Ranpo abrió la puerta que daba al área de recepción de la agencia, haciendo que los presentes dirigieran instintivamente su atender al detective.
─¡Atsushi-kun, tráeme un caso! No, ¡puedes traerme todos los que quieras, los resolveré en un santiamén! ─Una gran sonrisa decoraba el semblante del miembro más antiguo de la ADA. Su exclamación alivió a los empleados, en especial a quienes poseen habilidades especiales, puesto que temían que su obstinada conducta no tuviera remedio esta vez.
Les alegró estar equivocados.
Por su parte, Atsushi asintió con una confusión clara plasmada en su semblante, pero de todas formas se mostró apaciguado.
Ranpo se acercó a Yosano, que acabó golpeándolo con suavidad en el antebrazo. Ella es, muy probablemente, la persona a la que le trajo mayor tranquilidad ver a Edogawa actuar como siempre.
─Realmente me hiciste dudar esta vez, Ranpo-san. Me alegra que lo solucionaran. ─La fémina expresó su sentir, para luego observar como Poe hablaba con Kenji. Por supuesto, el famoso detective no encontró el camino a la agencia sin ayuda.
─Lo siento, Yosano-san. ─Dijo repentinamente el mayor, lo que llamó la atención de la médica. Él continuó─. Lamento haberte hecho pasar un mal rato... Tuviste razón en todo. ─Confesó, rascando su nuca con una expresión facial que parecía provenir de un niño pidiendo disculpas tras ser regañado por su madre.
Akiko rio con gracia, opacando así su sorpresa, retirando el sombrero de Ranpo por unos instantes para despeinarlo aún más.
─Si puedes prometerme que no se repetirá, solo entonces te perdonaré. ─La mujer de orbes purpúreos pronunció, logrando sacarle una sonrisa al varón. Esa fue una reacción suficiente para la doctora.
(...)
Tocó la puerta delante suyo, pronto siéndole concedido un permiso de acceso. Esta vez no vaciló, inmediatamente después de recibir la autorización se adentró a la habitación.
─Dime. ─Consultó el fundador de la organización armada, sin alzar la mirada puesto que estaba terminando de firmar unos papeles.
─Fukuzawa-san.
La mano del nombrado se detuvo. Obsequió su atender al frente tan pronto como la voz de Ranpo llegó a sus oídos, olvidando por completo el papeleo.
─... Ranpo. ─De sus labios salió el nombre de quien considera su hijo. El antedicho sonrió, lo que le hizo saber al presidente que la situación de la pareja no siguió un rumbo catastrófico.
Edogawa tomó asiento en uno de los sofás que residían en la oficina.
─Han pasado doce años... ¿Lo recuerdas, Fukuzawa-san? ─Presentó una consulta, mirando un punto aleatorio del habitáculo, sonando nostálgico.
─Por supuesto. Recuerdo que sacaste de quicio a ese secretario, solo para después acusarlo de ser el asesino. ─Repasó aquellos acontecimientos que aún vagaban por su mente─. O quizá hablas de la vez que me seguiste hasta el caso de la obra teatral. Desde ese momento, no te despegaste de mí.
Hubo un pequeño silencio, aunque nada incómodo. Recordar sucesos que forman parte del pasado de su vínculo y la agencia en cierto modo causaba una agradable sensación en sus corazones.
Ranpo finalmente dirigió su mirar al hombre de orbes azul metálico.
─Eres realmente paciente.
Esa simple oración se ganó una sonrisa de parte del director. Desde su ubicación, Edogawa rio.
Pese al agradable ambiente, tras un minuto, nuevamente se formó un mutismo. De nuevo, Ranpo rompió el hielo.
─Gracias, Fukuzawa-san, por cuidarme. Lo siento también. ─Formuló, con un toque de tristeza en sus palabras─. A pesar de haber crecido, no he madurado lo suficiente, y como consecuencia he afectado el ánimo de las personas a mi alrededor... Lo que he recibido es masivamente inferior a lo que me merezco. Yo... ─No culminó, pues fue interrumpido por el presidente.
─Ranpo, el solo hecho de reconocer tus malos actos y hacer un esfuerzo en cicatrizar los rastros de dolor que dejó la tempestad de tu ira en otros te ha aportado una buena dosis de madurez. ─El caudillo se sinceró, severo en su habla─. Si bien en ese aspecto aún tienes un difícil camino por recorrer, con este incidente has dado un valioso paso hacia adelante. No retrocedas, Ranpo.
Edogawa percibió la fe de Fukuzawa. Pese a todo, el detective no quería decepcionar al presidente de la entidad. Lo que pudiera hacer, lo haría por el hombre que considera su padre, así también por el ascenso como la perduración de la Agencia Armada de Detectives.
─¡No retrocederé! A partir de ahora, solo me verás avanzar, ¡sígueme el ritmo o te quedarás atrás, Fukuzawa-san! ─Exclamó, poniéndose de pie, con un amplio sonreír presente en su faz. Antes de marcharse, se despidió del líder con la mano.
Posteriormente, Yukichi se quedó solo en su despacho, sintiéndose sereno e inclusive contento; pues su estado anímico mejoró en cuanto recibió la visita del azabache, pese a no evidenciarse en su semblante.
No está seguro de si lo dirá en voz alta algún día, pero Yukichi Fukuzawa sabe una cosa con certeza:
Conocer a Edogawa Ranpo una mañana como la presente pero hace más de una década, en una Yokohama indefensa y manchada, fue la mejor coincidencia que su destino –tal vez escrito– le pudo dispensar.
ESTÁS LEYENDO
Remordimiento
FanfictionLa acción más insignificante puede ocasionar una tempestad de emociones negativas.