Capítulo seis

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Poe fue escoltado por Kenji a la oficina del presidente de la entidad. Aunque, literalmente fue arrastrado por el mismo, un poco irónico considerando la masiva diferencia de tamaño entre ambos: pero teniendo en cuenta la fuerza de Miyazawa esta no es ninguna novedad.

El rubio abrió la puerta solo después de tocarla, como signo de respeto al presidente, esbozando sus curvadas comisuras y saludando alegremente.

¡Presidente, justo como lo pidió le traje al escritor de la tierra del maíz, la soja, el trigo y muchas más maravillas agrícolas! ─Él expresó, visiblemente contento como ya era una costumbre, refiriéndose a la agricultura de Estados Unidos en su habla.

Gracias, Kenji. Puedes retirarte. ─El nombrado asintió felizmente, retirándose como se le permitió en tanto tarareaba una canción. Se sintió agraciado luego de haber ayudado a su superior, aunque era completamente ajeno a la razón de la reunión, y tampoco le importaba lo suficiente.

Los asuntos personales del presidente no le conciernen.

Toma asiento, por favor.

Edgar, quien fue forzado a asistir, se había paralizado hasta escuchar la gruesa voz adversa: lo que le indujo a hacer caso omiso sin emitir ningún sonido. Inclusive olvidó respirar.

Se formó un silencio, uno de los hombres se encontraba completamente sereno y pensativo, mientras el otro aparentaba ser capaz de desmayarse en ese preciso instante. Y es que, Poe no había estado a solas con Fukuzawa antes, siempre era acompañado por Ranpo, pero por obvias razones hoy no es posible.

¿Cómo te sientes? ─Consultó el varón de hebras plateadas. Allan dirigió inmediatamente su violácea mirada desconcertada al contrario.

No es ningún misterio, no se esperaba esa pregunta.

D-Digamos que... ¡He t-tenido días mejores, señor! ─Replicó, sin querer entrar en detalles, pero siendo de todos modos honesto. Yukichi mantuvo sus párpados descendidos un largo minuto. Dejó ir un audible: “comprendo”.

Sobre el incidente...

¡Lo siento! ─Se lamentó el extranjero antes de que el antiguo guardaespaldas pudiera agregar palabras a su ahora incompleta frase. El receptor reveló una expresión sorprendida, yendo en contra de su impávida actitud.

Aunque soy consciente del valor que tienen esos lentes para Ranpo-kun y usted... De t-todas formas los rompí... Fui descuidado, comprendo si están enojados y n-no me quieren cerca. Lo siento... Lo siento mucho. N-Ni siquiera sé como acercarme a Ranpo-kun para disculparme... Soy realmente patético. ─Musitaba, evidenciando su frustración en su tonalidad vocal y forma de desahogo. Incluso tartamudeaba y movía nerviosamente sus propios dedos, casi llegando a sentir que su voz se quebraba.

Fukuzawa le escuchó con atención, suspirando al darse cuenta que finalizó.

Aquellos que obran con maldad son los únicos que deben pedir perdón. ─Dijo, acomodando su firme postura desde su lugar─. Si dices que no fue tu intención, te creo.

Poe, quien se hallaba en su punto de quiebre, repentinamente sintió un aura amable rodearle. La voz de Fukuzawa se convirtió en una tonalidad sorpresivamente tranquilizante.

No tengo razones para desconfiar de ti, ni tampoco para culparte, porque si bien desconozco gran parte de tu comportamiento: tengo memorizado el carácter de Ranpo. ─Aseguró, sin ninguna duda─. Inclusive cuando vino a hablar conmigo se negó rotundamente a aceptar la realidad detrás de la pérdida de sus lentes y no profundizó el peso de sus palabras. Su reacción fue predeciblemente inmadura.

Edgar no comprendió a qué se refería el presidente cuando dijo: “se negó rotundamente a aceptar la realidad detrás de la pérdida de sus lentes”.

Pensó con detenimiento esa frase, abriendo sus ojos como platos y poniéndose de pie en un sobresalto.

¡E-Es verdad! ¡Ranpo-kun no puede activar su habilidad sin esos lentes! ¡¿C-Cómo no lo pensé antes?! ─Sí, recién se dio cuenta, pues entre la semana depresiva y el intento de superación al parecer ha escaseado de memoria para sumergirse en aquel hecho.

Yukichi le observó, silencioso.

... Ya veo. Ranpo no te lo ha dicho.

Allan estaba a nada de arrancarse los pelos de la cabeza hasta que oyó ese comentario.

¿Qué cosa no le ha dicho Ranpo?

Se... Señor, le agradezco el tiempo y la atención que ha puesto en mí, sin embargo, si Ranpo-kun no puede usar su Súper Deducción por mi descuido... No soy ajeno a lo sucedido para nada. Por favor, disculpe las molestias. ─Poe hizo una débil reverencia, marchándose tan rápido como un rayo, sin percatarse de que casi dejó caer a Karl.

El hombre de cabellos plateados no pudo decir nada ante el escape opuesto. Y es que tampoco necesitaba detenerlo, lo único que Fukuzawa quiso con esa reunión era ver el estado anímico del escritor, y orientarlo un poco.

Por otro lado, en su posición, no podía apostar por ninguna de las partes. Todo lo que quedaba era desearle resultados positivos, pues conociendo al detective, podría ser un desastre aunque tenga buenas intenciones.

No obstante, por mucho que le duela admitirlo, Ranpo no se merece el perdón de Poe.

RemordimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora