Under the tree © (BL) [Finalizada]

capitulo 26

El destino.
Ojalá tuviera palabras para describirlo, o algún concepto que facilitara las cosas, sin embargo no existe algo así que explique todo lo que es el destino.

El destino muchas veces puede ser bastante agradable, llevando a quienes han sufrido bastante a un lugar y a un momento lleno de momentos dulces; el destino escrito en piedra te seguirá toda tu vida, muchas veces se llega a él por el camino que eliges para evitarlo.

Sin embargo no siempre es así, el destino no siempre es alegre, no siempre es dulce; muchas veces el destino suele ser cruel con las personas, llegando a reunirlas con su alma gemela solamente para separarlas al final.

Cómo en éste caso.

Pete seguía de pie en el mismo sitio, observando solamente las escenas que le mostraban, intentando comprender como fue que el final llegó a ser el que estaba escrito en la leyenda.

Hasta el momento había visto cosas que coincidían a la perfección con los libros que leyó en la biblioteca, sin embargo aún faltaba ver las partes que él notó que le faltaban a la historia.

La siguiente escena que apareció frente a sus ojos fue un James de cinco años sentado en el patio de armas del castillo; parecía estar algo confundido, volteaba a su alrededor viendo lo que los demás niños y jóvenes hacían, veía que estaban haciendo agujeros en la tierra y luego plantaban las caléndulas.

A Pete le llamó particularmente la atención que fueran ése tipo de flores.

Hubo un sonido que le llamó la atención al niño de cabello rizado; cuando volteó la mirada hacia donde provenía logró ver a muchos jóvenes de alta sociedad y caballeros que los entrenaban; justo en el centro estaban dos niños, uno de siete y el otro de cinco, ambos sostenían espadas de madera y simulaban un combate.

El mayor blandía con agilidad la espada, mientras que el más chico intentaba defenderse, aunque sus piernas temblaban y su agarre era muy débil.

Rápidamente fue derrumbado por el mayor, cuando el niño tocó el suelo inmediatamente se puso a llorar desesperado, cubriendo sus ojos con sus manos.

James no lograba distinguir muy bien las facciones de las personas que estaban en aquel lugar, pero estaba realmente atento a lo que sucedía.
— ¡Vuelve al trabajo! —
Gritó uno de los hombres que lo supervisaba, golpeándolo sin mucha fuerza (pero la suficiente para que le doliera) en la espalda, haciéndolo acatar sus indicaciones de inmediato.

Aquella escena se desvaneció con rapidez; lo siguiente que apareció fue la imagen de un grupo de niños de siete años aproximadamente y nuevamente vió a James, ésta vez junto a ellos.

— yo voy a esperar y ustedes se esconden, ¿Okey? —
Explicó una de las niñas, de cabello maltratado y cicatrices en los hombros y una en el rostro.
Ella se sentó de espaldas viendo a una pared; de inmediato el más chico de todos corrió a esconderse, los demás fingieron que lo hacían.

En cuanto vieron desaparecer al niño más pequeño volvieron a reunirse en círculo y comenzaron a reír.
— que tonto —
Dijeron entre risas para después irse.

James por otro lado comenzó a buscar con entusiasmo un lugar para esconderse, de vez en cuando volteaba hacia atrás para verificar que no lo buscaran.

Comenzó a caminar y vió un árbol muy grande que estaba pegado a una de las paredes del castillo; con rapidez corrió hacia ahí buscando esconderse detrás.

Era ya pasadas del medio día, así que no había muchas personas en el lugar, si no es que ninguna; el niño rodeó el árbol y logró ver muchas enredaderas que envolvían la pared, decidió ignorarlas y esconderse.