvidó su móvil, aunque de seguro no tiene ni batería, por ende la comunicación se descartó por completo.

El detective observó el cielo casi completamente nocturno. En aquel paraíso de clara pigmentación se presentaba una preciosa luna, misma que posteriormente se encargaría de mantener la iluminación en ausencia del sol.

Ahora que lo pensaba, últimamente hace demasiado frío. ¿Qué época del año ya es?

Uhm, si no recuerda mal, está culminando noviembre. Ranpo imaginó posados paisajes repletos de cerezos en flor del impresionante follaje otoñal japonés, no obstante, la realidad es que el clima ha cambiado dada la próxima molesta nevada navideña. De hecho, dentro de poco tiempo será el cumpleaños de Fukuzawa, en enero.

Después, vendrán los 29 años de Poe.

Edogawa bajó la mirada, escondiendo su rostro entre sus rodillas.

¿Qué debería hacer si él no aparece?

Entonces, el azabache sintió que algo frío tocaba sus cabellos. Alzó instintivamente la mirada, haciendo que la zona de su entrecejo se frunciera.

¡Ah, vamos! ¡Es noviembre, solo nieva tres veces este mes! ─Se quejó un desafortunado Ranpo, maldiciendo la mañana que preguntó cuando llegaría la tercera nevada del mes. En cualquier otra circunstancia estaría contento y se pondría a jugar, sin embargo, hoy no está de humor para actuar como de costumbre.

Además, empieza a creer que Poe no regresará esta noche a casa.

Los pequeños cristales congelados perforaban y así disipaban la calidez del cuerpo varonil. Suspirando sin más remedio, estaba decidido a comenzar a vagar por los alrededores para comprobar su suerte encontrando la agencia.

Pese a su idea, en cuanto se puso de pie, su atender se posó en una figura cercana a él. Ranpo se mantuvo inmóvil, similar a una estatua, con una expresión que indicaba que se había quedado en blanco.

Es Poe.

Luego de casi tres semanas, está a unos pocos metros de su persona, luciendo aún peor de lo que Ranpo suponía.

Los fragmentos helados continuaban haciendo contacto con ambos adultos, aunque ellos perduraron respetando la conexión de sus miradas, hasta que Edgar se adelantó a tomar del brazo al detective.

Jaló de él y se apresuró hasta usar sus llaves para acceder a su residencia, haciendo que Ranpo pasara lo antes posible. Cabe resaltar que Edogawa solo se dejó llevar, no entendía nada y se evidenciaba en su semblante.

Una vez dentro, con puertas y ventanas completamente herméticas, el menor contempló el gran recibidor de la vivienda. Recuerda a la perfección la primera vez que ingresó a este lugar, así como la última visita que pensó sería la que concluiría su vínculo.

Ranpo miró a Poe, él se hallaba de espaldas, parecía temblar.

De repente se volteó.

¡Q-Quédate justo ahí! ─Ordenó, lo que exaltó al receptor. El japonés asintió, siendo abandonado por el escritor que se marchó a toda prisa a otra habitación.

Allan regresó con toallas, una la ubicó alrededor del cuello de Ranpo y la otra fue reposada en la cabeza del mismo.

Ranpo-kun, ¿tienes frío? ¿Quieres tomar una ducha? Ah, por favor, no hagas eso de nuevo... ¿Te perdiste? Ahh, lo lamento, estaba ocupado o habría venido antes... ─Él seguía lanzando palabras al azar que dedicó al susodicho, ese famoso detective que ni siquiera se enteró de que fue envuelto también por una gabardina.

Pese a ello, Edogawa retiró cuidadosamente la prenda, devolviéndola al dueño. Cuando este la tomó, reubicó la toalla que tocaba sus hombros en la cabeza del extranjero, solo pudiendo ejercer dicha acción haciendo puntillas.

Edgar no entendió adecuadamente. Cuando quiso hablar, fue superado por Ranpo.

Golpéame.

Ambos se quedaron en silencio.

Ranpo, esperando una respuesta.

Poe, muy probablemente en shock.

¿Q-Qué? ─Atinó a preguntar, anonadado.

Con lo que te he hecho sufrir, es lo menos que me merezco.

¡C-Claro que no! Fui yo el que cometió un acto imperdonable, por mi culpa tú...

Ranpo negó inmediatamente.

No intentes defenderme ni justificar mi mal comportamiento, no te engañes a ti mismo. No hiciste nada con la intención de lastimarme, en cambio desde mi egoísmo dije tantas cosas horribles. Si hay alguien despreciable aquí, ese solo puedo ser yo.

Poe se quedó sin palabras un instante. No le gusta que él se eche todas las faltas, ¿no cometieron errores ambos?

¡N-No! ¡Yo rompí tus lentes, Ranpo-kun!

Fue un accidente. Perdí mi pertenencia más preciada, sí, pero no es tu culpa... Tuve que cuidarlos mejor, preservarlos con el valor que merecían.

A pesar de que se cayeron y se trató de solamente un golpe de infortunio, algo que le sucedería a cualquiera, Edogawa asumió toda la responsabilidad como debió haber hecho desde un inicio.

El mayor percibió la aflicción que envolvía al azabache, inclusive el sentimiento de estar expresándose con insuficiencia.

Ranpo-kun...

Sintiendo como poco a poco el soporte en el que se sostenía se derrumbaba, y permitiéndose mostrarse frágil delante de Edgar, Ranpo descansó débilmente el peso de su cabeza en el pecho impropio.

Entonces, Poe sintió como él lo rodeaba con sus brazos temblorosos.

Perdón.

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